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Los castillos valencianos están en ruinas por la falta de inversión.



"En términos generales están todos bastante mal. Esto no es Italia ni Francia. Allí están orgullosos de su pasado y lo defienden. Aquí, con la historia que tenemos, es una pena que estén casi todos destrozados". Con estas palabras de amargura, el profesor de la Universitat Politècnica de València (UPV) Manuel Ramírez define el estado de los castillos y las fortalezas de la provincia de Valencia.
Junto a algunos alumnos y compañeros docentes ha constituido un grupo de I+D sobre recuperación del patrimonio y ha impulsado la exposición Patrimonio y vulnerabilidad: Castillos y fortalezas de la provincia de Valencia, que ha estado en Valencia e Italia, y prevé visitar Lisboa, Cuba, Leeds... Toda una vuelta al mundo para mostrar el decadente estado de los castillos valencianos.
Los datos de Ramírez apuntan a que solo entre el 10% y el 15% de estos monumentos están restaurados. "No se trata de ver la ruina, sino de que la gente conozca la historia de su pueblo, su territorio y su cultura", explica. En su opinión, no hacen falta grandes inversiones, sino que los propios ayuntamientos habiliten buenos accesos y se pongan en valor las ruinas con un uso concreto para sensibilizar sobre lo que significaron aquellas piedras.
El estudio de este grupo muestra que, en algunos casos, los restos no se diferencian del propio peñasco sobre el que se alzaban. En otros, queda un muro o cuatro paredes abandonadas y olvidadas por los pueblos a los que un día defendieron de invasiones y otros peligros.
El secretario del Consell Valencià de Cultura (CVC), Jesús Huguet, corrobora que una parte considerable de los castillos valencianos, salvo contadas excepciones, «están en ruinas». De hecho, explica que incluso algunos se han venido abajo por desidia y por una falta de inversión sostenida a lo largo de décadas.


El emblema de Sagunt.
El caso más emblemático es el de la fortaleza de Sagunt, una de las más grandes de España en cuanto a extensión (ocupa varios kilómetros de superficie) y con un pasado más rico, ya que albergó batallas desde la época fenicia hasta la más reciente Guerra de la Independencia contra los franceses en el siglo XIX.

Alquerías, ermitas, atalayas...
El deterioro del patrimonio histórico también afecta a otros elementos arquitectónicos a lo largo y ancho del territorio valenciano. Ermitas centenarias, las atalayas que avisaban de la llegada de piratas berberiscos y las típicas alquerías de la huerta valenciana son, en la mayoría de los casos, un claro ejemplo de abandono y desidia. Desde el Consell Valencià de Cultura también denuncian el estado de aldeas enteras casi en ruinas, sobre todo del interior de Castellón y Valencia.
Extraído de 20 minutos

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