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Descubierto un foso donde se construían galeras en el s. XVII en las Drassanes.

El espacio tiene unos ocho metros de ancho y unos treinta de largo, pero la estructura es más larga y se prolongaría otros 30 metros más, hasta alcanzar unos 60 metros.




Las obras que se llevan a cabo en las Drassanes de Barcelona han puesto al descubierto un gran foso que, según los primeros indicios servía, hasta el siglo XVII, para construir y reparar galeras.
Según ha informado el arqueólogo Iñaki Moreno, director de las excavaciones, los trabajos han permitido sacar a la luz un área de arena rebajada de forma escalonada, de dimensiones considerables, y con rampas hacia el mar, que supone el primer indicio arqueológico de que este lugar servía para construir y mantener este tipo de barcos.
Aunque todavía se sigue estudiando, Moreno ha asegurado que no hay ningún resto comparable a la fosa que ha aparecido, que se haya documentado desde el punto de vista arqueológico, en ningún lugar del mundo, lo que da todavía más importancia al descubrimiento de Barcelona.
La fosa tiene unos ocho metros de ancho y unos treinta de largo, pero la estructura es más larga y se prolongaría otros 30 metros más, hasta alcanzar unos 60 metros, un espacio suficiente para construir dos galeras pequeñas a la vez o una de grandes dimensiones.
Moreno ha explicado que sobre el rebaje del subsuelo se construía una estructura de madera, de la que se han encontrado algunos restos, sobre la que se construía la galera y que servía también para que el barco se deslizara al mar y para sacar las naves cuando tenían que repararse.

El rebaje se hizo, según la estratigrafía, después del siglo XIV y se abandonó a finales del siglo XVII, cuando la atarazanas dejaron de ser astilleros para convertirse en una fábrica artillera en la que se hacían cañones.
El Museo Marítimo de Barcelona está situado en el edificio gótico de las Reales Atarazanas y desde el año 2010 está cerrado al público por unas obras de reformas que han puesto al descubierto aspectos del edificio que hasta ahora se desconocían.
Así, se ha visto que el edificio original, construido durante el reinado de Pere II el Gran, estaba mucho más cerca del mar de lo que está en la actualidad, de forma que el agua llegaba hasta donde está ahora el edificio de las aduanas.
El arqueólogo ha recordado que, desde la época de los romanos, en Barcelona atracaban barcos, pero que entonces lo hacían en el otro lado de Montjuïc, en un puerto natural.
Hasta la segunda mitad del siglo XIV, cuando se construyó un espigón, Barcelona no tuvo un puerto donde está el actual, pero esto hizo que cambiaran las mareas y el mar se comiera y derribara las atarazanas, lo que provocó que se retiraran hacia atrás a partir del siglo XVI.
A partir de los diferentes hallazgos realizados dentro del edificio se puede avanzar una cierta distribución de los espacios en relación con las funciones que se realizaban en el edificio: área de talleres, área de almacenes y los espacios dedicados propiamente a la construcción naval.
Extraído de La Vanguardia

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