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Descubierto un castro romano en Vega de Espinareda.

Profesores del IES de Fabero documentan los restos de un castro de origen celta, posiblemente ástur en Vega de Espinareda.

Al lado del mapa de los pueblos astures aparecen los restos del muro semiderruido (arriba) y el muro norte.
En lo más alto del monte que domina Vega de Espinareda hay un lugar al que todos llaman el “castro de Vega”. Quien se atreve a subir hasta allí se queda asombrado ante una muralla que rodea un promontorio rocoso, como si se tratase de la ciudadela de un castillo medieval. La muralla está algo deteriorada, pero se aprecia claramente que esas piedras no han llegado hasta allí por accidente. El hombre las ha traído aquí y las ha colocado formando un muro. La sorpresa inicial se hace todavía mayor cuando se comprueba que, usando el SIGPAC o el Google Earth para el reconocimiento desde el aire de esa zona, se observa que hay otras construcciones allí. Tapadas por los brezos, las urzes y los piornos, se esconden de los ojos de los visitantes otra muralla (que amplía tres o cuatro veces el perímetro de la atalaya) y una serie de arcos paralelos al promontorio fortificado. No hay restos aparentes de casas dentro de la fortaleza. Tal vez, la misión de estas edificaciones fuera servir de refugio en tiempos de guerra. Más restos de piedras fuera del recinto parecen señalar en esa dirección. En definitiva, una serie de estructuras humanas que, gracias al testimonio de José Antonio Librán y Adolfo Marote, profesores del I.E.S. Beatriz Ossorio de Fabero, han salido a la luz. Ellos serían los descubridores “oficiales” del hallazgo, pero es de justicia recordar a todos los paisanos anónimos de la zona que, seguramente conocían los restos, pero no tenían los altavoces necesarios para comunicarlo.

Pero ¿qué es realmente estafortaleza de Vega de Espinareda? En principio la hipótesis más lógica apunta a que sea un castro de origen celta, posiblemente astur (o dicho más correctamente, ástur). Los castros eran poblados de pueblos prerromanos, fuertemente fortificados, compuestos por viviendas circulares y situados normalmente en zonas altas, protegidas naturalmente. Las gentes del pueblo ástur que vivían en esta zona eran los Lougeos.De su historia sólo sabemos que firmaron un pacto de amistad con los Susarros, otro pueblo ástur asentado en la zona de Bembibre. Pero de su forma de vida sí conocemos varias cosas: eran agricultores y ganaderos, pero sus cosechas no bastaban para mantener a su población. Frecuentemente, habitantes de estos pueblos debía emigrar o recurrían al saqueo de tierras más al sur. También practicaban la minería. De hecho, el río Cúa llevaba polvo de oro en sus aguas, algo que más tarde excitaría la ambición del Imperio Romano por conquistar esas tierras. También sabemos que todos estos pueblos debían ser guerreros y que, a menudo, luchaban unos contra otros. Esto explicaría la costumbre de fortificar sus poblados. En una zona de montaña con tendencia a la superpoblación, poseer tierras cultivables, pastos y metales erauna tentación para los pueblos vecinos, siempre dispuestos a combatir por ello. Se sabe también que su sociedad estaba férreamente dividida según la riqueza que poseyera cada uno. La división del espacio en los castros se hacía según el nivel social. La nobleza ocupaba los lugares mejor protegidos y más elevados. Los más pobres se veían relegados las zonas bajas, más fáciles de atacar.

Esta hipótesis sería la más fundada, pero para que fuera confirmada haría falta algún resto que nos dijera con mayor exactitud a qué época pertenece. Se necesitaría encontrar cerámica, herramientas, armas o cualquier otra muestra que permitiera datar el poblado. Algunos habitantes de los alrededores han encontrado puñales y otros objetos, pero al no haberse hallado dentro de una excavación, no pueden ayudar a dar una fecha científica.
Otras hipótesis podría ser que los restos fueran romanos. Hay obras de minería romana por toda la ribera del Cúa. Tal vez se tratase de un puesto de vigilancia para controlar un recurso mineral tan valioso para el imperio.

En todo caso, sería positivo realizar una intervención arqueológica para aclarar las incógnitas de este enigmático rincón berciano. Todavía queda mucha historia leonesa que descifrar. Profundizar en nuestras raíces nos ayuda a conocernos mejor. Y valorar nuestro patrimonio es una fuente de riqueza que la provincia de León no puede desaprovechar en estos momentos.

Extraído de La Crónica de León

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese castro pertenece a Sésamo, no a Vega de Espinareda, y todo el mundo sabe que está ahí de toda la vida.
QUe 2 personajes se quieran colgar la medalla... es patético...

Antrophistoria dijo...

Hola anónimo

Gracias por la información adicional. Como podrás comprobar, me ciño a la noticia que da "La Crónica de León". Pero dicho queda.

Un saludo

http://www.lacronicadeleon.es/2012/09/22/vivir/descubierto-un-castro-romano-en-vega-de-espinareda-161200.htm