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Entrevista a Nacho Ares: “Cambié la medicina por la egiptología; los vivos por las momias”.

La pasión de este historiador y arqueólogo por el Antiguo Egipto es bien conocida a través de sus trabajos de divulgación. “La tumba perdida” (Grijalbo) es su primera incursión en la novela. Hablamos con él en el Museo Egipcio de Barcelona.


Nacho Ares se mueve por el Museo Egipcio de Barcelona como si fuera un faraón y de su propia tumba se tratara, cómodo y suficiente; pero, al tiempo, humilde en el gesto ante algunas de las piezas que la Fundación Clos ha reunido, se diría que las observa con cierto recogimiento. Sin duda, este es el marco más idóneo para presentar La tumba perdida (Grijalbo), una estupenda novela con la sombra de Tutankamón oscilando inquietante sobre una trama de misterio.

El historiador sonríe amablemente, casi con timidez, al preguntarle cuándo empezó su interés por Egipto. “Hasta que era un adolescente mi pasión era la medicina. Pero llegó el momento de hacer un trabajo para la clase de historia, y el tema que elegí fue el descubrimiento de la tumba de Turankamón, la KV62 del Valle de los Reyes. Leí concienzudamente el libro de C.W. Ceram Dioses, tumbas y sabios. ¡Me fascinó! Quedé atrapado por la majestuosidad de los monumentos egipcios, las increíbles historias de los aventureros y exploradores que los excavaron en los siglos XIX y XX”. Nacho Ares cuenta que compraba libros sobre Egipto cuando tenía algo de dinero ahorrado, y poco a poco se fue haciendo una pequeña biblioteca. En aquella época, mediados de los 1980, no se publicaba casi nada de Egipto en castellano. “Cambié la medicina por la egiptología; los vivos por las momias”. Poco después, con 16 años ya le conocían en el departamento de Historia Antigua de la Universidad de Valladolid, donde años después se licenciaría con grado. “Los profesores me dejaban pasar a la biblioteca del departamento y ver libros de Egipto. Era como un sueño. No tenían muchos, pero algunas cosas, como la Gramática deAlan Gardiner o la historia de Egipto de James Breasted, en una preciosa edición de los 1930, me cautivaron.

Egipto, amor a primera vista.

El escritor que, también dirigía la prestigiosa Revista de Arqueología, es director del programa SER Historia de la Cadena SER y reportero del espacio Cuarto Milenio de Cuatro Televisión, así como autor de una docena de libros sobre la cultura egipcia, no olvida su primer viaje a un país que, declara, se ha convertido en su forma de vida. Tenía 20 años e iba solo en un grupo de turistas. “Tengo grabada la imagen de pasar delante de la escultura del Renacimiento de El Cairo que hay en la avenida que lleva a la Universidad, la humedad del ambiente nada más bajar del avión, el fuerte olor a contaminación y especias… Me metí en mi habitación del Delta Pyramids Hotel y abrí las cortinas para ver lo que había más allá del cristal. Estaba en una de las plantas más elevadas. De pronto, lo recuerdo como si lo viera ahora mismo, entre la bruma de la mañana apareció el vértice de una enorme pirámide. La tenía a no más de 1.000 metros de mí, pero era gigantesca. Era la Gran Pirámide que ahí estaba, esperándome y dándome la bienvenida a la tierra de los faraones”. Y, a tenor de las veces que ha regresado, hasta sentar casa allí, fue en efecto una espléndida bienvenida, le digo. “Hay un proverbio que dice que aquel que bebe agua del Nilo está obligado a volver para beber del río. Y creo que es una verdad enorme, como una pirámide”, contesta con discreta satisfacción. ¿Le fue difícil encontrar un lugar para vivir y poder trabajar en sus frecuentes estancias? “Algunos amigos me dejaban al principio su casa en Gizeh o en Kobri el Koba. Ahora mi residencia habitual está en El-Manial, en la isla de Roda, uno de los lugares más tranquilos de la ciudad, a treinta minutos andando de la Plaza El-Tahrir”.

De tumbas y maldiciones.

Nacho Ares siente predilección por Luxor, y en especial la Orilla Oeste, donde se desarrolla La tumba perdida. “Es un lugar mágico, lleno de secretos por descubrir y con una historia fascinante y dilatada en el tiempo”, apostilla. En la novela, que tiene por coprotagonista al arqueólogo Howard Carter y su hallazgo de la tumba del Faraón Niño, flota la maldición de Tutankamón…¿Qué hay de cierto en ella? “La maldición es un mito. Las muertes están ahí, pero son muertes por asociación; es decir, esas personas no tuvieron un contacto directo con lo que estaba pasando en la tumba. Solamente Lord Carnarvon, el primero en fallecer, tuvo protagonismo en aquel momento. Fue el punto de partida de una historia que fue creciendo como una bola de nieve”.

Respecto al mecenas y gran coleccionista inglés, el egiptólogo explica que en la actualidad el título lo ostenta su biznieto, que también es el heredero del enorme castillo de Highclere. El lugar, precisa, en donde se rueda la serie de televisión Downton Abbey. “El conde y su esposa son un matrimonio excepcional y de trato muy cercano. Me invitaron hace un par de años al castillo y fue emocionante recorrer junto a ellos todos los lugares con los que yo había soñado desde pequeño. Los retratos de Carter y Carnarvon, la pequeña colección de piezas egipcias aparecida en unos armarios de doble fondo en 1988, la biblioteca, etc. convirtieron aquellos días en Highclere en uno de los momentos más emotivos de mi vida”.

El periodo histórico que más le atrae a Nacho Ares es el Imperio Nuevo, que se desarrolla grosso modo entre los años 1550 y 1000 a.C. Es la etapa en la que nos encontramos faraones tan conocidos como los Tutmosis, Ramses, Amenofis o Tutankamón, el protagonista de La tumba perdida. “Como quedé enganchado a la egiptología con la figura de Tutankamón, se puede decir que tengo cierta predilección por él. Y también, quizá, porque es uno de los reyes de los que menos sabemos. Conocemos sus tesoros, descubiertos por Carter hace ahora noventa años, pero de su biografía no sabemos prácticamente nada”, explica con entusiasmo contenido.

La debilidad del historiador son los shabtis, las figuras funerarias, y la colección Clos cuenta con varias piezas de gran valor que él señala con admiración. Además, le apasionan los libros antiguos. “Cuentan con ediciones importantes de la Description de l´Egypte o los libros de Howard Carter sobre Tutankamón, además firmados por el propio descubridor, lo que le da un valor añadido -con suma delicadeza muestra uno de los ejemplares-. “Están dedicados al conde de Jimeno, que fue quien tradujo el primero de ellos, por entregas en la revista Blanco y Negro.


Antes de la despedirme del historiador, quiero preguntarle por qué ha tardado tanto en escribir novela, y Nacho Ares contesta con la misma sencillez de que ha hecho gala durante toda la conversación. “Cada libro tiene su momento. Quiero seguir escribiendo sobre Egipto, tanto en novela como en ensayos. Con La tumba perdida he hecho lo que más me gusta, escribir sobre Egipto y dar a conocer la historia de un descubrimiento y de una civilización que, al menos para mí, ha supuesto un aspecto muy destacado en mi experiencia vital”.

Extraído de QuéLeer

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