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El expolio arqueológico, más de lo que se ve.

Agentes del Seprona de la Guardia Civil investigan una denuncia sobre un yacimiento.
¿Cuánto patrimonio arqueológico se expolia en España? La única cifra conocida es la de las actuaciones del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, que rondan el medio millar al año, pero los investigadores sospechan que los saqueos reales superan con mucho esa cantidad.
Es la "cifra negra" del delito la que no se conoce, dice a Efe el comandante jefe del Departamento de Delincuencia Especializada de la Guardia Civil, Jesús Gálvez, consciente de que nadie sabe, ni siquiera las administraciones competentes, lo que hay bajo tierra y, por tanto, lo que se expolia.
De hecho, este es el principal problema con el que se encuentran los agentes del instituto armado a la hora de investigar, ya que en muchas ocasiones es imposible averiguar la procedencia de las piezas que se recuperan.
La Guardia Civil, con competencia en la mayoría de las zonas donde existen yacimientos arqueológicos, desconoce cuántos expolios se cometen, toda vez que una parte importante de estas áreas no están vigiladas.
Sólo tienen constancia los agentes de la actividad policial del Seprona en esta materia, que viene a conocer entre 400 y 500 acciones delictivas al año, perpetradas por organizaciones que se dedican a esta actividad y que son totalmente diferentes a los grupos especializados en el robo de obras de arte.
Su herramienta principal, explica Gálvez, es el detector de metales, un artilugio totalmente lícito, cuya venta y adquisición es legal en España y sobre el que no hay ningún control administrativo, aunque se entiende que su comprador tiene que hacer un buen uso de él.
Tanto es así, que sólo se puede denunciar su utilización si se observa, y lógicamente se constata, que se ha usado en una zona muy próxima a un yacimiento o con la intención de expoliar.
Un detector básico incorpora un selector para poder ir determinando cada una de las piezas que se encuentran, es decir, si son de plata, oro u otro metal. Su capacidad de detección bajo tierra alcanza entre los 20 y 25 centímetros, pero ya se fabrican aparatos más potentes que llegan hasta profundidades mayores.
Pero las organizaciones o "particulares" dedicados al expolio no sólo utilizan estos aparatos y la Guardia Civil, subraya el comandante jefe, se ha incautado en algunas operaciones de detectores de huecos e, incluso, de algún georradar.
A los saqueadores les interesa todo lo que pueda detectar el aparato, como monedas o cualquier otro objeto metálico, pero también lo que se encuentra a su alrededor: vasijas, restos arqueológicos de piedra... En fin, cualquier cosa que, en un primer vistazo, pueda tener algún valor.
Para identificar al expoliador o a la organización delictiva a la que pertenece, la Unidad de Patrimonio de la Guardia Civil realiza un estudio analítico de los expolios a fin de averiguar el "perfil criminal" del "especialista".
De este modo, se analizan las zonas más afectadas en virtud del número de actuaciones del Seprona, los denunciantes y los detenidos, los días y horas en las que los delincuentes actúan y otros aspectos que determinan ese perfil.
Con todos estos datos, la Guardia Civil centra especialmente su actuación no sólo en los "aficionados" al saqueo "armados" de su detector, sino también en los profesionales del expolio porque, como resalta el comandante Gálvez, son los que más actúan, van a por las piezas más importantes y no les importa el daño irreparable que causan a ese yacimiento.
Generalmente, ya cuentan con un intermediario que les compra la "mercancía" para, después, intentar introducirla en el mercado lícito con facturas falsas u "otras formas de blanqueo", aunque en otros casos el saqueador se pone directamente en contacto con el coleccionista para vender su botín.
También introducen las piezas en los mercadillos, pero las más importantes se venden a través de intermediarios a coleccionistas nacionales e internacionales.
Como no se sabe cuánto se roba, tampoco se sabe el porcentaje que supone lo que se recupera, señala Gálvez, quien apunta a Andalucía, sobre todo, y a la Comunidad Valenciana y las dos Castillas como las zonas más afectadas por los expolios y, por ende, por el asentamiento de las organizaciones delictivas.
En este sentido, Gálvez asegura que algunas bandas han operado en el sur desde hace muchos años, pero la sensibilización de las administraciones, como ha sido el caso de las andaluzas, en la conservación del patrimonio, ha obligado a esas organizaciones a desplazarse a otras zonas de España.
Precisamente, el comandante ve fundamental la colaboración de las administraciones y, especialmente, con los arqueólogos de las delegaciones provinciales, sin cuya cooperación el trabajo de la Guardia Civil sería más difícil.
Son ellos los que peritan y valoran los daños causados, por lo que su colaboración, subraya Gálvez, es fundamental a la hora del proceso penal y de castigar la acción.
Muchas son las operaciones llevadas a cabo por la Guardia Civil contra los expolios, entre ellas la denominada "Piteros", hecha pública en octubre del año pasado y llevada a cabo en diecinueve provincias con la incautación de miles de objetos.
Un año antes, en la operación "Necrópolis", realizada en Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana, los agentes llegaron a intervenir más de 9.000 piezas.
Y así sucesivamente. ¿Queda mucho por expoliar? Nadie lo sabe.
Vía: EFE

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