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Reconstruir el hábitat de los dinosaurios.

La Universidad participa en un estudio paleontológico en Ariño (Teruel) donde se revela que vivían en un pantano de agua dulce.

Diez (a la izq.), con alumnos vigueses, durante una expedición a Teruel.
Vigo participa en los estudios que se realizan en Ariño, el yacimiento de dinosaurios de la edad Albiense -Cretácico Inferior- más importante de Europa y uno de los mejores del mundo. El profesor Diez es uno de los autores de un reciente trabajo que reconstruye el paisaje que habitaron a partir de fósiles de flora y polen.

Desde su descubrimiento hace dos años, el yacimiento de la mina de lignito de Santa María de Ariño, un pequeño municipio en el noreste de Teruel, se ha convertido en un prolífico campo de trabajo para los paleontólogos. La cantidad y la excelente conservación de los restos de dinosaurios que atesora, así como de otros vertebrados y de flora, lo convierten en uno de los mejores depósitos del mundo. El investigador Bienvenido Diez, de la Facultad de Biología de Vigo, es uno de los autores de un reciente trabajo que revela cómo hace unos 100 millones de años el hábitat de esta zona estaba conformado por un pantano de agua dulce muy próximo al mar y con un clima subtropical a tropical.

En el estudio también colaboran expertos de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, el Museo de Historia Natural de París y las universidades Autónoma de México (Unam) y Zaragoza. La revista Historical Biology acaba de publicar el hallazgo. "Es un trabajo relativamente pionero en España porque no considera al dinosaurio como una pieza de museo, sino que lo contextualiza en un conjunto paleoecológico. Se trata de ir más allá y desvelar cómo era el paisaje y las interacciones. Estamos trabajando en otros dos yacimientos en la misma línea y las expectativas son muy buenas. Se nos plantea un horizonte muy prolífico e interesante", destaca Diez.

La idea de realizar estudios de flora y palinología -polen y esporas- surgió durante el II Congreso de Paleobotánica celebrado en julio de 2013 en Ariño con presencia de expertos de Europa, México, EE UU o China y cuya secretaría general recayó en el profesor vigués. "Desde entonces se han publicado una decena de artículos. Está siendo un año especialmente prolífico", apunta.

El equipo internacional registró 24 especies de esporas y otras tantas de granos de polen, además de estudiar ámbar y restos de hojas para concluir que en los alrededores de la ciénaga en la que vivían los dinosaurios y demás vertebrados abundaban las algas y helechos, así como una gran variedad de gimnospermas -plantas sin flor- y angiospermas -con flor-. También analizaron fragmentos de troncos quemados: "En la actualidad existen especies en Australia que necesitan quemarse para poder reproducirse", explica Diez.

El paleobotánico, que también participó en el hallazgo de la flora más antigua de la Península Ibérica en Teruel, ya está organizando la expedición que cada verano permite a estudiantes de Biología y Minas trabajar en los yacimientos de la provincia aragonesa y de Burgos. Los alumnos de ediciones anteriores ya han publicado en revistas de impacto internacional y actualmente están en marcha trabajos como el que desarrolla un estudiante de Minas sobre el equilibrio entre una explotación en funcionamiento como la de Ariño y la preservación del patrimonio paleontológico. "Una gestión adecuada que no tenga impacto en su rentabilidad puede aumentar el input positivo en la economía de la zona. En Ariño, donde la Fundación Dinópolis va a crear un centro de interpretación, se ha visto esto", dice.

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