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Zilis, pasado romano junto a Tánger.

Las ruinas de la antigua ciudad se ubican en un impresionante entorno paisajístico.

Ruinas romanas de Ziglis, a 30 kilómetros de Tánger (Marruecos). / M. VALIÑA
El norte de Marruecos, esa parte del mundo que ha visto pasar a tantos pueblos y tantas vicisitudes, fue en un tiempo romano. Como parte del reino mauritano se le dio el nombre de Mauritania Tingitana, y en ese territorio se fundaron varias colonias romanas cuyos vestigios siguen adornando el paisaje: Tingis (la capital y actual ciudad de Tánger), Lixus (al lado de Larache, uno de los enclaves mejor conservados actualmente) y Zilis, a 12 kilómetros de la actual Asilah.

La mejor manera de llegar a Zilis es en coche particular (no existen taxis compartidos que se dirijan a ella directamente, aunque siempre podemos alquilar uno de estos Grand Taxis solo para nosotros desde Tánger o Asilah). A 31 kilómetros al sur de Tánger, Zilis no tiene la grandiosidad de Lixus pero es un lugar ideal para desconectar del bullicio, relajarse, leer e incluso almorzar entre unas ruinas que nos hablan de un pasado de estrechas relaciones entre el Norte de África y el sur de la actual España, mucho antes de la llegada de los árabes y el Islam. Zilis se encuentra en un entorno paisajístico privilegiado, entre planicies y colinas. Un vigilante en su caseta es la única presencia humana permanente en el lugar.

Un niño visitanto el yacimiento romano de Ziglis, cerca de Tánger, en Marruecos. / M. VALIÑA
Los restos arqueológicos, en estado de casi total abandono, hablan del pasado romano de una ciudad fundada entre los años 25 y 27 antes de Cristo, pero cuyos orígenes son anteriores e inciertos, pudiendo remontarse incluso a los fenicios en el siglo IV antes de Cristo. A pesar de la falta de conservación, los amantes de la arqueología disfrutarán distinguiendo las plantas de un gran templo (dedicado a Mercurio), unas termas y varias casas con peristilo. Zilis llegó a tener incluso un acueducto y una gran cisterna que proveía al complejo termal. Los restos conservados (cerámicas, esculturas, monedas…) relatan una historia que va desde el rey Juba II (en el 23 después de Cristo) hasta Flavius Honorius (año 423).

En esa etapa, la ciudad vivió de una diversificada producción agrícola en la que los olivos y las viñas eran los productos fundamentales. Unida por vía terrestre con Tingis, Zilis formaba parte de una ruta de florido comercio que se extendía a Lixus y llegaba al otro lado del Estrecho. La influencia de esos romanos que hicieron de Zilis su hogar se prolongó aproximadamente hasta principios del siglo V. Y testigos de esa presencia siguen siendo unas ruinas que, a pesar de su abandono, constituyen una buena alternativa para una excursión con encanto si se visita la región de Tánger.

Vía: El País

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