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El Instituto Bíblico invita a catar el vino que bebían los faraones.

Cistierna acoge en agosto una intensa Escuela de Verano con cine, charlas y talleres.
El vino fue una bebida muy apreciada en el Antiguo Egipto, más incluso que la popular cerveza.
Este verano no será necesario coger un avión con destino a El Cairo para tomar contacto con alguna de las manifestaciones culturales más desconocidas —y atractivas— del Antiguo Egipto, y eso gracias al Instituto Bíblico y Oriental de León, institución que ofrece en el mes de agosto la sugerente posibilidad de degustar caldos elaborados con fórmulas muy similares a las empleadas hace cinco mil años. Será en el transcurso de los actos de la Escuela de Verano que el instituto-museo ha programado, un año más, del 4 al 6 de agosto, en su sede montañesa de Cistierna.
El vino de los dioses, conferencia y cata que correrá a cargo de la profesora del instituto María Luz Mangado Alonso, se incluye en un intenso programa de actividades que incluye conferencias, talleres para que los niños se acerquen al conocimiento de las culturas que acabarían por dar origen a la nuestra, cursos de familiarización con lenguas orientales y bíblicas y hasta una proyección cinematográfica (incluida dentro de la clase De Egipto a Disney, sobre la amplia presencia de elementos del antiguo Egipto en el universo creado por Walt Disney).
La actividad El vino de los dioses nace de una exhaustiva investigación —premiada por instituciones como las bodegas Vivanco y firmada por María Luz Mangado—, que ahonda en el nacimiento de la cultura del vino en Mesopotamia y en el antiguo Egipto, y que rastrea su extensión, desde esas costas mediterráneas, hasta Roma y la Península Ibérica. «La estrecha relación entre el vino y la Eucaristía hizo que ya los primeros monasterios coptos egipcios cultivasen intensamente la vid; desde allí, y a caballo de las rutas de peregrinación, especialmente del Camino de Santiago, esta cultura se extendió por todos los monasterios hasta alcanzar el Norte de Europa», explicó Mangado, quien hará ver en la clase, por tanto, que nuestras hoy muy tecnificadas industria y cultura vitivinícolas «tienen muchos siglos de historia, presente no sólo en la gastronomía, la sociedad y la economía, también en el arte», subrayó.
Pero la Escuela de Verano también ofrece la posibilidad de conocer los rudimentos de alguna de las lenguas más antiguas del mundo (sumerio, acadio, egipcio, copto) e idiomas clásicos (latín, griego bíblico, hebreo, árabe), y de adentrarse en los secretos del Islam, de determinados aspectos de la Biblia e incluso del legado del pensador inglés Tomás Moro. Y los más pequeños tendrá ocasión, por otra parte, de aprender a elaborar objetos artísticos de estilo egipcio o mesopotámico que después serán ‘subastados’ entre los asistentes.

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