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Las seis características fundamentales del fascismo.

Es un error denominar fascista a todo aquel movimiento político que huele a derecha.

Esvástica en la bandera de la Alemania Nazi.

Hay una tendencia generalizada a denominar fascismo a todo aquello que huele a derecha. Es un error que se comete, sobre todo, desde las posiciones más izquierdistas y libertarias. Se debe tener en cuenta que no toda la derecha, ni incluso la más autoritaria, es fascista. ¿Cómo distinguimos entonces el fascismo?

Se denomina fascista a todo aquel movimiento que tiene todos y cada uno de los siguientes seis elementos en su ideario político

Hitler ante las tropas nazis.
1. Las masas. Son movimientos de masas porque, por un lado, tienen un gran número de militantes y, por otro lado, cuando llegan al poder sacan continuamente las masas a la calle en medio de toda una parafernalia propagandística y militar encabezada por el culto a un líder. Tunger emplea para los nazis el término de "demos plebiscitario", es decir, la democracia en la calle.

Escena de la película La lista de Schindlers.
2. La violencia. Es esencial el uso de la violencia, pero siempre con un cariz romántico y con cierto tono nacionalista. Es más estética que defensiva. Se llega al punto de considerarla bella ya que, en su ideología, la violencia hace más fuertes a los hombres y a los pueblos. Asimismo, de forma pareja, también existe la idea de una muerte romántica. Se aprecia en los grandes rituales funerarios con los que se entierra a los compañeros muertos de forma heroica.

Mapa de Europa bajo la Alemania nazi.
3. El Imperio. Existencia del mito imperial, esto es, la creencia de que todos los grandes pueblos deben crear un Imperio. Con este fin, se preparan para la guerra y además no lo ocultan. Asimismo, no existe la lucha de clases dentro de la nación, todos los ciudadanos luchan juntos por los mismos objetivos. Esa idea, más bien, se desplazada al ámbito internacional donde hay una lucha entre los pueblos plutocráticos, que son los capitalistas que explotan, y los proletarios, que son los desfavorecidos, explotados y desposeídos de sus amplios territorios. Es el claro caso del "espacio vital" nazi.

“IL Duce” Benito Mussolini en una concentración fascista en Génova, Italia (1922).
4. El Estado totalitario. En estos movimientos o regímenes políticos la libertad está muy limitada y, de hecho, el Estado ejerce todo el poder sin divisiones ni restricciones.

Los camisas negras en Bolonia, con Benito Mussolini al frente, en la "Marcha sobre Roma".
5. La revolución. Es revolucionario porque se rompe violentamente con todo lo establecido. Su composición social es interclasista, aunque la gran mayoría es de clase trabajadora. De hecho, el fascismo destaca por ser un movimiento antiburgués y anticapitalista, que antepone la comunidad nacional a la plutocracia. Tiende al establecimiento de la autarquía como modelo económico y al corporativismo como modelo social ideal.

Humillante corte de barba a un judío polaco, ante la mofa de los presentes.
6. El antisemitismo. Es la idea de privar de todo derecho y categoría a los judíos del país. Se trata del desarrollo radical de la idea de la ecología y de la selección natural, es decir, de la preponderancia de la ley del más fuerte en la naturaleza. Este es el caso de la Alemania nazi, donde la idea de predominio de la raza aria sobre los judíos, entre otros, llevó al concepto del holocausto o exterminio total.

Imagen de José Antonio Primo de Rivera, líder de la Falange española.
En nuestra historia contemporánea, para terminar, se puede detectar claros ejemplos de movimientos puramente fascistas. A parte de los dos clásicos que todos conocemos, es decir, el Partido Nazi alemán de Adolf Hitler o el Partido Nacional Fascista italiano de Benito Mussolini en Italia, cabe destacar otros como la Falange española de José Antonio Primo de Rivera, la Guardia de Hierro rumana de Corneliu Zelea Codreanu e Ion Antonescu, el Partido Ustacha croata de Ante Pavelić, el Partido Rexista belga de Léon Degrelle o el Partido de la Cruz Flechada húngaro de Ferenc Szálasi.

3 comentarios:

Lovehistoria dijo...

El artículo no está mal, aunque yo haría algunas puntualizaciones. En primer lugar además de violencia hay que aclarar además que no aceptaban el orden establecido ni confiaban en las fuerzas del orden de sus gobiernos. Eso hacía que crearan facciones o grupos propios: ya sean la SA y SS en la Alemania nazi o los fasci di combattimento italianas.


Más que antisemitismo yo hubiera puesto creencia de superioridad racial. Eso porque no todos los fascistas eran antisemitas (si los nazis, pero los italianos no tanto). Además (por desgracia) el antisemitismo estaba (en algunos casos sigue estando) muy presente en la sociedad de la época a nivel global, no era un aspecto exclusivamente nazi, aunque ellos lo llevaron al peor límite. De todos sí que hay que decir que se consideraban raza superior y acudían a su historia para justificarlo.


El concepto fascista también es usado por la derecha para señalar a la izquierda, al menos en España. Si no usan directamente ese término (que lo han hecho) usan otro que está relacionado con el fascismo: el de "populista".

Ricardo Georges Ibrahim dijo...

Yo agregaria que no todos los fascismo son antisemitas. El antisemitismo ya viene incorporado en todos los nacionalismos, incluso liberales, a partir de los postulados de Ernest Renan, en 1880, despreciando....no a los judios europeos, sino al "Estado Otomano", que, lejos de ser un Estado "racional", nacional (un Estado, un pueblo, una nación), en una misma ciudad vivian personas de razas y lenguas distintas. Y esto le parecia un factor de estancamiento y debilidad, y de hecho querian repartirse y se repartieron dicho Estado. El Fascismo de Musolini en cambio, no era antisemita, y contó con importantes sectores judios que fueron su apoyo, incluso financiero y de militancia en la decada del 20.

Fanelli dijo...

El artículo no está mal, pero en mi opinión sólo podemos calificar de fascista al régimen de Benito Mussolini en Italia, ya que el resto de regímenes que el autor incluye en el artículo, pese a tener numerosas coincidencias con el ideario político fascista, son particulares en cada caso y gozan de su propio imaginario político. Así el nazismo sería en Alemania lo que el fascismo en Italia o el falangismo en España, pero denominar a todos estos movimientos como fascistas no sería del todo correcto.