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Nuevos fósiles descubiertos en Libia dan pistas de nuestra propia evolución

Nuevos fósiles descubiertos en Libia dan pistas de nuestra propia evolución

Desde el derrocamiento de Muammar Gaddafi en 2011, Libia vive en un estado de caos constante, sobre todo desde la incursión del Estado Islámico en el país. Christopher Beard, profesor de la Fundación Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Kansas, asegura que hoy en día es muy peligroso desarrollar estudios científicos en esta zona.

Beard, sin embargo, asistido por un equipo de científicos del Instituto de Biodiversidad de la Universidad de Kansas, acaba de publicar un hallazgo de fósiles de mamíferos descubiertos en el Oasis Zallah, en la cuenca de Sirte en el centro de Libia. Los restos encontrados se remontan a principios del Oligoceno y tienen entre 30 y 31 millones de años.

Según Beard, como publica en el Journal of African Earth Sciences, el descubrimiento arroja luz sobre un intervalo temporal poco documentado de nuestra propia historia evolutiva y, además, muestra como el clima y el cambio ambiental puede alterar por completo todo un ecosistema. Se observa como en esa zona de Libia se pasa del bosque húmedo subtropical del Eoceno al desierto seco de hoy en día.

Estos valiosos hallazgos hicieron que este equipo, a pesar del riesgo por la inestabilidad del país, siguiera sus investigaciones en 2013 con la ayuda de colaboradores locales, como un profesor de geología de la Universidad de Trípoli, que conocen la zona y tienen contactos influyentes. En esas fechas, Beard realizó tanto trabajos de campo como posteriores análisis de los hallazgos fósiles, aunque lo más complicado fue siempre el cuidado de la logística en Libia, sobre todo con los colaboradores locales relacionados con las petroleras como la Zuetina Oil Company, en Zallah.

Durante el trabajo en el Oasis Zallah, donde se han encontrado diversos vertebrados fósiles esporádicamente desde la década de 1960, el equipo descubrió un grupo muy diverso y único de mamíferos fósiles datados en el Oligoceno, en la época final del período Paleógeno. Se trata de un período destacado por la gran diversidad de animales, extintos ya, que existieron y que pudieron ser importantes para el desarrollo de las especies fundamentales para la evolución humana. Según Beard, eran especies fósiles totalmente diferentes a las encontradas en la zona de Egipto pertenecientes también al Oligoceno.

“El hecho de que nos estemos encontrando especies diferentes en Libia sugiere que los antiguos ambientes en el norte de África se estaban volviendo muy irregulares en ese momento, probablemente debido a un enfriamiento global y al secado que comenzó un poco antes”, dijo Beard. “Aquel ambiente desigual parece haber promovido lo que llamamos ‘especiación alopátrica’, es decir, cuando las poblaciones de una misma especie se aíslan debido a la fragmentación del hábitat o a alguna otra barrera para el flujo libre de genes, con el tiempo, acaban emergiendo especies diferentes. Todavía estamos investigando cómo esta nueva dinámica evolutiva pudo haber afectado a la evolución de los primates y a otros mamíferos de África en aquel momento”.

Lo cierto es que el trabajo de Beard se centra principalmente en el origen y la evolución de los primates antropoides, los precursores de los seres humanos, y se encontró con el descubrimiento en Libia de una nueva especie de primate, el Apidium, el fósil más emocionante de los descubiertos por el equipo.

“Estos son los primeros fósiles de primates antropoides conocidos del Oligoceno de Libia y los únicos fósiles antropoides de esa época en África conocidos fuera de Egipto”, dijo el investigador. “Hipótesis anteriores sugirieron que los antropoides, como grupo, pudieron haber evolucionado como una respuesta al enfriamiento global y al secado que se produjo en el límite del Eoceno-Oligoceno. Nuestra nueva investigación indica que ciertamente este no fue el caso, ya que los antropoides ya habían existido durante varios millones de años en África antes de ese límite. Pero el cambio climático todavía tenía un profundo impacto en la evolución antropoide, tuvo lugar la fragmentación del hábitat y el mayor nivel de especiación alopátrica. Los antropoides, al ser habitantes de los bosques, se habían visto especialmente afectados por la fragmentación de este hábitat durante el Oligoceno”.

Por desgracia, los conflictos que afectan a Libia hacen inviables nuevas visitas al sitio de la cuenca de Sirte por el momento. De hecho, el conflicto armado de este país prohíbe la visita de los científicos de fuera y esto hace insegura cualquier tipo de investigación de campo.

Según Beard, la investigación de campo del equipo no puede comenzar de nuevo hasta que el país se estabilice y la seguridad personal de los científicos en el terreno esté garantizada.

El Programa de Antropología Biológica de la National Science Foundation fue el que financió la investigación. Beard colaboró con Paulina M.C. Coster de la Universidad de Kansas y con sus colegas de la Universidad de Trípoli (Mustafa Salem) y la Universidad de Poitiers de Francia (Jean-Jacques Jaeger y Yaowalak Chaimanee). El co-autor Michel Brunet, de Poitiers, instigó los trabajos de campo paleoantropológicos en Libia, a mediados de la década del 2000, y sentó las bases para la investigación más reciente.

Fotos de Yaowalak Chaimanee, de la Universidad de Poitiers, Francia.


Vía: News KU

1 comentario:

Timothy Dowling dijo...

¿Esto se debe a los factores físicos del clima, o más bien a la cercanía geográfica de las lenguas involucradas y su consecuente influencia mutua? Al final, los idiomas que demuestran semejanzas en la producción de sus sonidos, se encuentran en regiones aledañas. Deben compartir una historia, y no solamente un clima.