Aparece en la necrópolis de
Kamarina, una ciudad-estado griega de Sicilia, dos muertos inmovilizados en sus
tumbas
Los antiguos griegos inmovilizaban a los muertos por el posible temor a los ‘zombies’ |
Algunas
prácticas sobrenaturales antiguas pueden explicar por qué existen dos tumbas
griegas que contienen esqueletos
inmovilizados con objetos pesados y piedras, casi como si quisieran dejar
atrapados a los cuerpos bajo tierra, según demuestra una nueva investigación.
Los
arqueólogos conocen estos dos peculiares enterramientos desde la década de 1980 cuando fueron
descubiertos, junto a otras cerca de 3000 tumbas, en una antigua necrópolis
griega de Sicilia. Sin embargo, un nuevo análisis sugiere que las dos tumbas pudieron contener los conocidos como
cadáveres “aparecidos”, que se piensa que tienen la capacidad de reanimarse,
salir de sus tumbas y perjudicar a los vivos, es decir, una versión antigua de
nuestra idea actual de los zombies.
Carrie Sulosky Weaver,
arqueólogo de la Universidad de Pittsburgh, ha escrito recientemente un artículo
en la revista digital Popular Archaeology
en el que explica la peculiaridad de estos enterramientos de “muertos vivientes” a los que atrapaban en
las tumbas con ataduras, estacas, enterrándolos boca abajo, con tumbas más
profundas de los normal y cubiertos de objetos pesados y piedras.
Por
su parte, Sulosky Weaver, un becario postdoctoral también de la Universidad de
Pittsburgh, explica que los antiguos
griegos colonizaron Kamarina, una ciudad-estado del sureste de Sicilia, en
el 598 a. C., y permanecieron allí hasta mediados del siglo I d. C. Sus
habitantes usaron la necrópolis de la ciudad, conocida como Passo Marinaro, desde
el siglo Va. C. hasta el III a. C.
Según
Sulosky Weaver, el 85 por ciento de los entierros de ese camposanto son de
inhumación y el otro 15 por ciento de cremación. Todos suelen ir acompañados de
ajuares como
jarrones de terracota, estatuillas y monedas. Sin embargo, dos tumbas que se salen de lo normal
llamaron la atención de los investigadores.
Una
de estas tumbas diferentes contenía los restos óseos de un adulto, de sexo no
definido, con signo de haber sufrido una desnutrición o una enfermedad grave, según
se observa en sus dientes. La cabeza y los pies del individuo aparecieron cubiertos con fragmentos de grandes y
pesadas ánforas que pretendían atrapar al muerto en su lecho de muerte,
como si la tierra no le fuera suficiente.
Asimismo,
otra tumba estaba ocupada por el esqueleto de un niño, de entre 8 y 13 años,
sin signos aparentes de enfermedad. No obstante, estaba atrapado con cinco grandes piedras encima como para evitar que
saliera de la tumba después de muerto.
No
hay fotos conocidas de las tumbas, pero se
conservan bocetos de cada una de ellas realizados en el diario de Di
Stefano, su excavador.
Lo
cierto es que, según las investigaciones del historiador del folclore Paul
Barber, existen otros paralelos en la
historia de este tipo de enterramientos. En muchos casos, por ejemplo, en
las sociedades preindustriales se trata de forma diferente las sepulturas de los
forasteros, los hijos ilegítimos, los suicidas, las víctimas de homicidio, los ahogados,
los muerto de peste, los malditos, y los bebés nacidos con anormalidades o en
un día desfavorable, ya que podrían aparecerse post mortem.
En
otras tumbas de Kamarina aparecen una
serie de katadesmoi, o tablillas de
maldiciones, con peticiones o solicitudes de los vivos dirigidas a las
deidades bajo mundanas, usando como medio de transmisión el espíritu de los
muertos. Se solían colocar dentro o cerca de las tumbas de los recién fallecido
durante unas ceremonias nocturnas secretas.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
Vía|
Blasting
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Imagen|
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