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Edvard Munch no solo es El Grito

Vida, amor, miedo, locura, celos, pasión, deseo, melancolía y muerte: Munch y el expresionismo noruego

Melancolía, de Edvard Munch
A raíz de la exposición Arquetipos de Edvard Munch que se celebrará durante los próximos meses hasta el día 17 de enero de 2016 en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, me propongo dar a conocer de forma más profunda la vida de este artista expresionista noruego y su obra.

Nacido en Løten (Noruega) en 1863, en el seno de una familia acomodada. En Munch hay que señalar desde niño está condicionado por las inclemencias de la vida. A los pocos años de edad mueren su madre y sus dos hermanos y quedan solos él y su padre, que era médico de cabecera. Por ello, el padre le llevará con sí a las consultas que realizaba a los enfermos que normalmente era gente pobre, en la miseria, circunstancias que le marcan ya que desde muy pequeño Munch ve la muerte.

Artísticamente, desde 1878 estudia Bellas Artes en Oslo, y luego, en 1885, viaja a París y posteriormente a Berlín en 1890, donde conecta con el simbolismo y todo ese movimiento espiritualista. Durante los primeros años del siglo XX, en 1908, sufre sus primeros trastornos psíquicos, que se le acrecentarán y la harán sufrir incluso internamientos. Así pues, le sugieren que se traslade al campo para llevar una vida más tranquila, relajada, en contacto con la naturaleza y es por ello que sus pinturas van a tener unas claras connotaciones del mundo al cual pertenece.

Recibe influencia del arte dramático, del teatro, del mundo del amor y de la muerte violenta, de una cultura nórdica que le vincula con la tragedia y hace fácil la vía del expresionismo. Del simbolismo se pasó al expresionismo, y Munch va a tener una forma clara de estilo: líneas curvas inestables, inseguras, que expresan desequilibrios obsesivos y depresiones.

Tuvo atracción hacia la relación amor-odio con la mujer, el juego del hombre débil que acaba dominado por una mujer. Representa en sus pinturas un sufrimiento permanente de insatisfacción e infidelidad donde se refleja el ciclo vida-amor-muerte. En sus obras se muestran siempre actitudes pesimistas y lánguidas, ve a la mujer como manejadora de la vida del hombre, usando a este a su gusto y deseo. Fue un hombre que intentó siempre ser feliz, aunque es cierto que nunca lo consiguió. Autor de uno de los iconos de la pintura del siglo XX, como es El Grito.

El Museo Thyssen-Bornemisza, desde el pasado 6 de octubre alberga la exposición de Munch, Arquetipos, la segunda exposición en la capital desde 1984 de este pintor expresionista. Comisariada por Paloma Alarcó y Jon-Ove Steinaug, esta exposición recoge ochenta obras (54 pinturas y 26 grabados) acerca de las características emocionales del artista: amor, muerte, vida, deseo, ansiedad, miedo, locura, melancolía o sumisión.

Imagen| Anna Lanzetta

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