Cleopatra VII: la última reina del antiguo Egipto

La heredera de una dinastía milenaria Imagen meramente ilustrativa. Cleopatra VII fue la última soberana de la dinastía ptolemaica, que gobe...

Las musas carnales de las pinturas doradas de Klimt: el friso de Beethoven

Life Ball recrea con modelos reales la fase dorada de Klimt

Detalle del "Friso de Beethoven" de 1902
Cada año Viena acoge uno de los mayores eventos filantrópicos para recaudar  fondos para la lucha contra el SIDA: Life Ball. Y en este año, en su publicación anual, Style Bible, Inge Prader ha recreado, con modelos reales, la fase dorada de Klimt, para ensalzar la secesión vienesa que lideró el artista.

El equipo de Life Ball cuenta que eligió a Klimt y al secesionsimo vienés porque ellos apostaron por "romper con las viejas formas y apostar por la individualidad y la autodeterminación. Los valores de los secesionistas son una maravillosa metáfora para Life Ball, que desde sus inicios ha intentado romper y enfrentarse a las barreras sociales, tabús y estigmas sobre el sida".

Friso de Beethoven, (detalle). 1902

Un homenaje a Ludwig van Beethoven, cuya música ha de ser la salvación del alma y de la humanidad. Klimt crea el friso en tres partes: "El anhelo de felicidad" que se encuentra con "fuerzas hostiles", pero al final triunfa con el "Himno a la Alegría".
Y a través de estas imágenes ahondaré en la figura de Klimt como representante de la corriente secesionista de Viena y en su programa iconográfico para el Friso de Beethoven, inspirado en la novena sinfonía del gran genio alemán.

En la Viena de principios del siglo XX, donde la alta burguesía dominante, conocida por su pretenciosidad, sus espléndidos banquetes, su amor por el placer desordenado,  artistas e intelectuales tales como  Sigmund Freud, Otto Wagner, Gustav Mahler o Arnold Schoberg, desarrollan una enorme creatividad, entre la realidad y la ilusión, entre lo tradicional y lo moderno, y Klimt perfecciona la sensualidad en sus dibujos, sus composiciones caleidoscópicas, la  gran  riqueza en la ornamentación de sus cuadros, y por encima de todo la belleza de las mujeres.

Desde sus inicios Klimt se atrevió a cruzar los límites hipócritas de respetabilidad, establecidos en la sociedad vienesa de la época. Mucho antes de que el expresionismo y el surrealismo visualizaran abiertamente la sexualidad en el arte, Klimt centra el erotismo en sus escenas y centra a la mujer como protagonista en todas sus obras.

Sus obras que a veces se recibieron con entusiasmo, hecho que lo convirtió en el retratista favorito de las damas de la sociedad vienesa, y que sin embargo, el erotismo no disimulado en sus obras también provocó un amargo antagonismo y provocaron diferentes escándalos, como fueron sus pinturas realizadas para el aula Magna de la Universidad: Justicia, Medicina y Jurisprudencia.

Danae, 1907/08
Es el éxtasis del amor, el instante en que la lluvia de monedas de oro mezclado con espermatozoides dorados, la forma en la que Zeus decide "visitar" a la heroína en sus sueños, símbolo de lo carnal y de la belleza sensual, se derrama entre sus muslos.
Y bajo esta represión y rechazo nace el movimiento secesionista de Viena, en 1987, y Klimt, con su espíritu de renovación, a la cabeza, como fuerza contraria al academicismo oficial y al conservadurismo burgués, en busca de la liberación de las restricciones impuestas  en el arte y dando lugar a un proyecto utópico: la transformación de la sociedad a través del arte.

El programa de la secesión era claro, no sólo era una búsqueda de una nueva "estética", sino también era una lucha por el "derecho a la creatividad artística", para el arte en sí mismo. Era una cuestión de la lucha contra la distinción entre "gran arte" y "géneros subordinados”, entre "arte para los ricos y el arte para los pobres".

Entre sus objetivos se contaban la promoción de artistas jóvenes, la exhibición de obras producidas en el extranjero y la publicación de una revista sobre las principales obras realizadas por los miembros “Ver Sacrum” y tomaron a Palas Atenea, la diosa griega de la sabiduría y la justicia como su símbolo.

El 27 de junio de 1897 se celebraba la primera asamblea general de la Secesión, con un grupo de jóvenes creadores que se habían escindido de la Casa de los Artistas, y liderando el grupo  Klimt, Josef Engelhart y Karl Moll.  Y es en esta asamblea que se decide la construcción de una sala de exposiciones propia, para no depender de la oficial, rechazada por este grupo.

La Primera exposición del grupo fue muy esperada: sus puertas se abren  en marzo de 1898  y Klimt contribuyó con un cartel marcado por el simbolismo de "Teseo y el Minotauro": la desnudez casi completa de Teseo que simboliza la lucha por algo nuevo y que está en el lado de la luz, mientras que el Minotauro, atravesado por la espada de Teseo y huyendo tímidamente en las sombras, representa el poder y de todo aquello que está roto. Atenea, que surge de la frente de Zeus, vela por la escena, como la encarnación del espíritu que brota del cerebro, símbolo la sabiduría divina.

Friso de Beethoven, (detalle). 1902
En este clima de controversia y de rebeldía que caracterizó el primer período de la Secesión, tuvo lugar el escándalo de las pinturas de la Universidad de Viena.

En 1894 el Ministerio de Educación le encarga a Klimt la decoración del techo de la sala principal de la Universidad y en la primavera de 1900, durante la séptima exposición de la Secesión, fue expuesto Filosofía, el primero de los tres paneles diseñados por Klimt. El lenguaje visual de Klimt en este panel, toma sus símbolos del mundo de los sueños de Freud. Los adornos voluptuosos reflejan el erotismo, que provocó polémicas en repetidas ocasiones, como fue en este caso.

Filosofía  es la síntesis de su visión del mundo, de la búsqueda de un estilo propio. “El comienzo de la vida, y a la derecha, el mundo como misterio. Emergiendo desde abajo, una figura de la luz: el Conocimiento.”

Influenciado por las obras de Schopenhauer y Nietzsche, trata a su manera, de resolver el enigma metafísico de la existencia humana, para dar expresión a la confusión del hombre moderno, sin dudar en romper el tabú sobre temas tales como la enfermedad, la decadencia física, y la pobreza, con toda su fealdad.

En marzo 1901, durante la décima exposición de la Secesión, presenta el segundo panel,  Medicina. La alegoría de la Medicina, representa los cuerpos arrancados por el destino que se los llevan a través de la corriente de la vida, en todas sus etapas, desde el nacimiento hasta la muerte, y se juntan, ya sea en éxtasis o en dolor. 

Esta visión  que obliga a restar importancia a la medicina, destaca la impotencia de la misma como una fuerza de curación en comparación con los poderes indomables del destino. Hygieia la diosa de la salud, da la espalda a la humanidad con una indiferencia hierática, más como mujer fatal o enigmática, hechizante,  que como un símbolo de la ilustración científica. ¿O no son los cuerpos femeninos de jóvenes encantadoras, entremezclados con esqueletos, una ilustración directa de la parábola de Nietzsche del "eterno retorno", en el que la muerte es vista como el sentido de la vida?

En Filosofía y en Medicina, Klimt está expresando una opinión que comparte con Schopenhauer, "el mundo como voluntad, como fuerza ciega, en un círculo eterno de dar a luz, el amor y la muerte."

En el tercer trabajo para la Universidad, Jurisprudencia, Klimt trata la sexualidad sugerida a través de la investigación sobre el inconsciente de Freud. La sexualidad como una fuerza liberadora, en contraste con el conocimiento científico. Se esperaba que contribuyera a la glorificación de la ciencia, pero en lugar de eso parece haber tomado como lema la cita de "La Eneida" de Virgilio, con el que Freud prologó su "interpretación de los sueños": "Si no puedo mover los dioses, lo haré invocando el infierno".

Jurisprudencia, fue recibida con la misma hostilidad que sus trabajos anteriores. Los espectadores se sorprendieron por la fealdad y la desnudez que veían. Sólo uno de los académicos, Franz von Wickhoff, catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Viena, defendió a Klimt, en una conferencia legendaria titulada "¿Qué es feo?". Esto no impidió que el  artista fuera acusado de "pornografía" y de "perversión".

Al final los opuestos se vuelven a unir: el amor y la muerte, eros y Thanatos, generación y destrucción y esto es omnipresente en Klimt.

El Himno a la Alegría y el Friso de Beethoven

Para Gustav Klimt, después de la Filosofía, la Medicina y la Jurisprudencia, realizadas para el Aula Magna de la Universidad, no parece garantizarle al hombre una vida feliz o satisfactoria, como se puso de manifiesto. Para él y sus compañeros secesionistas es el arte por sí solo, el que tiene el poder de traer la salvación, lo que explica especialmente lo importante que es para ellos un trabajo total y es con este espíritu que deciden en su  XIV Exposición de la Secesión  crear un acontecimiento y una experiencia especial, una obra de arte total.

La exposición se organizó en 1902, en honor a Max Klinger, cuya pieza central era su escultura polícroma de Beethoven convirtiendo toda la exposición en una celebración  al compositor, que fue una especie de figura de culto de la época.

Klimt y sus amigos vieron en Beethoven la encarnación del genio, y en su obra la glorificación del amor y del sacrificio que puede traer la redención a la humanidad. La estatua de Klinger es de un Beethoven heroico, hay una cualidad sacra en ella, con reminiscencias del “Zeus” de Fidias. La postura desnuda del mártir heroico  y redentor, con el puño cerrado y la mirada hacia arriba, da una indicación perfecta de las intenciones de los secesionistas.

Josef Hoffmann fue el responsable de la decoración interior para la exposición de la Casa de la Secesión. Utilizó hormigón visto con el fin de crear un entorno lo más neutral posible. Además, se planificó una experiencia sinestesia total, que incluyó la música: se realizó una nueva orquestación del cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven, por el entonces director musical de la Ópera de Viena, Gustav Mahler.

Friso de Beethoven. Detalle: Anhelo de felicidad
Grupo del Fuerte bien armado, con la Ambición y la Compasión. Las oraciones son las fuerzas  ejercidas sobre el Fuerte, la Humanidad que sufre, mientras  lo impulsan a tomar  la lucha por la felicidad.
Klimt creó su friso de Beethoven  proyectado como marco excepcional para esta exposición. Fue concebida como una obra efímera, sólo para la exposición, y por lo tanto, lo realizó directamente en las paredes, con  el uso de materiales ligeros de modo que podría fácilmente ser extraído posteriormente. Afortunadamente se ha conservado, aunque durante décadas no ha estado expuesto al público. No fue hasta 1986 que se pudo volver a ver, y ha sido por ello que el friso  ha sido el menos conocido, y la obra más mitificada de Klimt. Él mismo la vio como una transposición simbólica de última sinfonía de Beethoven en una serie de momentos simbólicos que se desarrollan en tres paredes: la búsqueda humana de la felicidad, satisfecha gracias al arte.

En el catálogo de la exposición, de carácter informativo, encontramos varias  ideas al respecto: “Las pinturas que se extienden como un friso a lo largo de la mitad superior de tres paredes de esta sala son de Gustav Klimt. Materiales: pintura de caseína, estuco, dorado. Las tres paredes pintadas forman una secuencia:

Primero, la pared larga frente a la entrada: el anhelo de felicidad (las figuras suspendidas). Los sufrimientos de la débil humanidad (la niña de pie y la pareja arrodillada). Las súplicas de la Humanidad al fuerte y bien armado (al caballero), para asumir la lucha por la felicidad, impulsada por motivos de compasión y ambición (figuras femeninas detrás de él). 

La pared extrema: las fuerzas hostiles; el gigante Tifón, contra el que incluso los dioses lucharon en vano (el monstruo que se asemeja a un simio); sus hijas, las tres Gorgonas (a su izquierda), la Enfermedad, la Locura, la Muerte (las cabezas como muñecos  y la anciana tras ellas). La Lujuria, la Impudicia, la Desmesura (las tres figuras femeninas de la derecha junto al monstruo). La pena aguda (la que se encuentra en cuquillas). Los anhelos y los deseos de la humanidad vuelan sobre sus cabezas alejándose.

Segunda pared larga: el anhelo de felicidad está mitigado en la poesía (las figuras suspendidas se encuentran con una mujer que toca la cítara).  Las artes (las cinco figuras de mujeres dispuestas las una sobre otra) nos conducen al reino ideal en el que todos podemos encontrar la alegría pura, la felicidad pura, el amor puro. EL coro de los ángeles del Paraíso. 'Alegría, hermosa chispa de fuego del cielo, este abrazo es para todo el mundo’".

Durante mucho tiempo, Klimt había estado buscando una respuesta a las preguntas fundamentales de la existencia humana. Y es ahora cuando Klimt encuentra una nueva manera, a gran escala, de una visión utópica, que fue compartida por los demás secesionistas: la salvación del hombre a través de la potencia única del arte y del amor.

Sin embargo, su friso fue criticado por ser insensible y por su rigidez. Las tres Gorgonas, alegorismo de la falta de castidad, pureza y templanza, provocaron una protesta vehemente, ya que esta parte del friso estaba sembrado de genitales masculinos y femeninos, espermatozoides y óvulos. La mayoría de los visitantes repelieron estas ideas. Una posible explicación para la reacción del público ante el friso puede estar en el fortalecimiento de la independencia de la forma, la línea y la ornamentación; para lograr esto, Klimt dio un paso decisivo hacia Modernismo. Esta soberanía significa que la forma ya no está subordina al contenido; más bien, se desarrolla con vida propia, con su propio contenido. Estas nuevas ideas  eran difíciles de comprender para el público, el optimismo,  la utópica del friso, en la que el abrazo final significa la redención del hombre por la mujer. En cambio, las personas tienden a ver sólo lo que era inmediatamente obvio, como la fealdad de algunas de las figuras femeninas. 

La mujer es la figura verdaderamente dominante en el friso, porque sólo la mujer está en estrecha unión con la armonía del mundo. Sólo si feminiza su sensibilidad, si sucumbe al abrazo del “eterno femenino”, puede el hombre aspirar al cumplimiento de sus anhelos: no hay lugar para el hombre en este panel central. El hombre esta singularmente ausente en la mayor parte de la obra de Klimt, sus raras apariciones sirven sólo para aumentar el impacto de la mujer.

El mundo narcisista del amor lésbico, representado en las corrientes de agua de Serpientes acuáticas I y Serpientes acuáticas II, ejemplifica el sueño terrible de un universo dominado por las mujeres. Incluso el héroe Beethoven, al final del friso, en "Este abrazo para todo el mundo", se encuentra peligrosamente situado, desnudo, sin armadura. 

A pesar de su  cuerpo de atleta, como Jean-Paul Bouillon señala, es prisionero de los brazos de la mujer, que lo abrazan y le sujetan la cabeza. Nada queda aquel Teseo triunfante del cartel de la Secesión. El héroe da la espalda a las Furias castrantes; su postura es la misma que del anciano indefenso en Jurisprudencia. En él vemos la ambivalencia de la sexualidad como un castigo. Es el regreso del héroe, al final de su viaje, hacia el vientre de su madre,  a un vientre del que nunca debió haber salido, un último abrazo, lo que significa también volver al inicio, al cosmos en el que la mujer es el verdadero vencedor.

Esperanza I. 1903
Aquí está el vocabulario erótico de Klimt en su totalidad, desde el cuerpo sin vergüenza, y los matices perversos del pelo rojo incluso en el pubis, con los motivos simbólicos de la penetración con el vientre protuberante. Alrededor de esta imagen de la feminidad consumada aparecer elementos como el de la noche y de la muerte
Esta "cadena en el vientre" se encuentra de nuevo en Esperanza I, en el magnífico vientre que domina todo como "un buque de vida, que es la esperanza de la humanidad que está madurando". Esta visión intensamente lírica de la mujer embarazada, es la esperanza que encuentra el pueblo, en un contexto con máscaras ambiguas, calaveras y monstruos alegóricos, como el pecado, la enfermedad, la pobreza y la muerte, todo lo que amenaza la vida incipiente. Seguramente el título de la imagen y el cuerpo descarado, son el epítome de la feminidad perfecta, un himno a la vida. Pero ¿no son los elementos también imágenes de la noche y de la muerte que nos rodea? Klimt invoca toda la gama de su vocabulario erótico, de los motivos de la penetración en relación simbólica con el vientre protuberante, con el pelo rojo ligeramente sugestivo y perverso. Nada está ahí para recordarnos la pureza, como encontramos en la Primavera de Botticelli, excepto las pequeñas guirnaldas de flores en el cabello. Una vez más, la pintura era demasiado naturalista y directa para la visualización de los contemporáneos de Klimt, sin causar un shock, les resultaba obsceno inevitablemente.

Frente a una sociedad en la que se consideraba la muerte y la sexualidad como elementos de caos y, por tanto, inadmisibles, Klimt parecía, a partir de este momento, estar destinado más que nunca ha comprometerse en una búsqueda ardua, febril, turbulenta y temerosa, en una búsqueda de respuestas a las últimas cuestiones de la existencia humana. Según Georges Bataille, el arte auténtico es inevitablemente prometeico. Toda la obra de Klimt se entiende a través de los símbolos de la rebelión humana contra la tiranía de la materia, por un esfuerzo de llegar a la verdad y a lo ideal. ¿No era el reino de la justicia, instituido por el mismo Zeus,  la ampliación de la gracia y el perdón de Prometeo?

Al carecer de la magnanimidad de Zeus, Viena no podía perdonar a Klimt. Cayó en desgracia con la burocracia, y no recibió nunca más ningún encargo público. Dentro de la propia Secesión, la respuesta negativa  que causó al público el Friso de Beethoven, creó conflictos entre los partidarios de Klimt y sus críticos. Rodeado de amigos leales como Carl Moll, Josef Hoffmann, koloman Moser y Otto Wagner, Gustav Klimt optó por dejar la Secesión, y nunca se recuperó de esta perdida, los grandes días habían terminado. "Ver Sacrum" dejó de publicarse  y  Klimt sintió la necesidad de retirarse de la vida pública.

El tema central de su obra continuó siendo el ciclo de vida, la participación en la procreación, el embarazo y el parto, además de la enfermedad, el miedo a la vejez y la muerte. Estos  reveses provocan que  reduzca su atención a los problemas sociales e indiferencia hacia la política. Pero en cambio se centra en una búsqueda espiritual, a través del ocultismo y las religiones orientales, que desarrollan una filosofía centrada en los perennes interrogantes de la vida.

Eros y Thanatos siempre fueron la fuente de su inspiración, incluso desde ahora, a través de dos formas simples y fundamentales como son los temas de las flores y la mujer. Estos temas le ofrecieron una mayor oportunidad de dar una cierta permanencia a todo lo que puede ser captado de pasada: un efímero gozo sensual, el éxtasis de la vida.

Autor| Rosa Mª Rodríguez Vigueras
Vía| Life Ball
Imagen| Prader












No hay comentarios: