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El gran Belzoni: el forzudo de circo descubridor de grandes ‘tesoros’ del antiguo Egipto

El Museo Británico encargó a Belzoni el transporte de la cabeza del coloso de Memmon desde Tebas hasta Gran Bretaña

Traslado de la cabeza de Ramsés II desde el Rameseum, en Tebas
Giovanni Battista Belzoni nació en Padua, una importante ciudad del norte de Italia, en el año 1778.  Por su gran corpulencia, comenzó su notable carrera como forzudo en el mundo circense, lo que le llevaría a viajar extensamente y a conocer muchos lugares diferentes. Sin embargo, como veremos, el destino y su carácter polifacético le llevarían a realizar otro tipo de actividades que nada tenían que ver con el mundo del espectáculo.

En 1815, aunque pueda sorprender, se fue a Egipto a ofrecer al Gobierno de allí una máquina de irrigación hidráulica que él mismo había inventado. No tuvo mucho éxito, ya que los mandamases del país de las pirámides no aceptaron su oferta.

Belzoni, vestido a la turca, en 1820
No obstante, el viaje no fue en vano. Su talento para la ingeniería fue reconocido cuando, gracias a la intermediación del cónsul inglés, el Museo Británico le encargó el transporte de la cabeza de Ramsés II, conocida comúnmente como el coloso de Memmon, desde Tebas hasta Gran Bretaña. Toda una hazaña que llevó a cabo con gran éxito.

Belzoni, tras esta experiencia, y viendo que podía servir para algo más que para levantar peso debajo de las carpas de un circo, dio un vuelco definitivo a su vida. Decidió proseguir su trabajo con las antigüedades egipcias y, admirablemente, desempeñaría esta labor con gran tesón y entusiasmo.

El interior del templo de Ramsés II, en Abu Simbel, visto por Belzoni
En su nueva aventura, el explorador forzudo estudió los sitios de Edfu, Elefantina y File. De la misma forma, se encargó de retirar la arena que cubría el templo de Abu Simbel y de realizar unas profundas excavaciones en Karnak. Fue el descubridor de la tumba de Seti I, que contenía el magnífico sarcófago que se expone en la actualidad en el Museo de Soane de Londres. Y, asimismo, tuvo el gran privilegio de ser el primero en penetrar en la segunda pirámide de Giza. ¡El gran sueño de cualquier egiptólogo!

En 1819, este gran hombre volvió a Inglaterra para informar a las autoridades competentes de sus asombrosos descubrimientos. Como era de esperar, en el año 1823, se le encargó una nueva misión: la de realizar un viaje a Tombuctú. Sin embargo, Belzoni nunca llegó a ese destino. Murió en el camino.

Imagen| El Correo

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