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La científica que persiguió Franco

María Teresa Toral, uno de los mayores cerebros que ha dado la Historia de España, fue mutilado por el régimen franquista

María Teresa y Lan Adomian, su marido
Con una destreza química inigualable y una inteligencia desperdigada por muchos campos artísticos, «librepensadora por su formación intelectual», como escribe Antonina Rodrigo en el libro que dedica a la vida de esta mujer, María Teresa Toral fue encarcelada durante 12 años cuando la España de Franco le acusó, junto a otros muchos colegas, de fabricar armas para la República utilizando las dependencias de su lugar de trabajo, que era el Instituto Nacional de Física y Química.

Hasta allí había aterrizado por méritos propios de la mano de Enrique Moles, que fue el mejor de todos los químicos que caminaron la Península hasta que la Guerra cortó por lo sano con esa costumbre.

Toral fue izquierdista, como tantos otros. En su juventud, María Teresa participó en la guerra de los alfileres, un acto de rebeldía llevado a cabo por las estudiantes cuando Primo de Rivera intentó por todos los medios que los universitarios en huelga dejasen de estarlo. Por eso, junto a otras compañeras, ella disimulaba entre forcejeos contra la Guardia de Asalto los pinchazos de los alfileres.

Al fondo, los fusilamientos

María Teresa entró en prisión en junio de 1939, un mes y poco antes del asesinato de las hoy Trece Rosas. Allí pasó los doce años amontonada a miles en una institución concebida para unos pocos cientos, comiendo, entre otras miserias, «un cazo de lentejas con bichos al día». Hasta su liberación en el 42, Toral se dedicó al cuidado de las madres encarceladas y de sus niños, «de quienes falsificaban la edad para que pudieran pasar más años» con ellas. A su lado, los que contaban los tiros de gracia; al fondo, los fusilamientos.

Antes de su huída a México, y antes también de que medio mundo pidiese a gritos su excarcelación, María Teresa volvió a los grilletes en 1945 acusada, esta vez, de encubrir y ayudar a la resistencia. Precisamente fueron estas presiones populares las que consiguieron que Toral pasase en la Prisión Central de Mujeres de Segovia dos de los 30 años iniciales que el Régimen de Franco pretendía para ella.

María Teresa llevó puesta toda su vida una inteligencia fuera de lo común que iba más allá de lo puramente intelectual. Así, consideró su enorme sufrimiento como un privilegio que le permitió ser testigo para contar aquello que no debería, que no debe volver a ocurrir, y porque allí, en la cárcel de Ventas, conoció «a gente extraordinaria que moría con toda entereza».

Bibliografía

RODRIGO, A. Una mujer silenciada. Mª Teresa Toral: ciencia, compromiso y exilio. Ariel, 2012

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Imagen| La imagen está sacada del libro de Antonina Rodrigo

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