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Un terremoto, el de 1755, y un inmenso bosque de torres en el Aljarafe sevillano

Casi 262 años después del devastador Terremoto de Lisboa, se levanta sobre el Aljarafe un inmenso bosque de torres de ladrillos y piedra, según dijo G. Kubler

Recreación artística del terremoto de Lisboa de 1755
Si tenemos que hablar de un hito que cambió el panorama arquitectónico andaluz y el sevillano, por ende, es el Terremoto de Lisboa, acaecido el 1 de noviembre de 1755, y que se hizo sentir en todo el sur, dejando un panorama desolador, aunque podía haber sido peor. No solo por los daños materiales que ocasionó, mayormente, sino también por los daños morales y espirituales en una comunidad eminentemente cristiana. De este modo, también fue un hito la reacción de la población ante ello, y el afán de recuperación que sin duda alguna se vivió.

Así, son relevantes los datos de la zona de la que hablamos, el Aljarafe, donde solo hubo que lamentar la muerte de seis personas, un número escaso para la cantidad que pudiera haber sido. En el plano artístico, por el contrario, sí se produjo, cuantitativamente hablando, un gran número de daños materiales, agregando a ello las más de 5.000 casas afectadas, unas destruidas y otras apuntaladas.

Las arquitecturas eclesiásticas, sin duda de las más importantes en la época, fueron las que sufrieron mayor daño. Los campanarios, las torres del reloj y torres en las haciendas agrarias fueron las grandes damnificadas a causa de su elevada altura y su escueta base, que provocó que fuesen más frágiles antes estos temblores de tierra. Esto es, en el Aljarafe, el 71% de las torres levantadas fueron antes del dicho terremoto, y el resto, posterior a este.

Ermita de Cuatrovitas
Esto nos lleva, pues, a hablar sobre la atribución de las torres, una problemática grave si atendemos a las fuentes, algo antiguas. Así, la mayoría de ellas fueron atribuidas equívocamente a artistas de primer nivel, cuestionable y reducible a lo siguiente: entre el total de torres, en el 25% de ellas intervino Pedro de Silva, conocido por su intervención en obras como la Fábrica de Tabacos, la iglesia de Santa Ana o la iglesia de San Pedro, en Arcos de la Frontera.

En menor medida, Ambrosio de Figueroa y Diego Antonio Díaz, que intervinieron en un 15% de las obras y un 11%, respectivamente. El primero, conocido por su intervención en el Monasterio de la Cartuja y una cantidad ingente de obras desde Sevilla hacia Huelva. El segundo, conocido por instaurar el baquetón de gran resalto y mixtilíneo, y siendo también, Maestro Mayor de la Catedral de Sevilla.

El porcentaje restante no tiene datos en su gran mayoría, no porque no se sepa nada, sino porque no se le ha dedicado a la comarca sevillana la atención que sí se le ha prestado a otras regiones.

Imagen| El MundoWikimapia

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