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Ventana geminada de Llerena. |
En mi búsqueda de una definición más exacta me he tenido que remontar a José Amador de los Ríos, que en su discurso de ingreso en la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando de Madrid, en 1859, fue el primero en utilizar el término “mudéjar” aplicándolo a una manifestación artística. Lo mostraba indicándolo como “El estilo mudéjar en arquitectura”. Desde entonces, se suceden los intentos de sustituir este término por otro, ya que se considera poco afortunado para este estilo. De hecho, si nos atenemos a su etimología, “mudéjar” es una palabra que deriva del árabe mudayyan, y que significa “aquel a quien se ha permitido quedarse”. Por lo tanto, es un sinónimo de moro y, en consecuencia, tiene un carácter étnico, lo que no deja de provocar reacciones contrarias y muchas confusiones en su interpretación.
En 1888, en una s

La confusión que se generó hizo que disminuyera el papel que los maestros de obras musulmanes jugaron en la creación del arte mudéjar y en la transmisión de su sistema de trabajo. El desinterés que se produjo por la condición social del artista no se evidencia en ninguna otra manifestación o estilo artístico.
El marqués de Lozoya, en su monumental "Historia del arte hispánico" (1934), hizo posiblemente el mayor intento por sustituir el término mudéjar. Utilizó la palabra “morisco” como sinónimo de moruno o de moro, empleados como adjetivos, haciéndola equivalente a la de “mudéjar”. Por lo tanto, para Lozoya “morisco” y “mudéjar” son términos equivalentes, aunque da prioridad al primero por considerarlo más castizo y expresivo. Por otro lado, el empleo del término “morisco” complica y confunde el problema tanto como el de “mudéjar”, ya que en castellano ambos, además de su significación como adjetivo, tienen otra como sustantivo. Los moriscos, o cristianos nuevos, son los musulmanes convertidos forzosamente al cristianismo. Este fenómeno sucedió en Castilla en 1502 y en Aragón en 1526. De esta manera, Balbina Martínez Caviró ha propuesto no hacer uso del término morisco para designar al arte mudéjar del siglo XVI, haciendo coincidir así el significado del adjetivo y del sustantivo.
En consecuencia, en la actualidad el término mudéjar no tiene el mismo significado para los historiadores que para los historiadores del arte. Por lo tanto, existe para los medievalistas una historia de los mudéjares, entendidos como las minorías étnicas musulmanas hasta su conversión forzosa al cristianismo. Y, por otro lado, existe una historia de los moriscos, que define a estas mismas minorías a partir de su conversión, pero empleada por los historiadores de la Edad Moderna. Por su parte, los historiadores del arte usan el término mudéjar como una categoría de periodización artística, que engloba por igual tanto el período medieval como el moderno. Al contrario de lo que sucede en la Historia, lo emplean vaciando el término de cualquier connotación étnica.
Otro término que ha provocado cierta confusión en la interpretación del arte mudéjar es el de “mudejarismo”, que desde el año 1975 ha dado nombre a los Simp

Por último, hay otras terminologías que se emplean inadecuadamente, pero que se vienen arrastrando durante toda la historia del arte mudéjar. Me refiero, por un lado, a las expresiones de “románico de ladrillo” o a la más genérica de “arquitectura de ladrillo”; y por otro lado a las de “románico-mudéjar” o “gótico-mudéjar”. Estos términos no consideran al mudéjar ni siquiera como un fenómeno ornamental, y lo reducen a una simple versión en ladrillo del arte románico o del gótico. No se trata, por lo tanto, de una simple variedad del románico o del gótico sino que el mudéjar es una nueva expresión artística diferente a los estilos que imperaban en el arte occidental europeo. Las técnicas desarrolladas en los trabajos del mudéjar no utilizan el ladrillo solamente en su función constructiva, sino que también lo emplean con una función puramente ornamental. Así, podemos encontrar este material formando parte de unas composiciones ornamentales que se adscriben a la tradición islámica. En consecuencia, no se debe reducir la denominación de mudéjar, ni su forma de construcción, a una simple “arquitectura de ladrillo”, y menos aún cuando no está presente su sistema de trabajo propio.
En la actualidad, las divergencias terminológicas e interpretativas no parecen superadas todavía. En 1990, en su manual sobre el arte gótico en España, José María Azcárate propuso que se sustituyera el término de “mudéjar” por el de "arquitectura cristiana islamizada". Pone así en evidencia su intento de conciliación y, al mismo tiempo, muestra la debilidad interpretativa de la historiografía nacional en este campo, al no resolver el dilema cultural del arte mudéjar al formularse en primer término el aporte cristiano. Es evidente, por ende, que en las futuras interpretaciones del mudéjar se deberá poner un mayor énfasis en la precisión de la interpretación de sus contenidos artísticos.
En conclusión, puede deducirse que no es fácil vislumbrar si es estrictamente mudéjar todo lo que reluce en Llere

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Imágenes: Llerena
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