Tito Livio: el maestro de la historia romana

¿Quién fue Tito Livio? Imagen meramente ilustrativa. Tito Livio fue un historiador romano que vivió entre el año 59 a.C. y el 17 d.C., aprox...

Ya es otoño en Llerena

Ya es otoño. No es que me disguste el verano, pero prefiero el otoño. No hay nada comparable al olor a tierra mojada, ni a las caricias del viento fresco sobre la cara, ni a los charcos reflejando los tejados de mi Llerena. Me gusta pasear jugando a imaginar las figuras que se forman en las cambiantes siluetas de las nubes errantes. Sentir la melodía de la fina lluvia sobre los tejados de barro cocido. Percibir como las noches alargan sus horas venciendo a los debilitados rayos del sol. La naturaleza cambia la gama en su paleta de color. Suelta los tonos cálidos para estrenar, como cada año, sus pigmentos grises y amarillos melancólicos. Pinta las huérfanas hojas caídas, el viento veloz, el agua fina y las nubes algodonadas. Los riachuelos salen de sus escondites y corren con fuerza hacia ningún sitio. No importa el destino. Sólo corren porque es otoño, nada más. Otoño, por fin es otoño.

Llerena después de su conquista

Llerena fue arrebatada al pueblo musulmán en los años cuarenta del siglo XIII. El ejército santiaguista que obró la empresa estaba encabezado por el maestre Pelayo Pérez Correa. El pueblo, ya en manos cristianas, fue entregado para su defensa y repoblación a la Orden de Santiago. Los Maestres le otorgaron una serie de fueros en 1297, y crearon la costumbre de tomar Llerena como residencia temporal. Por lo tanto, se pueden registrar en las fuentes una serie de personajes notorios que tuvieron en nuestro pueblo su residencia. Destacan el infante don Fadrique (1342-1358), hermanastro del rey Pedro I de Castilla; don Pedro Fernández Cabeza de Vaca (1382-1387); don Enrique García Fernández de Villagarcía (1385-1387); don Lorenzo Suárez de Figueroa (1387-1409), maestre de la Orden de Santiago, enterrado en la iglesia de Nuestra Señora de la Granada; y, por último, don Alonso de Cárdenas (1480-1493).

El hecho de ser residencia frecuente de los Maestres de la Orden de Santiago, favoreció que Llerena, en el siglo XV, llegara a ser la capital del Priorato de San Marcos de León. Por ende, desplazó a Reina como centro más importante de este territorio. Pasó a ser, por lo tanto, el centro administrativo más relevante de la provincia de León, adquiriendo además la sede de la Mesa Maestral de la Orden. Asimismo, percibió el gobierno de más de treinta pueblos que dependían del Prior de la Orden de San Marcos de León.
En 1340, el rey Alfonso XI de Castilla presidió en Llerena las Cortes. Años después, en 1383 llegan a este pueblo todos los Comendadores para celebrar el Capítulo General de la Orden de Santiago, presidido por Pedro Fernández Cabeza de Vaca. Y, posteriormente, Lorenzo Suárez de Figueroa recibió autorización para que se pudieran celebrar las ferias de San Mateo el 21 de septiembre. Además, realizó modificaciones en la iglesia de Ntra. Sra. de la Granada, construyendo la capilla de la Trinidad o los bastimentos, y finalizó las obras de la Casa Maestral y del convento de Santa Elena.

Don Enrique García Fernández fue el Primer Señor de Villagarcía, donde se hizo construir el castillo que aún se conserva. Desempeñó su cargo entre los años 1385 y 1387. Fue partidario de los Trastámara, por lo que sirvió a Enrique II y a su hijo Juan I. Como premio a su lealtad que mantuvo a su padre, el rey Juan I le hizo merced en 1386 del Señorío de Villagarcía. Por otro lado, en su relación con Llerena destaca que pasó a ser el patrono de la capilla mayor de la iglesia de Santa María, donde sería enterrado a su muerte.

Por otro lado, Alonso de Cárdenas prestó sus servicios a los Reyes Católicos en la Guerra de Sucesión Castellana, donde tuvo a sus órdenes a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán. En Llerena, construyó la iglesia de Santiago en el solar donde antes se hallaba la ermita de San Pedro. Asimismo, dotó al recinto amurallado de algunas de las puertas más importantes de la ciudad. Don Alonso murió en 1493 y fue enterrado en su sepulcro de la Iglesia de Santiago.

En lo que respecta a la sociedad llerenense del siglo XV, cabe destacar que fue uno de los territorios que precisó de la repoblación foránea. Se introdujeron familias de las zonas leonesas, cántabras y vascas. Igualmente, dentro de la propia ciudad se formó una importante colonia de seiscientas familias judías, situada en los alrededores de la Fuente Pellejera y de la sinagoga, que posteriormente pasó a ser la ermita de Santa Catalina. La comunidad judía contribuyó, en cierta medida, a que la población prosperase tanto desde el punto de vista económico como cultural. Con la firma del decreto de expulsión en 1492, permanecerán sólo ciento veinticinco familias judías, que pasaron a ser judeoconversas.

A la gente cristiana y judía que poblaba la ciudad, hay que sumarle las familias musulmanas que permanecieron en estos territorios. Por lo tanto, encontramos en Llerena un reflejo de la sociedad que se podía observar en el resto de la Península Ibérica. La sociedad era un crisol de diferentes culturas, entre las que destacaban por su número la cristiana, la musulmana y la judía.

En 1490, con la conclusión del Capítulo General de la Orden de Santiago, que había convocado el último maestre en Uclés, esta institución pasaría a manos de la monarquía.

Breves apuntes sobre Pelayo Pérez Correa y la conquista de Llerena.

Hay poca información y poco escrito sobre la Ellerina musulmana y sobre la conquista, y no reconquista como algunos siguen queriendo llamar, de Llerena. Según parece, el nacimiento de este núcleo poblacional tuvo lugar en los alrededores de la Fuente Pellejera, ubicada actualmente en la Plaza de la Fuente, aunque no está nada claro. También parece identificarse restos de construcción de la época andalusí en algunos lienzos de la muralla y en el interior de la torre de la iglesia de Ntra. Sra. de la Granada, donde se pudo encontrar la mezquita. No debemos olvidar que los lugares santos son siempre sagrados, independientemente de la religión que cada cultura profese. Se me ocurre poner el ejemplo de la iglesia de El Salvador, en Sevilla. Los arqueólogos han podido constatar allí la ubicación anterior de una mezquita y, por debajo de ésta, un templo romano. Algo parecido pudo ocurrir en Llerena, se pudo construir la iglesia encima de la antigua mezquita musulmana. De este modo, no sólo se reutilizaron los viejos cimientos del edificio islámico, sino que se mantuvo el lugar sagrado del poblado y se demostró el poderío de la nueva religión imperante, construyendo su templo sobre el de la cultura dominada.

En el siglo XIII, los cristianos se encontraban inmersos en la conquista de la zona del sur de Extremadura. Así, a Llerena le llego su turno en los años cuarenta de este mismo siglo, cuando Pelayo Pérez Correa, un maestre de la Orden de Santiago, tomó la población al frente de un ejército cristiano de su Orden. Fernando III de Castilla, según cuentan las fuentes, le había confiado a este personaje la reconquista de toda la Sierra Morena.

Paio Peres Correia, nombre portugués de Pelayo Pérez Correa, nació en 1205 en el seno de una noble familia, en Monte de Fralàes en Portugal. Sus orígenes como guerrero conquistador los encontramos en Alcácer do Sal en 1228, donde participó en la toma del Alentejo. Fue, por ejemplo, el artífice de la captura de Mértola. En los años siguientes siguió esta labor descendiendo hasta Ayamonte, practicando así una escisión en las posesiones musulmanas del sur.

Pelayo Pérez alcanzó el rango de Gran Maestre de la Orden de Santiago en Mérida en 1242, cuando sucedió a Rodrigo Yáñez. Fue entonces cuando pasó a estar al servicio de Fernando III de Castilla y de su hijo, el futuro Alfonso X el Sabio. Sus próximas correrías tuvieron lugar en la zona levantina, ocupando poblaciones como Chinchilla de Monte-Aragón en 1242, o Cartagena, Lorca y Mula en los años siguientes. Posteriormente, fue destinado a la zona de Sierra Morena, donde controlaría plazas como la alcazaba de Regina, desde donde controlaría toda la zona que después se denominaría Campiña de Llerena. No obstante, uno de los mayores logros de su carrera militar fue la toma de Sevilla, una de las plazas fuertes de control islámico.

El Maestre Pelayo falleció en 1275 en Tentudía, en el monasterio que él mismo había fundado y que fue la encomienda mayor de la Orden de Santiago. Su cargo como maestre fue ocupado por Gonzalo Ruiz Girón. Mucho tiempo después, en el siglo XVIII, sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia de Santa María del Castillo en Tavira (Portugal). Sin embargo, otras fuentes indican que sus restos mortales se encuentran aún en el Monasterio de Santa María de Tentudía, en la localidad Calera de León (Badajoz).

Por otro lado, Llerena comenzó a tener un papel más importante a partir de su conquista cristiana en el siglo XIII. En este aspecto no coinciden todos los investigadores. Unos opinan que en realidad no tuvo tanto protagonismo, y otros que fue una plaza importante para la conquista cristiana de toda su zona limítrofe. Fue Pelayo Pérez Correa quien, desde la alcazaba de Reina, comenzó a organizar la administración militar y civil de toda la comarca. Asimismo, fue uno de los encargados de impulsar la creación de la Provincia de León, de la Orden de Santiago en Extremadura. En este aspecto, se puede afirmar que fue Llerena la población cabecera durante varios siglos. Pero este aspecto lo trataré, con más detenimiento, en próximas publicaciones en el blog.