Las 16 ciudades más importantes en la Historia de la humanidad

Las ciudades, unos centros de innovación, comercio, cultura y poder imgur.com Desde los albores de la civilización, las ciudades han sido ce...

La historia de nuestro planeta 'envuelta' en humor.

Arsuaga y Forges presentan 'Elemental queridos humanos'.

"El ser humano siempre busca el beneficio inmediato y eso no es sostenible porque no somos capaces de renunciar a más y más cosas, pero la biosfera es un sistema muy complejo en el que todo está relacionado y si conocemos esas relaciones, aprendemos a valorarlas". Este es el mensaje que el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, investigador del Centro de Evolución y Comportamiento Humano, y su colega, la geógrafa Milagros Algaba, han querido transmitir en su última obra.

'Elemental queridos humanos. Vidas y Andanzas del ingenioso planeta Tierra', de la editorial Temas de Hoy, es una reflexión sobre el pasado de la vida y el desarrollo humano, que ha contado con la genialidad de Antonio Fraguas, Forges, responsable de 'envolver' en humor, con sus dibujos, este recorrido.

La presentación de la obra ha tenido lugar en un enclave especial: el Parque Natural de Peñalara, en la sierra de Madrid, un espacio que llegó a estar muy degradado hace 20 años, pero que ahora es un ejemplo de conservación. "En el fondo, cuando a la gente le dices que algo es bonito y no lo ensucie, es consciente de su valor y lo cuida", asegura el paleontólogo.

Desde el prólogo, los autores recuerdan que en la Tierra los seres humanos estamos inmersos en una biosfera en la que todos los organismos se relacionan entre sí y tienen un pasado y un futuro común. El paleontólogo ponía un ejemplo desde la morrena de un antiguo glaciar: "Los humanos siempre hemos vivido en relación con el entorno. Hasta aquí subían los neandertales que vivían en La Pinilla a buscar caza en verano, porque había pastos y, por tanto, hervíboros. Por ello debemos cuidar esa relación".

En opinión de Arsuaga, el problema es que "el ser humano siempre busca el beneficio inmediato, no calcula y no es capaz de renunciar a las cosas, y eso es insostenible". "Por ello debemos desarrollar una conciencia de especie, y ser egoístas pero con el objetivo de mantener el planeta para todos porque la alternativa a la conservación no es la pobreza y la falta de progreso, sino la justicia y el reparto de esta riqueza", apunta el investigador.

Adaptar el entorno.

Éste es una de los mensajes claves que, con argumentos científicos, se mantienen a lo largo de toda la obra. De hecho, Milagros Algaba, que se centra en la historia a partir del Neolítico, asegura que fue hace 10.000 años cuando el 'Homo sapiens' comenzó a adaptar el entorno a sus necesidades, y desde entonces no ha dejado de hacerlo.

"Ahora producimos igual que en el Neolítico, que es cuando se rompió el equilibrio, pero como ahora somos muchos millones ha mejorado la tecnología y somos más fructíferos", argumenta. Para Algaba "lo importante es que la gente sea consciente de que somos un bicho más en un sistema muy complejo y hermoso que debemos conocer. No se trata de dar recetas mágicas ni ser gurús, sino de explicar científicamente donde estamos".

Forges, por su parte, destacaba la falta de reflexión sobre las consecuencias que tienen determinadas decisiones que afectan a la Naturaleza. "Los japoneses tardaron ocho años en decidir dónde se colocaba una antena de comunicaciones; aquí se eligió el lugar en dos horas y fue un desastre", comenta mientras, al fondo, se ven las antenas en la cima de la Bola del Mundo en Navacerrada.

Pese a que ninguno de los tres plantea soluciones, sino realidades, Arsuaga insiste en que "es posible sacar rendimiento del entorno sin necesidad de acabar con él, por ejemplo, explotando un lugar turísticamente pero poniendo en valor su biodiversidad y manteniéndola, en lugar de llenar de ladrillos los espacios".

Como concluye Forges en el diálogo de un padre y un hijo mirando un pasaisaje hermoso: "Algún día, hijo mío, si no lo cuidamos, todo esto será suyo". "¿De quién papá?". "De la nada,hijo, de la nada".

Extraído de El Mundo

La arquitectura faraónica esconde respuestas al cambio climático.

El ingenio arquitectónico del Egipto faraónico, empleado contra tormentas o terremotos, esconde respuestas al cambio climático que expertos en geoarqueología tratan ahora de desvelar.

"El Antiguo Egipto se enfrentó a importantes variaciones climáticas, sobrevivió a ellas y forjó una de las civilizaciones más célebres de la historia", indica el estudioso Matthieu Ghilardi, del Centro francés de Investigaciones Científicas.

Ghilardi, que ha estudiado las condiciones ambientales de la antigua Tebas, actual Luxor, y la posición del río Nilo durante el período dinástico (3000 a.C. al 400 d.C.), explica que los egipcios "conocían muy bien todos los peligros naturales como los terremotos, las inundaciones del Nilo y las fuertes lluvias".

A su juicio, la fascinación que muchos investigadores muestran aún hoy por esa civilización radica en que "entendieron a la perfección la dinámica de la madre Tierra y se adaptaron a ella". "Es evidente que las condiciones climáticas eran muy diferentes durante el Antiguo Egipto que en nuestros días, pero el registro de todos los fenómenos naturales en los jeroglíficos o la arquitectura nos ayuda a comprender mejor cómo vivían en un ambiente cambiante", subraya Ghilardi.


Adaptación al medio.

Así, una red de gárgolas construida en el complejo de templos de Medinet Habu, en Luxor, unos 700 kilómetros al sur de El Cairo, y empleada para desaguar en caso de violentas tormentas "demuestra que los antiguos egipcios tuvieron en cuenta la potencialidad de las lluvias torrenciales", según el académico.

"Ahora las casas carecen de un sistema parecido", denuncia Ghilardi, que recuerda que las fuertes lluvias que azotaron el Alto Egipto en 1994 destruyeron cientos de viviendas de barro levantadas en zonas de rambla.

Además, en los cimientos de uno de los templos más turísticos, el de Dendera, 70 kilómetros al norte de Luxor, se esconde una arquitectura antisísmica capaz de evitar la "completa destrucción del edificio".

Y para protegerse de un entorno dominado por las violentas crecidas del Nilo, el templo de Karnak, también en Luxor, y los yacimientos coptos, cerca de la ciudad sureña de Qena, fueron edificados al resguardo de pequeñas colinas surgidas de los sedimentos arrastrados por el viento.


Cambio climático A.C.

Las muestras tomadas en los santuarios de Karnak y Luxor, que han permitido reconstruir la dinámica del Nilo y los efectos del cambio climático sobre el flujo del río, indican que el agua alcanzó el primer pilón de los templos durante el Imperio Nuevo (1539-1075 a.C).

La civilización faraónica se estableció entre el 5000 y el 3500 a.C a orillas del Nilo por un calentamiento de la Tierra que causó la desaparición de la sabana que se extendía por el actual desierto del Sáhara.

Durante más de tres mil años, los antiguos egipcios "trataron de adaptar su estilo de vida a un paisaje natural que cambiaba sin remedio", pero en la actualidad, según Ghilardi, el crecimiento poblacional del mundo hace difícil adoptar una actitud similar.

En cualquier caso, Ghilardi advierte de que "se necesita tiempo para entender lo que está pasando en la Tierra", un hábito seguido por los antiguos egipcios para levantar templos o ciudades, e "ignorado en la actualidad".

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Extraído de El Mundo

El abuelo de Atapuerca: el hombre sufría una minusvalía.

El Equipo de Investigación de Atapuerca ha revelado, gracias al hallazgo de varias vértebras y una pelvis, que hace medio millón de años en la sierra burgalesa vivió un hombre corpulento que sufría una grave patología locomotriz, pese a lo cual sobrevivió hasta edad avanzada.

El individuo, según el trabajo publicado en la revista científica PNAS, pertenecía a la especie 'Homo heidelbergensis', antepasada de los neandertales, y según los investigadores probablemente recibió cuidados de su grupo, lo que indicaría que ya entonces los ancianos se trataban con consideración especial.

Según explica a EL MUNDO.es Alejandro Bonmatí, del Centro UCM-ISCIII de evolución y comportamiento humanos de Madrid, los restos se han recuperado en la Sima de los Huesos, una cavidad con 12 metros de profundidad, a lo largo de los últimos 15 años.

Allí se han encontrado restos de 28 individuos de los dos sexos y de diferentes edades, por lo que se cree que fue un lugar de enterramiento premeditado.


Con bastón para caminar.

Lo primero que apareció fue la pelvis, bautizada como Elvis, en 1996, que ha sido la más completa y menos deformada encontrada hasta ahora de esa antigüedad. Posteriormente, fueron apareciendo hasta cinco vértebras lumbares, que ahora se han asociado como parte de su columna vertebral.

El estudio revela que el individuo, de más de 45 años, sufría espondilolistesis, una patología degenerativa, en la vértebra que tenía encima del sacro. Esta malformación, que consiste en un desplazamiento de la vértebra, le obligaría a ir muy encorvado, por lo que podría haber utilizado un bastón como soporte para estar erguido.

Debido a los continuos dolores que sufriría, se cree que no podría desempeñar actividades físicas como cazar, por lo que se cree que el grupo social nómada del que formaba parte tendría una atención especial con sus mayores.

El estudio recoge también una comparativa de la columna de este anciano del Pleistoceno con las de otros individuos sin este tipo de deformidades, pero todas comparten que, como los neandertales, tenían una curvatura vertebral menos marcada que la de nuestra especie, 'Homo sapiens'. "La forma característica de sus vértebras y su pelvis demuestra que sus cuerpos estaban diseñados para minimizar el gasto de energía necesario para mantenerse erguidos", señalan los investigadores.

También han comparado el conducto pélvico del anciano con las pelvis femeninas encontradas en yacimientos de otros países. La conclusión es que las diferencias entre ambos sexos son equiparables a las actuales y, por lo tanto, las madres de hace medio millón de años debían tener similares dificultades en los partos a las que hoy se tienen.

Extraído de El Mundo

Arqueólogos del CSIC descubren restos de una muralla prerromana en Villardiegua.

El yacimiento, que rodea todo el cerro y se encuentra en un óptimo estado de conservación, tiene al menos dos metros de altura y 4,5 de ancho.

Las labores de investigación llevadas a cabo este año por arqueólogos del CSIC en Villardiegua de la Ribera han sacado a la luz los restos de una muralla de la época prerromana de al menos 2 metros de altura por 4,5 de ancho, que en varios tramos aparece reaprovechada para aterrazar las zonas de cultivo. El cerco rodea todo el cerro, excepto en la parte que da al Arribe y este nuevo hallazgo se incluirá en el itinerario arqueológico que se identificará en breves fechas con el fin de dar a conocer a los visitantes la relevancia histórica de la zona.

Así lo ha confirmado el grupo de investigación Estructura Social y Territorio-Arqueología del Paisaje del Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que a lo largo de este año ha continuado las labores de investigación y puesta en valor de los conjuntos arqueológicos de las localidades de Pino del Oro y Villardiegua de la Ribera, financiados por diferentes programas de la Junta de Castilla y León y con la colaboración de los propios ayuntamientos.

Las labores iniciadas en 2009 en Villardiegua de la Ribera, que han tenido continuación este año, permitirán así la apertura de un nuevo itinerario arqueológico con la colocación de paneles informativos, que incluyen la visita a un pequeño conjunto de estructuras mineras auríferas romanas y el asentamiento de Peña Redonda.

Pero además de la puesta en valor de la zona, los investigadores han podido recabar valiosos datos que vienen a corroborar la importancia arqueológica de este territorio situado en la frontera entre las comarcas de Aliste y Sayago. Precisamente, las terrazas situadas al pie del asentamiento de Peña Redonda han sido objeto de estudio durante este año, confirmándose su origen romano «y revelando una profundidad de hasta tres metros».

Según se ha apuntado desde el equipo de investigación que dirige en profesor Javier Sánchez Palencia, «este hecho es especialmente relevante por la dificultad de poder documentar unas terrazas de cultivo de época romana en un estado tan bueno de conservación». Además, junto a los restos de la muralla se han podido documentar también los cimientos de una casa circular junto a gran cantidad de restos cerámicos hechos a mano, «que confirman la cronología del asentamiento desde la Edad de Hierro hasta el final de la época romana».

Además de Villardiegua de la Ribera, este año se ha continuado con las excavaciones en Pino del Oro, donde se comenzó a trabajar en el año 2006 con unos resultados espectaculares.

Así, las investigaciones han permitido ampliar el itinerario arqueológico de la zona minera aurífera romana con dos nuevos puntos de información, que se añaden a los ocho ya existentes. Las excavaciones realizadas en el asentamiento «El Picón» han permitido seguir documentando los restos arqueológicos de un asentamiento datado entre los siglos I y V d. C., recuperándose diversos materiales cerámicos como «tegula», «terra sigillata» o cerámica común romana.

Dentro de los trabajos de este año, se ha llevado a cabo una excavación en el yacimiento de «La Ciguadeña», un pequeño espolón sobre el río Duero, que ha permitido certificar la existencia de un poblado en la Edad de Hierro, rodeado por una muralla que actualmente se conserva reaprovechada y oculta por tierras de cultivo.
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Aparecen los hallazgos más antiguos de Gadir.

Un cine sobre una urbanización fenicia.
Expertos debaten en el yacimiento donde se ha hallado una cisterna romana.  Cata Zambrano

El hallazgo acerca aún más a los gaditanos a sus antepasados, a su forma de vida y a sus costumbres. Las obras en el futuro Teatro de Títeres de la Tía Norica, donde antes se levantaba el cine Cómico en el casco antiguo de Cádiz, han dejado al descubierto los vestigios de una urbanización fenicia. Se trataría de la más antigua localizada en la ciudad hasta ahora. Data de finales del siglo IX antes de Cristo y sorprende la buena conservación y los detalles de los restos encontrados.

En concreto, se han localizado cuatro viviendas, distribuidas en dos terrazas, que formarían una única urbanización de la antigua Gadir. Cada edificio cuenta con su cocina y horno, así como dependencias para dar cobijo a toda la familia.

José María Gener, arqueólogo municipal, asegura que el hallazgo corrobora la fundación fenicio arcaica de Cádiz, además de haber localizado restos que van desde el Bronce final hasta el romano imperial.

Los estudios realizados en las viviendas descubiertas han dejado al descubierto restos de recipientes rellenos de tinte y herramientas para la decoración de cerámicas, por lo que se baraja la posibilidad de que uno de los edificios acogiera un taller de alfarería.

Los restos han sido localizados en un solar de 500 metros, sobre el que se desarrollan actualmente obras, pero la urbanización fenicia puede extenderse por encima de esta superficie. Entre las viviendas se dibujan, además, calzadas pavimentadas con arcilla, sobre las que han quedado fosilizados restos de animales, como un gato.

El concejal de Cultura del Ayuntamiento de Cádiz, Antonio Castillo, considera de suma importancia el hallazgo de estos restos por lo que supone para la historia de Gadir. El Consistorio trabajará ahora en su puesta en valor, para lo que confía en conseguir el respaldo económico de las Rutas Ibéricas Romanas.

Junto a la urbanización fenicia localizada en el subsuelo del futuro Teatro de Títeres, las obras han dejado al descubierto restos romanos, como una cisterna del siglo I después de Cristo. Este hallazgo ha sido trasladado, en parte, al Centro de Interpretación Arqueológica al aire libre ubicado en los jardines de Varela, en el extramuros de la ciudad, para disfrute de los ciudadanos. Los arqueólogos han tardado un año en trasladar parte de esta cisterna romana, ya que se ha tenido que dejar bajo tierra la mitad, al encontrarse bajo un edificio habitado que habría que derribar para poder sacarla.

La estructura romana tiene unas medidas de 6 por 5 metros y una altura media de dos metros. El traslado de la cisterna romana dejó al descubierto la urbanización fenicia, cuyo asentamiento había sido eclipsado por los restos de la época romana.

Extraído de El Mundo