Tito Livio: el maestro de la historia romana

¿Quién fue Tito Livio? Imagen meramente ilustrativa. Tito Livio fue un historiador romano que vivió entre el año 59 a.C. y el 17 d.C., aprox...

Los manuscritos del mar Muerto se abren al mundo.

Google colabora con el Museo de Israel para llevar a la Red los rollos del Mar Muerto, testimonio de las cotumbres israelitas hace 2.000 años.

Escritos en hebreo antiguo y objeto de todo tipo de especulaciones. Su descubrimiento en 1947 levantó una intensa polvareda que incluso llegó a poner en duda algunos dogmas cristianos.

Ayer, casi 21 siglos después de su escritura, Google anunció la digitalización de cinco de estos manuscritos. Conservados desde su descubrimiento en el Museo de Israel, James Snyder, director de la institución, calificó el proceso como "un perfecto matrimonio entre tecnología e historia".

Yossi Matias, director de I+D de Google en Israel, destacó que esta digitalización "rompe las barreras que había entre la información y la gente". Además, permite "que se mantenga esta herencia".

Expertos en Historia de la Iglesia de la Universidad Complutense consultados por Público comentan que, en realidad, se trata de un hecho que aporta poco a la investigación científica, ya que es un texto muy estudiado. La principal contribución se debe a la universalidad, que permitirá a técnicos de todo el mundo acceder a los documentos.
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Los manuscritos digitalizados aluden fundamentalmente al modo de vida desarrollado por los esenios, secta judía que habitaba la región del mar Muerto (actual Palestina). Tan sólo uno de ellos tiene un contenido más dogmático. Esta es una actitud que, según los expertos, es frecuente en el trabajo historiográfico israelí, para consolidar la presencia hebrea en la región.
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Google ya participó en procesos similares como la iniciativa Génesis, del Museo del Prado, el Google Art Project o la digitalización de documentos del Museo del Holocausto.
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Extraído de Público

Un yacimiento muestra la labor textil en la prehistoria.

Las excavaciones que se llevan a cabo en el yacimiento arqueológico de Peñalosa, en Baños de la Encina (Jaén), han sacado a la luz restos de una febril actividad textil hace 4.000 años. Los vestigios prehistóricos ayudan a explicar cómo era la vida en la Edad del Bronce. Los trabajos que dirige el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Granada Francisco Contreras han consistido en la excavación de la zona fortificada de la acrópolis, quedando demostrada la existencia de varias fases en la ocupación del poblado durante la Edad del Bronce.

En una de las casas se ha documentado todo el desarrollo de una actividad textil muy especializada, con la existencia de un telar vertical apoyado en la pared (se conservan las improntas del barro que sujetaba los maderos de encina), más de 30 pesas de arcilla para tensar los hilos del telar y punzones y agujas de hueso relacionados con la confección de tejidos. También se han localizado distintas vasijas de almacenamiento (orzas) con restos de cereales y legumbres, así como un buen número de dientes de hoz de sílex que muestran el trabajo agrícola de la recolección de cereales.

Un segundo complejo ha mostrado el ajuar de un posible minero de Peñalosa con la aparición de varios martillos para la extracción del mineral. También se ha hallado un juego de dos escoplos de bronce.
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Extraído de El País

Evolución y socialización (2).

Por Eudald Carbonell

Lo hemos expresado muchas veces, no se trata de divulgar sino de integrar en el conocimiento  los mecanismos que permiten la construcción científica, de manera que todos seamos capaces de poder abordar críticamente los nuevos avances a través de un pensamiento lógico y dialéctico de base empírica. Difícilmente seremos capaces de ejercer socialmente desde la especie de humanos progresistas y progresivos, sin una información y formación científica.

Por lo tanto, la socialización la entendemos como una forma de readaptación humana a su propio proceso de crecimiento en el planeta. La formación, el conocimiento y la educación científica han de formar parte integral de la organización cultural de todos los especimenes humanos independientemente de la edad, del sexo o de las creencias, en caso de que las haya.

No debemos vernos a nosotros mismos bajo el prisma de los que saben y conocen, y de los que no sabemos, pero tampoco podemos aprender. Esta visión deja en manos de las élites el poder para convertir las relaciones humanas en una forma de alienación inconmensurable en el futuro como lo fue el analfabetismo en el pasado. La historia se repite y no sé si en esta ocasión se acabará en tragedia, lo que si está claro es que avanzar hacia modelos congruentes con nuestro proceso, sólo se puede hacer incrementando la sociabilidad a través del conocimiento científico, un hecho de lo más humano de todo lo humano, en el futuro de nuestra especie.

Lo que decimos no se mueve en el campo de la iluminación ni de la especulación, sino que lo afirmamos conscientes de que solamente con una forma de conocer y de compartir como la que proponemos podemos romper con el continuum de desinformación científica secular en la historia del ser humano. Contemplar a éste como producto de la evolución de la naturaleza, no nos impide entenderlo como una aceleración espacio-temporal de la misma. Ha sido el conocimiento y el pensamiento surgido de la conciencia social lo que nos ha permitido poder analizarnos como sujetos históricos.  No cabe duda de que una buena socialización de la ciencia puede ser el elemento que haga exponencial la aportación individual al progreso social de la especie.
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Extraído de El Mundo

Evolución y socialización (1).

Por Eudald Carbonell

Plantearse integrar el conocimiento científico en la sociedad no es nada sencillo, ya que venimos de tradiciones elitistas donde se consideraba una exclusiva del personal que lo obtenía. Hablamos de la evolución del conocimiento en el siglo XX y ahora en el XXI. Cada vez más, existe entre los investigadores jóvenes unanimidad a la hora de llevar un programa de trabajo que permite la trasferencia de conocimientos al acervo cultural de la especie. Pocos son los que se plantean vivir en la torre de marfil, lejos de lo que la sociedad les ha permitido conseguir con sus impuestos y su desarrollo económico, dedicándose a pensar, que es lo que más gusta a esta profesión.

Conocer las propiedades emergentes, y las ya emergidas, de la naturaleza constituye el proceso matriz de todo este desarrollo humano. Seguramente sin Newton, sin Darwin, sin  Einstein,  sin muchos otros seres geniales, ni seríamos como somos ni viviríamos como lo llevamos a cabo. Todos tienen en común que se han desenvuelto en un entorno sin el cual sería imposible que pudieran dedicar tiempo y capacidad a descubrir qué es lo que nos rodea. Así pues, con mucha probabilidad, lo que nos hace humanos sea el conocimiento y el pensamiento.

Las razones de la socialización de la ciencia son el motivo de ser de la conciencia crítica y del interés general para que en el futuro la especie continúe manteniendo su singularidad en el planeta. Parece del todo irreversible el camino que hemos tomado hacia el conocimiento de la complejidad y su funcionamiento, así como la aplicación práctica del saber adquierido, tanto para  vivir mejor como para prosperar como Homo sapiens.

Integrar la ciencia como proceso social es lo que procede después de la revolución científicotécnica; parece obvio que no hay otro camino. Sin embargo, debemos reflexionar sobre la manera como aplicamos el conocimiento y que la socialización de la ciencia nos ayude a ser más coherentes y solidarios entre nosotros; no veo otro camino y seguramente no hay otro que sea tan eficiente como el que estamos plateando.

Si convenimos que es de interés general que la ciencia se integre como educación práctica, también debemos desarrollar los mecanismos para que esto sea posible. ¿Cómo ejecutarlo? Esta es una cuestión importante. Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías pueden ayudarnos siempre y cuando seamos capaces de generar estructuras epistemológicas adecuadas a los cambios que se han producido en la evolución humana. Se trata de sincronizar actitud y capacidad y así hacernos aptos para abordar la complejidad creciente, sin demasiado riesgo y estrés de especie.

Muchos humanos que trabajamos en el conocimiento de las ciencias de la vida, de la tierra y sociales, estamos muy dispuestos a colaborar activamente en la continuación de algo que hemos considerado consustancial en el programa de trabajo: hacer participar a la sociedad tanto en los descubrimientos y su lógica, como en la propia construcción científica.
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Extraído de El Mundo

El primer antepasado del hombre.

Hace poco más de un año, la prestigiosa revistaScience publicaba un sorprendente hallazgo paleontológico. Se trataba de un homínido desconocido, el Australopithecus sediba, que vivió hace unos 2 millones de años en África y que, según sus descubridores, científicos de la universidad sudafricana de Witwatersrand, podía arrojar nueva luz sobre los orígenes del hombre actual. Los restos fósiles presentados entonces correspondían a un varón de entre 10 y 13 años y a una hembra cerca de la treintena que murieron al caer al fondo de una cueva al mismo tiempo o con unas semanas de diferencia. Ahora, cinco estudios diferentes publicados en la misma revista describen nuevos detalles sobre la anatomía de este antiguo homínido, hallazgos que incluso ponen en duda algunas de las teorías más asentadas sobre la evolución humana. Las investigaciones dejan claro que el sediba tenía rasgos primitivos, como, por ejemplo, un cerebro pequeño, pero también otros muy similares a los humanos, como una pelvis evolutivamente muy avanzada y unas manos «diseñadas» para fabricar herramientas. También caminaba como cualquiera de nosotros. Por esta mezcla de rasgos, los científicos creen que, como sospechaban cuando desenterraron los restos, nos encontramos ante el mejor candidato a antepasado del género Homo, el nuestro.
Las nuevas investigaciones incluyen la descripción más completa jamás realizada de la mano de un homínido temprano, la pelvis más completa jamás descubierta, el escáner de alta resolución más preciso de un cráneo nunca realizado y nuevas piezas del pie y el tobillo. El Australopithecus sediba ha sido examinado de arriba a abajo por más de 80 científicos de todo el mundo.
El primer antepasado del hombre
P.S.
Una mano pequeña, pero muy evolucionada
Para empezar, expertos de la Universidad de Victoria en Melbourne (Australia), ayudaron a precisar la antigüedad de la extraña pareja con técnicas paleo magnéticas y con la datación de los sedimentos del yacimiento sudafricano deMalapa, donde aparecieron los restos, que resultaron tener 1,977 millones de años. Estoadelanta la aparición de los primeros rasgos humanos en el registro fósil, ya que hasta ahora, lo fósiles que databan de 1,9 millones de años, la mayoría atribuidos alHomo habilis y al Homo rudolfensis, han sido considerados los ancestros humanos más primitivos. La mayor antigüedad del Australopithecus sediba aumenta la posibilidad de la existencia de un linaje separado y más antiguo del que podría haber evolucionado el Homo erectus.

Un cerebro del tamaño de un pomelo

El primer antepasado del hombre
ESRF
Un cerebro de 420 cc
Los investigadores de Witwatersrand se encargaron de examinar el cráneo del sediba. Escaneado en detalle en el potente Sincrotrón de Grenoble (Francia), un acelerador de partículas capaz de observar estructuras moleculares como si fuera un grandioso microscopio, contenía un cerebro con forma humana, pero mucho más pequeño -420 cc, apenas el tamaño de un pomelo y poco más grande que el de los chimpancés, cuando el ser humano actual tiene entre 1.200 c y 1.600 cc- aunque con signos de reorganización neuronal en la región orbitofrontal, directamente detrás de los ojos. Según los autores, este resultado pone en duda la clásica teoría de la gradual ampliación del cerebro durante la transición del Australopithecus al Homo.
El primer antepasado del hombre
P. SCHMID
La pelvis es muy parecida a la humana
Otro estudio separado señala que este lejano antepasado tenía una pelvis muy parecida a la humana -algunas partes son indistinguibles- que no se correspondía con su capacidad craneal. Las manos y pies del homínido también muestran una importante mezcla de rasgos primitivos y modernos. Expertos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzing (Alemania) analizaron la mano de la hembra y encontraron que tenía un aparato flexor fuerte, lo que indica que estaba acostumbrada a trepar por los árboles, pero tambiénun pulgar largo y dedos cortos, un signo de que podía agarrar con precisión y una de las características especiales del linaje humano. Posiblemente, afirman los investigadores, ya había comenzado a fabricar herramientas incluso antes que el Homo habilis.

Sobre dos piernas

El análisis de los pies y los tobillos de los dos ejemplares confirma que a veces trepaban a los árboles, pero que también caminaban y corrían sobre dos piernas. La forma del tobillo es tan sorprendente que «si los huesos no se hubieran encontrado pegados, los hubiéramos descrito como pertenecientes a especies diferentes», dice Bernhad Zipfel, de Witwatersrand. La articulación del tobillo recuerda a la de un ser humano, con un arco y un tendón de Aquiles bien definidos, pero el talón y el hueso de la espinilla parecen de simio.
Esta mezcla de rasgos modernos y primitivos «combina características de simios y humanos en un solo paquete anatómico», apunta Lee Berger, descubridor de los fósiles, en lo que parece ser una forma de transición entre los primeros Australopithecus y la aparición del género Homo.
Extraído de ABC

Dejaron su rastro en el ADN: los humanos modernos se cruzaron en África con especies más primitivas.

La genética está revolucionando la historia de la Humanidad: ahora ha revelado que todos los humanos modernos se cruzaron con especies más primitivas que dejaron su rastro en el ADN, una teoría que hasta hace no mucho era desechada por gran parte de los investigadores. Si hace en mayo de 2010 se descubría que los 'Homo sapiens' se hibridaron con los neandertales al salir de África, ahora un nuevo estudio ha descubierto que los que se quedaron en este continente también tuvieron descendencia con homínidos arcaicos, de quienes se desconoce la identidad.

Un grupo de biólogos norteamericanos, liderados por Michael F. Hammer, de la Universidad de Arizona, ha llegado a esta conclusión después de comparar varias regiones del ADN de indígenas del centro de África: en algunas de las poblaciones cerca del 2% de su material genético provendría de un ancestro con el que se reprodujeron sus antepasados hace unos 35.000 años. No se sabe la especie, pero sí que su rama evolutiva se había separado de la nuestra hace unos 700.000 años.

Los científicos se centraron en 61 regiones del ADN no codificado (lo que no son genes) de 16 individuos mandingas, 16 pigmeos baka de Camerún y nueve san (bosquimanos) sudafricanos, si bien también utilizaron muestras de otras étnias, como los dogón (Malí), los xhosa (Sudáfrica) o los mbuti (de República Democrática del Congo).

Homínidos de transición.

Partían de una pregunta sin respuesta: si los 'Homo sapiens' se hibridaron con los neandertales hace 60.000 años, dejándoles hasta un 4% de su ADN, y también hubo cruce con los denisovanos ¿no habría sucedido lo mismo en África? A fin de cuentas, se dijeron, allí podían haber convivido con muchas más especies primitivas durante decenas de miles de años. "El registro fósil indica que hay una gran variedad de homínidos de transición, con características modernas y arcaicas en un área que va de Marruecos a Sudáfrica", recuerdan en un artículo que publican hoy en 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS).

Pero la respuesta no la encontraron en las bases de datos que existen sobre la genética de los pueblos africanos: por un lado, porque no habían tenido en cuenta las mutaciones causadas por la selección natural; y por otro, porque no había información sobre cazadores-recolectores, que son la mayor reserva de diversidad genética del planeta.

Una dificultad añadida es que en África es muy complicado, si no imposible, recuperar ADN de homínidos extintos, como ocurrió con los neandertales, debido a sus condiciones climáticas, muy cálidas.

Fue al analizar algunas secuencias genéticas del cromosoma 4 cuando descubrieron que la única explicación plausible para estos polimorfismos era que procedieran de un homínido arcaico. Además, mientras los pigmeos tienen el porcentaje más alto (un 3,6%) de una de las mutaciones, en otras les superan los bosquimanos (con un 11,9%) y los mbuti (un 14,8%). Precisamente, estos últimos son los que han vivido más aislados durante miles de años en las selvas congoleñas. "Toda esta información sugiere que África central fue el hogar de un homínido arcaico que se hibridó con los humanos modernos que vivían allí", aseguran los autores.

Hibridación.

Los biólogos no ponen nombre a la especie. Tan sólo apuntan que se separó de la rama humana en el Pleistoceno Medio y se mantuvo aislada cientos de miles de años. "Hace 700.000 años en África vivía el 'Homo erectus', que ya tenía un cerebro grande; hace 200.000, ya había individuos con una morfología moderna. Y hay restos de homínidos con rasgos primitivos hasta hace 35.000 años. La eviencia que presentamos aquí sugiere que una especie que llevaba mucho tiempo separada cambió genes con otra que evolucionaba hacia una apariencia moderna o ya la tenía. Y ese fenómeno ocurrió en África central", asegura el equipo de Hammer, que defiende que la hibridación "ha jugado un papel clave en el origen de algunos de nuestros rasgos humanos únicos".

El biólogo Carles Lalueza-Fox (CSIC), que participó en el proyecto del genoma del neandertal, reconoce que "si los sapiens pudieron cruzarse fuera de África, también lo podían hacer dentro" y apunta que "el panorama de la emergencia de nuestra especie es definitivamente más complejo de lo que hubiéramos pensado hace un par de años".

Los autores no entran en determinar qué función tiene ese ADN que han conservado algunos africanos hasta nuestros días. En el caso de los neandertales, se sabe que dejaron genes que mejoraron el sistema inmune de los sapiens. En éste, los científicos ya están buscando para qué les ha servido.
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Extraído de El Mundo

Turquía quiere trasladar los míticos colosos de Nemrut a un museo.


Forman parte de la larga lista de candidatos a la "octava maravilla del mundo" y en 1987 fueron reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Los colosos de Nemrut, en el sureste de Anatolia, un conjunto de estatuas de hasta 9 metros de altura sobre una colina artificial, llevan décadas atrayendo a arqueólogos y turistas: dioses y reyes, leones y águilas se mezclan sobre la cima de un monte desnudo. La foto de las gigantescas estatuas al atardecer -o al amanecer, para los valientes- es un recuerdo obligado de cualquier viajero que se precie... todavía.
Tal vez pronto deje de serlo. El ministro de Cultura de Turquía, Ertugrul Günay, acaba de hacer una propuesta que ha revolucionado el mundillo arqueólogico turco: cree necesario llevarse las estatuas a un museo que se construiría al pie del monte, 800 metros más abajo, para protegerlas mejor. Las duras condiciones climáticas -a 2.134 metros sobre el nivel del mar, la temperatura puede bajar hasta 40 grados bajo cero, y tormentas de nieve, viento y sol azotan la piedra- hacen temer que la erosión vaya acabando poco a poco con este tesoro. "He podido comprobar personalmente los daños ocasionados en los últimos 20 años", asegura. "Sueño con ellas todas las noches. Quisiera cubrirlas con mi manta", añadió.
No todos le creen: teniendo en cuenta que las estatuas llevan en ese lugar desde hace 2.000 años -fueron encargadas por el rey Antíoco I. alrededor de 62 a.C.- deberían aguantar un poco más. Se cree que los daños visibles en nariz y barbillas de las cabezas más conocidas -y el hecho de que todas las estatuas están descabezadas- se deben a una destrucción humana.
Estatuas milenarias.
"Todas nuestras propuestas se encaminan a proteger el conjunto en su lugar original", asegura Neriman Sahin Güçhan, la Coordinadora del Programa de Protección de Nemrut en la Universidad Técnica de Medio Oriente, un organismo establecido por un convenio con el propio Ministerio de Cultura. Declara al diario turco Hürriyet que su equipo ya ha desarrollado una sustancia química idónea para proteger la piedracontra la erosión, y que incluso está aprobada por las instancias del Ministerio encabezado por Günay.
El ministro, sin embargo, niega este extremo. "Les pedí que me trajeran la sustancia y no fueron capaces", asegura. Descarta también la idea de proteger las enormes piedras con mámparas de cristal o lonas, porque los vientos destruirían cualquier estructura de este tipo, y pone fecha a la construcción del museo: podría estar listo dentro de tres a cinco años.
Otros arqueólogos apoyan a Günay y creen que no bastará con un químico para proteger la blanda piedra calcárea y arenisca. Los enormes relieves, de piedra vulcánica, han sufrido aún más la erosión. En la India, sin embargo, se han obtenido buenos resultados con compuestos de silicatos etílicos para proteger templos antiguos. La UNESCO no ha incluido Nemrut en su lista de lugares amenazados. Eso sí, destaca en su descripción que "la transformación del paisaje natural del Monte Nemrut es una de las iniciativas más colosales de la época helenística". En el caso de un traslado quedaría por debatir qué lugar permanecería en la lista: el museo o la colina.
Extraído de El Mundo

Hallazgo en el lago Turkana: las primeras herramientas talladas por un 'Homo erectus'.


Varias de las herramientas de piedra de hace 1,7 millones de años.|'Nature'

Un equipo de paleontólogos y geólogos de Francia y Estados Unidos ha descubierto cerca del Lago Turkana, en Kenia, un conjunto de herramientas de piedra que habrían sido realizadas por un ancestro humano, de la especie 'Homo erectus', hace 1,76 millones de años.

Los investigadores, que publican en 'Nature' el hallazgo, apuntan que serían 300.000 años más antiguas que otros utensilios fabricados con la misma técnica (denominada achelense) por esta especie de homínidos, para algunos expertos los primeros que fueron intrínsecamente humanos. Otros paleoantropólogos, no obstante, defienden que fueron los 'Homo habilis'.

Aunque con anterioridad una de las firmantes del trabajo, Helene Roche, de la Universidad de París Naterre, ya había publicado utensilios de unas fechas similares, estas nuevas piezas confirman que aquellos humanos, que se extendieron por Eurasia y África (allí también se les llama 'Homo ergaster') hace dos millones de años, eran capaces de modelar grandes piedras con forma de hacha y filos cortantes, los bifaces, si bien, dado su gran tamaño, no está claro para qué las utilizaban.

Las herramientas se encontraron a pocos kilómetros de donde el equipo de Richard Leakey localizó, en 1984, el esqueleto más completo conocido de un 'Homo erectus', bautizado como el 'Niño de Turkana'. Fue en el yacimiento de Kokiselei. Los geólogos, dirigidos por Christopeher J. Lepre, de la Universidad de Rutgers (EE.UU.), dataron los sedimentos en función de la polaridad magnética de la Tierra que había en aquel momento del pasado y era distinta a la actual.

De este modo determinaron que pertenecían a un momento llamado 'subcron de Olduvai', con una antigüedad de 1,76 millones de años, lo que según Lepre convierte a las piedras talladas en las más primitivas descubiertas de esa especie humana, la misma datación que previamente habían hecho para un cráeno enontrado en Koobi Fora, otro yacimiento cerca del lago Turkana.

Otros especialistas, como el arqueólogo Manuel Santonja, del Centro Nacional de Evolución Humana (CENIEH), recuerdan que ya había dataciones similares para algunos utensilios de piedra, algunos presentados por la propia Roche hace unos años y otros en Sudáfrica: en la formación Rietputs se han encontrado bifaces de hace 1,6 millones de años.

Respecto a su posible uso, el paleontólogo Eric Delson defiende que, dado su tamaño, podrían haberse utilizado para despedazar grandes animales, como los elefantes. Desde luego, no servirían para tratara de cazar algo a distancia, proque fácilmente podría acabar el cazador con el hombro dislocado dado su peso.

Sin huesos con marcas.

El arqueólogo español Manuel Domínguez-Rodrigo es más cauto y reconoce que, de momento, no se han encontrado yacimientos en los que haya este tipo de herramientas y huesos de animales con marcas de haber sido cortados por ellas.

Por otro lado, los investigadores destacan el hecho de que hubiera herramientas de dos tecnologías distintas (una más primitiva que otra) mezcladas, lo que podría significar que 'Homo habilis' y 'Homo erectus' vivieron en el mismo tiempo, o que los segundos utilizaba ambas, en función de sus necesidades, como mantiene el equipo de Domínguez-Rodrigo, que excava desde hace años en la Garganta de Olduvai.

"Necesitamos conocer mejor el entorno en el que vivían porque eso nos dará pistas de los procesos evolutivos de la biología humana, que ha sido afectada por cambios en el clima, la vegetación y la fauna de su entorno", concluye Lepre. Es algo que, como otros equipos, incluido el del Instituto de Evolución en África (IDEA) español, están tratando de descubrir.
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Extraído de El Mundo