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Los neandertales fueron 'absorbidos' por los humanos modernos.

La desaparición de los neandertales, que vivieron en Europa hace entre 300.000 y 28.000 años, continúa siendo objeto de especulación científica. La teoría vigente hasta hace pocos años, que señalaba que la inteligencia superior de los 'Homo sapiens' provocó su extinción, ha perdido peso a medida que aquellos homínidos han ido mejorando su imagen de especie muy primitiva y sin capacidad de adaptación a su entorno. Ahora, una nueva investigación, realizada con modelos informáticos, ha dado la vuelta a la tortilla y concluye que fueron 'absorbidos' por los más numerosos 'sapiens' porque eran muy similares.
El trabajo, publicado en la revista 'Journal Human Ecology', analiza la evolución biológica y cultural como respuesta al cambio climático durante la Edad de Hielo. Los investigadores, de las universidades de Arizona y Colorado, se centran en las poblaciones de cazadores y recolectores de hace entre 128.000 y 11.500 años. "Nuestros resultados muestran quelos neandertales no se extinguieron porque tuvieran un comportamiento menos sofisticado que otros homínidos, dado que eran muy adaptables, sino que fueron víctimas de su propio éxito", afirma Michael Burton, de Arizona.
El equipo utilizó también datos arqueológicos para documentar cómo todos los grupos humanos fueron cambiando su comportamiento en Eurasia Occidental a lo largo de 100.000 años. Analizan cómo la movilidad aumentó a medida que el clima se iba enfriando y era necesario desplazarse en la búsqueda de alimentos. Sus continuos recorridos, según los modelos creados por ordenador, provocó que ambas especies se entrecruzaran muy a menudo.
Los autores defienden que los neandertales eran homínidos muy flexibles y capaces de modificar su comportamiento ante circunstancias muy duras,y que eso es lo que volvieron a hacer cuando se encontraron con la competencia de otra especie. "Es probable que los 'Homo sapiens' les vieran como posibles compañeros sexuales. Como consecuencia, en cierto plazo, se extinguió su población, fueron absorbidos", explica Julien Riel-Salvatore, de Colorado, también coautor del estudio.

Modelo de 1.500 generaciones.

En su programa, los investigadores modelizaron el equivalente a 1.500 generaciones, demostrando así que humanos modernos y neandertales fueron ampliando anualmente sus encuentros, hasta su desaparición. Esta conclusión 'virtual', Burton asegura que la probaron con los restos arqueológicos.
No obstante, lo cierto es que en toda Eurasia no hay ninguna evidencia física de que ese encuentro llegara a producirse, no hay ni un yacimiento con restos de ambas especies en el mismo momento y hay muchos paleontólogos que apuntan que nunca llegaron a relacionarse.
Sin embargo, según Barton, su modelo también predice el bajo nivel de intercambio de genes de neandertal que se ha encontrado en los últimos estudios genéticos que acaban de ser publicados.
En otras palabras: al adaptarse de forma adecuada a los cambios climáticos severos, tanto los neandertales como otros homínidos menos conocidos (los denisovanos) se hicieron más vulnerables a la extinción biológica y con ello garantizaron su contribución genética a las poblaciones modernas.
En todo caso, y aunque las conclusiones chocan con otros trabajos, se trata de un nuevo método de aproximación a la paleoantropología. "Este modelo informático puede ayudar a mejorar nuestro conocimiento sobre el impacto a largo plazo de los seres humanos en su entorno para tener más datos a la hora de decidir sobre la ocupación de territorios en el futuro", señala Barton.
Extraído de El Mundo

El hombre ya exterminó dos especies animales hace 16.000 años.



El hombre comenzó a dejar su huella destructora sobre la naturaleza desde sus principios. Antes incluso de practicar la agricultura y dominar a las bestias convirtiéndolas en ganado, el ser humano ya contribuyó alexterminio de al menos dos especies de grandes mamíferos hace unos 16.000 años, según un artículo publicado en el último número de la revista Nature. El estudio, en el que participan científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, demuestra que la desaparición del tarpán (Equus ferus) y del bisonte estepario (Bison priscus) se debió a los efectos combinados del impacto humano y el cambio climático.
Durante el Paleolítico superior, hace entre 35.000 años y 10.000 años, Eurasia y América del Norte perdieron aproximadamente entre el 36% y el 72% de los géneros de megafauna, respectivamente. Este suceso coincidió con la expansión de los asentamientos humanos que dominaban la tierra y con el último máximo glacial de hace unos 20.000 año, que «influyó en la desaparición de muchas de estas especies», explica la investigadora del CSIC en la Estación Biológica de Doñana Jennifer Leonard, que ha participado en el trabajo.
El artículo evalúa el efecto de ambos factores sobre la extinción o la repentina disminución de las poblaciones de seis tipos de grandes mamíferos. El equipo analizó 846 secuencias de ADN mitrocondrial, 2.996 restos de megafauna y 6.291 residuos de asentamientos humanos de aquella época en Eurasia para establecer la relación espacial y temporal entre las poblaciones humanas y las de dichos animales. Esta información se ha contrastado, a su vez, con los modelos climáticos de hace 42.000 años, 30.000 años, 21.000 años y 6.000 años.
De las variedades evaluadas, cuatro de ellas están actualmente extintas y corresponden al rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis), al mamut lanudo (Mammuthus primigenius), al bisonte estepario y al tarpán. El resto de las especies analizadas algún conservan poblaciones vivas y corresponden al caballo doméstico (Equus caballus), al reno (Rangifer tarandus), al buey almizclero (Ovibos moschatus) y al bisonte americano (Bison bison).

Más hombres, menos bisontes.

Los resultados atribuyen la extinción del tarpán y del bisonte estepario a la combinación de los dos factores debido a que los restos de ambas especies son los más abundantes en las regiones de asentamientos humanos. Aunque el inicio de sus declives coincide con el último máximo glacial, estos muestran un decrecimiento acelerado que se ajusta a la expansión de las poblaciones humanas hace unos 16.000 años.
Por su parte, la distribución del reno también coincide con los asentamientos prehistóricos y su declive, con el último glacial máximo. Sin embargo actualmente la especie ni siquiera se encuentra amenazada de extinción, lo que, según el artículo, «podría explicarse debido a su alta fecundidad y su flexibilidad ecológica».
Las poblaciones de mamut y rinoceronte no sólo no se vieron afectadas por la presencia humana, sino que aumentaron entre cinco y diez veces al menos 10.000 años después de su primer contacto con humanos. El buey almizclero no mantuvo relación con los hombres, sin embargo, al igual que el rinoceronte, su número descendió súbitamente tras la última glaciación máxima. Por el contrario, la extinción del mamut sigue siendo un misterio ya que su población continuó aumentando tras el evento climático, hasta desaparecer de forma repentina. Su ocaso en Norteamérica es también un enigma, que algunos científicos atribuyen a la aparición de losClovis, considerados, aunque con dudas, la primera cultura indígena americana.
«Los resultados son especialmente oportunos ahora que intentamos determinar cómo el actual cambio climático afectará a la fauna, señala Leonard. Sin embargo, «los resultados indican que cada especie reaccionó de forma diferente, por lo que la ausencia de un patrón común complica la conservación de especies», concluye.
Extraído de ABC

Los 'sapiens' llegaron a Europa Occidental hace 45.000 años.

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La llegada de los humanos modernos a Europa vuelve esta semana a la palestra científica con dos trabajos, publicados en la revista 'Nature', que adelantan unos cuantos milenios su aterrizaje en el oeste del continente. Restos fosilizados, encontrados hace décadas, han sido analizados de nuevo y, según los investigadores, pertenecieron a 'Homo sapiens' de hace entre 40.000 y 45.000 años que vivieron en Italia y al sur de Inglaterra.
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Hasta ahora, los fósiles más antiguos de nuestra especie se habían encontrado en Rumanía (Pestera cu Oase), mucho más al este, y tenían menos de 40.000 años de antigüedad. Ahora, el cambio de fecha, si se confirma, supondría que convivieron más años con los neandertales y que tecnologías sofisticadas atribuidas a estos últimos realmente fueron realizadas por nuestra especie. Sin embargo, no todos los expertos están de acuerdo con estas conclusiones.
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Uno de los fósiles del estudio, parte de un maxilar superior, fue encontrado en 1927 en la Caverna de Kent, en Inglaterra. Unas pruebas con radiocarbono, realizadas en 1987, los situó hace unos 35.000 años, pero ahora han sido investigados de nuevo en la Universidad de Oxford. En concreto, y dado que la excavación tuvo lugar hace más de 80 años, los investigadores han estudiado ahora fósiles de otros animales de la colección del Museo de Historia Natural de Torquay. Y su conclusión es que el fragmento del maxilar perteneció a un humano moderno que vivió hace unos 43.000 años.
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El estudio, cuyo primer firmante es Tom Higham, de Oxford, detecta en las piezas dentales rasgos que también podrían ser de neandertales, pero sus autores consideran que predominan los de 'Homo sapiens', a quien atribuyen unas herramientas de piedra de tecnología Aurignaciense (más avanzada que la musteriense de los neandertales) encontradas en el mismo lugar. "Con ello se demuestra la rápida y amplia dispersión de los humanos modernos por toda Europa hace más de 40.000 años", concluyen.
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Los dientes italianos.
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También en 'Nature' se publica la nueva datación de otros fósiles, en este caso dos dientes de niño encontrados en 1964 en la Grotta de Cavallo, una cueva al sur de Italia. Según sus autores, entre los que se encuentra Michael Coquerelle, colaborador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), este infante también era un humano moderno y vivió hace entre 45.000 y 43.000 años. Hasta ahora se pensaba que eran de un joven neandertal.
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Para los estudiosos de estos fósiles, no hay duda de que las herramientas relativamente sofisticadas (de la tecnología uluziense) que hay en esa gruta italiana tampoco fueron fabricadas por los parientes neandertales, sino por antepasados de nuestra especie.
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Pese a estas conclusiones, a algunos especialistas europeos no les convencen mucho estos resultados. El paleontólogo Joao Zilhao, actualmente en la Universidad de Barcelona, considera que en el caso de la Caverna de Kent las dataciones no están bien hechas porque no se han tenido en cuenta la historia geológica de Kent. Así lo cree también, según declara a ELMUNDO.es, el actual codirector del yacimiento, Paul B. Pettitt.
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En opinión de Zilhao, algunos científicos se niegan a reconocer capacidad simbólica a los neandertales "cuando hace más de 50.000 años, ya se adornaban y pintaban, como demostramos en la Cueva de los Aviones de Cartagena".
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Extraído de El Mundo