Cada pueblo, cada generación, a menudo sin ser consciente de ello, va dejando testimonios de su existencia en la tierra; historias que los arqueólogos tratan de descubrir, analizando capa a capa cada uno de los restos que han sobrevivido al paso del tiempo.
Para centrarse en ese análisis, el equipo multidisciplinar que está excavando en el yacimiento íbero-romano de Cástulo, en el municipio jiennense de Linares, desarrolla desde junio de 2011 un sistema de documentación con el que se pretende optimizar, simplificar y hacer más ágil el proceso de excavación arqueológica.
«El sistema de registro habitual, aunque es muy eficaz, se viene usando desde finales del siglo XIX. Habiendo tanta tecnología, no había excusa para seguir mirando hacia otro lado», asegura a ELMUNDO.es de Andalucía Manuel Serrano, uno de los arqueólogos que forma parte del proyecto Forum MMX.
Por ello, este equipo ha decidido valerse de tecnología ya existente para sus propios fines. «Al principio probamos tablets, que se están usando en otras excavaciones, pero el tema de las pantallas en estas condiciones ambientales es terrible, porque no se ve nada», comenta el experto, explicando que al final optaron por utilizar un bolígrafo-escáner conectado mediante bluetooth a un Smart-phone con acceso a Internet.
Con ese bolígrafo, rellenan en el propio yacimiento las fichas de registro de los elementos hallados. En ellas se recogen todos los datos que necesitan: referencias espaciales, croquis, descripción de los estratos y características de los mencionados elementos.
«El boli –gracias al escáner y a una microtrama que lleva impresa cada hoja– reconoce el punto de la ficha en el que está. Nosotros –cuenta Serrano– le metemos los datos relativos al día, la hora, el estrato en el que ha aparecido el elemento, el volumen, le podemos decir que incluya foto orientativa, que hacemos con el móvil, y le damos a enviar».
En ese momento, el Smartphone –como hemos dicho, conectado al boli a través de bluetooth– manda los datos a un servidor, que genera un código para ese elemento recién registrado y lo envía automáticamente al mencionado móvil. «Ese código es el que tengo que apuntar en la ficha», añade el arqueólogo.
Todos los elementos encontrados y registrados –organizados en bolsas con sus códigos numéricos correspondientes– se trasladan después al Museo Arqueológico de Linares, donde se etiquetan antes de ser almacenados convenientemente.