Alfonso Luis Herrera quiso fabricar un
híbrido de chimpancé y hombre que diese como resultado otro Homo erectus
El hombre de Herrera no debía ser más grande que la hembra del chimpancé |
El ateísmo de Herrera culminó con su propuesta de crear un ser, mitad mono mitad hombre, para explicar,
de una vez por todas, el origen animal del hombre moderno y su «naturaleza
bestial» y, por derivación, la famosa teoría de Darwin. No se realizó porque,
según el biólogo, la Iglesia puso en marcha la máquina de la censura.
Herrera estaba harto. Había pasado buena parte de su vida predicando en el desiertoque no había divinidad alguna que hubiese construido en seis días lo que entonces y hoy es la Tierra. Por eso, en 1933 publicó El híbrido del hombre y del mono —hoy en la Biblioteca Nacional— en el número LXXXII de la serie Cuadernos de Cultura, donde defendía en 34 páginas su convencido evolucionismo.
Herrera estaba harto. Había pasado buena parte de su vida predicando en el desiertoque no había divinidad alguna que hubiese construido en seis días lo que entonces y hoy es la Tierra. Por eso, en 1933 publicó El híbrido del hombre y del mono —hoy en la Biblioteca Nacional— en el número LXXXII de la serie Cuadernos de Cultura, donde defendía en 34 páginas su convencido evolucionismo.
Herrera pretendía devolver a su presente un ser vivo
parecido al homo erectus. En principio, porque su intención, al menos la
inmediata, era reproducir la evolución
del hombre a partir de este espécimen, de modo que, con el paso de los años, el Homo erectus fuese capaz de desarrollarse hasta el antecesor.
El hombre y la mona, de la misma estatura
Es verdad que los híbridos existen, pero también es
verdad que son incapaces de reproducirse, y que la comunidad científica en
general ve posible el proceso, pero no su culmen.
Aún así, y para que el asunto no quedase en aguas de
borraja, Herrera puso fecha y hora a su experimento. Según el biólogo, las
pruebas debían realizarse en el Parque Zoológico de México,
debido a la climatología favorable
que se allí daba para un chimpancé cualquiera.
Entonces decidió que emborrachar
a una hembra de chimpancé «sin llegar a una alcoholización excesiva» y fecundarla después, como quien no quiere la cosa, con el esperma de un humano previamente recogido en un condón, sería la mejor
manera de llevar a término su experimento. Hay que decir que Herrera
consideraba necesario que el hombre no fuese más grande que la hembra del
chimpancé, para que una cría cabezona en exceso no terminase durante el
parto con la vida de la madre y con la del propio «producto».
Incluso hubo quien lo pudo materializar
Podemos hablar aquí de
Ivanov, el ruso que consiguió que el Instituto Pasteur le dejase sus
instalaciones para tratar de construir un híbrido entre mono y hombre con el
dinero de la Academia de Ciencias de Rusia.
El biólogo ruso inseminó
tres de trece hembras de chimpancé que había traído de la selva, pero ninguna
culminó su embarazo. Entonces decidió invertir el proceso y propuso que fuese una mujer quien llevase un mono en la
barriga. Pero Francia no pasó por el aro, su último chimpancé se quedó seco
de semen, y él fue condenado a cinco años de exilio en Kazajistán, donde
falleció en 1932.
Para
otro queda el Movimiento estadounidense por la Extinción Humana Voluntaria del
que Herrera era partidario, y que consiste en animar a propios y a extraños a no
concebir nada de nada para terminar así de forma gradual con nuestra especie.
No se sabe muy bien si la idea de Herrera era la de un kamikaze genético, o si
en realidad pretendía avanzar en el conocimiento de la evolución del Homo
sapiens.
Autora| Virginia Mota
San Máximo
Imagen| Pixabay
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