¿Qué relación tenían los romanos con la muerte?

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El asesinato de Marat a través de los ojos del Arte

Este crimen perpetrado a finales del siglo XVIII ha sido fuente de inspiración para numerosos artistas

Jacques-Louis David, La muerte de Marat, 1793 (detalle)
Si echamos la vista atrás en lo que a temática se refiere, a lo largo de los siglos que recorren la Historia del Arte, siempre encontramos ciertas escenas por las que los genios creadores sienten más predilección. Hay temas de los que se encuentra representación sin importar la época, tanto de carácter religioso o mitológico, ya sea el personaje de la Virgen María o el de la diosa Afrodita.

Pero no hay que olvidar que también hay muchos artistas que deciden plasmar hechos históricos, vivencias cotidianas o un delito que marque el curso de los acontecimientos y que con el paso del tiempo se convierte en una verdadera obra de arte.

Centrándonos en esta temática, el escenario de la Revolución Francesa ha sido motivo de creaciones que se han vuelto inmortales, que nos trasladan a momentos como el del reinado del Terror.

Uno de los protagonistas destacados de este convulso período será Jean-Paul Marat (1743-1793), científico y médico francés conocido sobre todo por su labor como activista y político durante la Revolución. Marat formaba parte de los jacobinos, el flanco izquierdista de este momento: republicanos, claros defensores del sufragio universal y la soberanía popular. Entre sus miembros más radicales se encontraba Maximilien Robespierre, jefe incuestionable de esta facción.

Su feroz enfrentamiento con los girondinos, grupo político moderado y federalista, será el telón de fondo dentro de la Revolución que dará origen a la temática que pretendemos abordar.

Cuando dan comienzo los alzamientos en 1789 Marat ya ha abandonado por completo su carrera como médico y decide entregarse por completo al conflicto político. Pronto dirige su propio periódico desde el que ataca a colectivos poderosos, motivo por el que es encarcelado y obligado a esconderse, entre otros sitios, en las mismísimas catacumbas de París. Este incidente le ocasionó una dolorosa enfermedad crónica de la piel.

En 1792 apoya las denominadas masacres de septiembre, donde se acabó con la vida de cientos de prisioneros políticos, uno de los momentos más oscuros de la Revolución. En 1793, tras ser guillotinado Luis XVI, la lucha entre Marat y los girondinos se vuelve cada vez más encarnizada. El 31 de mayo de 1793 se produce la caída de los girondinos, que sería recordado como el último mérito de Marat.

Semanas después, se encontraba en su casa tomando un baño caliente, uno de los pocos remedios que aplacaba levemente la angustia que le producía su enfermedad de la piel. Esa se había convertido en su rutina, baños calientes mientras no dejaba de escribir sus próximas publicaciones. Era el 13 de julio de 1793 cuando Charlotte Corday, afirmando ser una mensajera proveniente de Caen, llamó a su puerta ofreciéndole una lista de nombres de girondinos huidos. No se sabe con certeza si llegó a darle una lista o no, pero cuando Corday se encontraba frente a Marat sacó un cuchillo y lo apuñaló en el pecho, muriendo casi en el acto.

Charlotte Corday era una girondina confesa, creía firmemente que eliminando a Marat acabaría con la pesadilla en la que estaba sumida la Revolución. No intentó en ningún momento escapar, fue detenida y enviada a prisión; tanto ella como otros cientos de adversarios de los jacobinos fueron guillotinados en los días siguientes.

Jacques-Louis David, La muerte de Marat, 1793
Será en este preciso momento cuando entre en juego el pintor neoclásico Jacques-Louis David, amigo íntimo de Marat y firme defensor de Robespierre. Tras la muerte de su compañero decide inmortalizarlo para siempre, realizando probablemente su obra más sobresaliente, La muerte de Marat (1793), aunando para siempre los conceptos de arte y política. Pero David consigue mucho más con su composición, ya que eleva a Marat prácticamente a la categoría de mártir usando su imagen como un claro mensaje propagandístico.

David decide representar el momento justo en el que Marat agoniza dentro de la bañera tras ser apuñalado, eliminado al personaje de Corday de la escena. Marat se desangra dentro de su particular tumba, llevando un turbante empapado en vinagre alrededor de la cabeza para calmar su afección de la piel. Al presentarlo en el instante justo de su muerte, completamente indefenso y desarmado, intensifica sobremanera el concepto heroico del que Marat ya gozaba entre los sectores más pobres del pueblo, se encuentra completamente idealizado gracias al pincel de su leal amigo.

En su mano izquierda sujeta un papel, una carta en la que se lee el nombre de Charlotte Corday y el mensaje “basta con que yo sea realmente desdichada para tener derecho a vuestra benevolencia”. Corday había escrito a Marat hasta en dos ocasiones solicitando una cita, y aunque no se sabe con certeza si este papel es un extracto de una de esas cartas, si que es una manera de dar constancia en la obra de la identidad de la asesina. David había visitado a Marat tan sólo un día antes de su muerte, por lo que guardaba un recuerdo muy vívido de la estancia y los objetos que rodeaban a su compañero, aunque al final lo que inunda toda la escena es el cuerpo del líder revolucionario, exhalando su último aliento.

El brazo derecho en el que aun sujeta su pluma cae dramáticamente hasta el suelo, intensificando una vez más la actitud de completa agonía; un brazo que a menudo es comparado con el de Jesús en el cuadro El Santo Entierro de Caravaggio, autor muy admirado por David. Al lado de la pluma encontramos el cuchillo ensangrentado, enfrentando ambos objetos: “las revoluciones empiezan por la palabra y terminan por la espada”, afirmaba el propio Marat.

Cada detalle de este cuadro está concebido para ensalzar la figura de Marat pero además David es capaz de realizar su obra maestra en poco menos de cuatro meses. La pintura fue muy admirada durante el Terror, produciendo numerosas copias de la misma; pero posteriormente cayó en el olvido hasta que Charles Baudelaire vuelve a sacarlo a la luz con su famosa crítica en 1846: “el drama esta ahí, vivo en todo su lamentable horror, y por una proeza extraña que hace de esta pintura la obra maestra de David y una de las grandes curiosidades del arte moderno, no tiene nada de trivial ni de innoble. Lo más sorprendente en este desacostumbrado poema, es que está pintado con extrema rapidez, y cuando pensamos en la belleza del dibujo, hay para confundir nuestro espíritu”.

Paul Baudry, Charlotte Corday, 1860
Tras la crítica de Baudelaire la obra de David vuelve a recuperar su merecida fama y comienza a ser inspiración para otros pintores que van a ofrecer sus versiones particulares sobre la muerte de Marat. Uno de los primeros será Paul Baudry, pintor academicista durante el Segundo Imperio francés. En 1860 realiza su obra sobre el famoso asesinato, donde la diferencia fundamental radica en que Charlotte Corday se encuentra en la escena, acaparando prácticamente la mirada del espectador. Marat queda relegado en un lateral, apagándose dentro de la bañera. Se nos presenta por fin a la perpetradora del crimen, con la mirada perdida hacia el infinito, serena y con el rostro iluminado, en contraposición al rostro convulso de Marat y el desorden que domina en la habitación. Una interpretación del acontecimiento sin duda contraria a la de David.

Jean-Joseph Weerts, El asesinato de Marat, 1883
Jean-Joseph Weerts, academicista francés de origen belga realiza su versión en 1883 añadiendo una mayor teatralidad a la escena al representar en la estancia, además de a Corday y a Marat en la bañera, a un grupo de gente indignada tratando de atrapar a Corday y algunos guardias intentando contenerlos. En esta caso la lectura que hace el artista es obviamente falsa, ya que nunca entraron ciudadanos en el cuarto de Marat; se intenta dotar de más dramatismo y movimiento al lienzo añadiendo un mayor número de personajes.

Edvard Munch, La muerte de Marat, 1907
En 1907 Edvard Munch nos ofrecerá su particular visión de este hecho histórico. El famoso pintor noruego, que abrió el camino hacia el expresionismo, adapta la temática a su estilo personal. Ya no encontramos ningún rastro de la obra original de David pues ante nuestros ojos se presenta en un primer plano la figura de Corday desnuda y mirando fijamente al espectador con actitud impasible; en segundo plano, el cadáver desnudo y ensangrentado de Marat aparece tendido sobre una sábana blanca y, que lejos de aparecer como en cuadros anteriores, su postura recuerda más a la de un crucificado. Munch utiliza este suceso para mostrar sus propias obsesiones, encabezadas por la muerte. Realizó varias versiones con esta temática.

Pablo Picasso, La muerte de Marat, 1931
Una de las obras que más se sale de los cánones es sin duda la que concibe Pablo Picasso en 1931; en ella se nos muestra a los dos personajes principales como un claro adelanto de lo que está por venir, el Guernica. En el interior de una estancia asfixiante Corday se abalanza como un enorme monstruo sobre el diminuto Marat, que apenas es algo más que una cabeza, mientras lo apuñala. El lienzo es bastante monocromático excepto por la sangre, que corre a borbotones por todo el cuarto. Sin duda estamos ante una visión terrorífica, nadie escapa al grito desgarrador de Corday.

Poco a poco el cine y la fotografía van entrando en escena y el tema de la muerte de Marat no hace sino aumentar su popularidad. En el film de 1927 Napoleón el director Abel Gance recrea la famosa muerte, haciendo que el cuadro de David se vuelva de carne y hueso.

Lady Gaga fotografiada por Robert Wilson, La muerte de Marat, 2013
En el caso de la fotografía el interés se mueve por el mismo camino y se pueden encontrar numerosas obras que calcan el afamado cuadro del pintor neoclásico. Artistas como Gavin Turk o Beth Dubber han inmortalizado el cuadro de la manera más real posible; incluso la inefable cantante Lady Gaga ha sido fotografiada caracterizada como Marat por Robert Wilson.

En el campo de la literatura no podemos dejar de mencionar la obra de teatro que escribirá Peter Weiss en 1963, La persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representada por el grupo teatral de la casa de salud mental de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade, conocida brevemente como Marat/Sade. Se trata de una obra dentro de otra obra, colocando a Sade y a su grupo teatral que había creado en el asilo de Charenton a representar una obra centrada en el asesinato del activista francés, construyendo un brillante duelo entre la causa revolucionara de Marat y la defensa del hedonismo propio de Sade. La obra fue llevada al cine de la mano de Peter Brook en 1967.

Estas son solo algunas de las numerosas creaciones que existen sobre la muerte de Jean-Paul Marat. La estela artística que ha desencadenado este acontecimiento histórico queda más que patente en todas las áreas humanísticas, encabezadas por el mundo pictórico, una temática que no deja de mostrar los estilos y las ideas más personales de los autores que la plasman.

Bibliografía

ARGAN, Giulio Carlo. El arte moderno. Ediciones AKAL, 1991.

BAUDELAIRE, Charles. Salones y otros escritos sobre arte. Ed. Antonio Machado, 2017.

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Imágenes| Wikipedia