El
análisis químico de unas vasijas de cerámica del Neolítico ha permitido
detectar la presencia de cera de abeja
Mural de la tumba de Pa-bu-sa en Luxor (Egipto), en el que se muestra la práctica de la apicultura |
La miel es conocida y
utilizada por la humanidad desde hace miles de años. Ya en las crónicas de Gilgamesh el Inmortal, el
Rey Uruk Babilónico que supuestamente vivió cientos de años, se mencionaba la
miel como un manjar digno de los Dioses. Se trataba, para estos pueblos, de un alimento
tan digno que “el regalo de la miel es similar a la vida eterna del Gran Uruk”.
Los sumerios, los
egipcios y otros pueblos antiguos la utilizaban y guardaban sus recetas privadas con gran celo. Pero ¿hasta dónde se
puede remontar cronológicamente la práctica de la apicultura?
Hasta ahora, a parte de
estos textos de los que hablamos, las imágenes del arte rupestre prehistórico o de los murales del antiguo Egipto sugerían,
como poco, que los primeros agricultores del Neolítico ya practicaban la
apicultura. Sin embargo, hasta ahora no teníamos evidencias científicas que probaran
este hecho.
No obstante, recientemente
se han publicado los resultados de una larga investigación que muestra las fechas más antiguas, según las evidencias
químicas halladas en los artefactos cerámicos usados, del contacto del ser humano
con las abejas para su explotación alimentaria.
Los análisis químicos practicados
a un gran número de vasijas de cerámica del Neolítico, de más de 150 yacimientos arqueológicos en Europa,
han permitido detectar por primera vez la presencia de cera de abeja en
artefactos de esta época.
Según las declaraciones
a los medios de comunicación de Richard Evershed, de la Universidad de la
Unidad de Geoquímica Orgánica de Bristol, los estudios que ellos han llevado a
cabo son los primeros que proporcionan evidencias inequívocas de la distribución
paleoecológica de estos insectos por Europa y su relación con el ser humano. Para
ello, se han basado únicamente en los resultados de las pruebas químicas de la “huella digital” de la cera de las abejas en
los recipientes cerámicos encontrados en las excavaciones arqueológicos
europeas.
La investigación llevada
a cabo demuestra la explotación generalizada de las abejas por los primeros
agricultores y hace retroceder la cronología de la actividad apícola, al menos,
hasta hace 8500 años. Se trata de
una fecha anterior sustancialmente a la que se manejaba hasta ahora.
Autor| José Antonio Cabezas Vigara
Vía|
Bristol
Imagen|
C.
V. Albéitar
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