Mitra y el cristianismo: ¿copia o meras semejanzas?

El culto a Mitra y el cristianismo Imagen meramente ilustrativa. En los recovecos de la historia, se entrelazan mitos y creencias que han de...

Rasputín y la mujer del Zar

El último Zar

Imagen de Rasputín
Antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, Rusia se encontraba en un periodo de decadencia. La figura de Rasputín surgió en el momento mejor indicado, cuando se necesitaba de un salvoconducto, alguien que diera seguridad y confianza en aquellos inquietos tiempos.

Grigori Yefímovich Rasputín fue un monje aventurero de origen campesino, que tuvo cuatro hijos con Proskovia a los que al poco tiempo abandonó, para viajar a Grecia y a Jerusalén, donde subsistió gracias a las donaciones que recibía de los pobladores.

Más adelante Rasputín llegó a San Petersburgo y gracias a su fama de visionario y a su misticismo logró abrirse un hueco entre la alta sociedad rusa. La esposa del Zar, Alejandra Fiódorovna, lo recibió como a un hombre santo y no dudo en tomarlo como a una especie de consejero personal y abrazando la esperanza de que gracias a sus dotes de curandero, quizás algún día, lograra curar a su hijo Alexis.

Mientras el singular monje iba reafirmando su popularidad entre los más selectos grupos de la sociedad rusa fue creándose poco a poco las desconfianzas de muchos que le apuntaban como el responsable del deteriodo económico por el que estaba atravesando el Imperio.

El estallido de la Gran Guerra solo hizo que empeorar las cosas, el Zar Nicolás II partió al mando de su ejército y su esposa Alejandra se hizo cargo del gobernar el país, infuenciada, como no, por Rasputín.

Los rumores de grandes orgias llevadas a cabo por Rasputín, las hambrunas provocadas por la falta de alimento, ya que los campesinos se encontraban sumergidos en la contienda, y la pasividad del Zar, provocó un complot para acabar con la vida del monje. El pueblo veía como se les escaba el futuro de las manos y fijaban su hambrienta mirada hacia las ventanas de los palacios donde los bailes y las fiestas parecían no tener fin.

Lenin, en el exilio, se frotaba las manos, sabía perfectamente que la deseada Revolución dentro de poco dejaría de ser una utopía para convertirse en una realidad.

La conspiración se llevo a cabo y Rasputín fue asesinado.

Como es de esperar, han surgido numerosas especulaciones sobre el modo y la autoría del asesinato del visionario, pero lo que es realmente cierto es que, al poco tiempo, el campesinado se unió, por fin, al pueblo y dijeron basta y abrazaron la revolución.

Ahora sí, apareció Lenin y sus camaradas para abrir un nuevo periodo en la Historia de la Humanidad. Una larga época en la que no iban a faltar las hambrunas y los excesos contra el pueblo. Comenzaba la llamada Dictadura del Proletariado.

Nota del autor: si os interesa esta temática, podéis leer mi novela “La estepa de los malditos” clickando en este enlace.

Imagen| Tu History

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