Santo Grial, la búsqueda acaba en Valencia.

Expertos internacionales dan verosimilitud en un congreso a la historia del Santo Cáliz guardado en la catedral.

El visitante fija la mirada en el retablo de alabastro que «abraza» al Santo Cáliz. En la capilla sólo hay una persona más; tiene pinta de ser un entendido en la materia y estar disfrutando de la paz del recinto. El turista se anima: «Perdone, seguro que usted sabe qué es esa copa...». El supuesto experto opta por la cautela y recomienda a su interlocutor una guía que puede obtenerse allí mismo, en la catedral, y que explica con detalle todos los tesoros del templo. Pero el tipo no se da por vencido: «Ya, pero seguro que podría darme información...». «Pues mire, ese cáliz es el Santo Grial, usado por Jesucristo en la última Cena...». Cara de extrañeza. Y, un segundo después, media sonrisa. «Sí, claro, en Valencia tenía que estar...».

Jorge Manuel Rodríguez, presidente del Centro Español de Sindonología (dedicado al estudio de la Sábana Santa de Turín y otras reliquias), contó esta anécdota real en el I Congreso Internacional del Santo Cáliz celebrado hace unos días en Valencia. «La reacción de aquella persona que me preguntó en la capilla prueba los dos sentimientos que despierta el Grial: admiración y escepticismo», comenta. Para fomentar el primero y acabar con el segundo varios expertos en la materia presentaron pruebas documentales, pictóricas y arqueológicas que le dan un barniz de verosimilitud a esta pieza que acabó en la capital valenciana en 1424 después de diversos avatares históricos. El foro presentó un lleno absoluto, con más de doscientas personas interesadas por un vaso que ha alimentado mitos, películas y literatura pseudocientífica (en algunos casos, auténticos superventas).

Pero, ¿qué diferencia a este vaso de otros presuntos griales que han presentado su candidatura a lo largo de las centurias? (Ya en el siglo XVI había referencias a 20 copas que reclamaban los honores). ¿Y cómo acabó este en particular en la catedral de Valencia? Si uno se fija verá una reliquia de aspecto medieval y ricamente trabajada. En 1960 fue analizada concienzudamente por Antonio Beltrán, catedrático de Arqueología de la Universidad de Zaragoza, que concluyó que está formada por tres partes distintas, todas de diferente época. El Santo Cáliz es la parte superior, una taza de ágata de origen oriental que los expertos fechan entre los años 100 al 50 antes de Cristo. Según el estudio del profesor Beltrán, fue labrada en un taller de Egipto, Siria o de la propia Palestina, «por lo que bien pudo estar en la mesa de la Santa Cena y ser la que Jesucristo utilizó para beber, para consagrar o para ambas cosas».

El rastro histórico.

Manuel Martín Bueno, sucesor en la cátedra de Antonio Beltrán y uno de los ponentes del reciente Congreso, explica que al tratarse de una pieza de ágata, es decir, una roca -no materia orgánica-, poca información puede aportar al margen de su datación. El origen del mineral no revela si pudo usarse hace 2.000 años. Aunque hay técnicas -como el difractograma o la fluorescencia de rayos X por energía dispersa- que permiten reconocer elementos químicos.

El problema es que los sofisticados aparatos que se utilizan para esas pruebas no pueden llevarse en un maletín de los CSI a la Capilla del Santo Cáliz y habría que trasladar la copa, un plan que no convence en absoluto al arzobispado de Valencia. Así que no queda otro remedio que realizar un rastreo histórico y tropezar con las múltiples leyendas que existen en torno al Grial. Claro que, de todas ellas, «la más seria desde el punto de vista documental es la española», concluye Martín Bueno.
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San Pedro y el cáliz.

Janice Bennett, doctora en Literatura Española por la Universidad de Colorado y autora del libro «San Lorenzo y el Santo Grial», también estuvo presente en la cita valenciana y cree verosímil que Pedro u otro apóstol guardaran el vaso, dada la trascendencia para los cristianos de la ceremonia que llevó a cabo con él Jesús. Según la tradición, la copa fue llevada a Roma por San Pedro, con posible escala en Antioquía, y usada para la Eucaristía por los primeros Papas. Jaime Sancho, presidente de la comisión de Liturgia del Arzobispado de Valencia, ha estudiado el Canon Romano, que data del siglo II. Expresa textualmente en la plegaria eucarística la fórmula «y tomando en sus santas y venerables manos este cáliz glorioso», mientras que el resto de plegarias, tanto las orientales como las occidentales, dicen simplemente «y tomando el cáliz...». En su opinión, «las palabras «este» y «glorioso» nos hacen pensar que los Papas utilizaron el mismo cáliz de Jesús hasta el siglo III.

El viaje continúa.

En el año 258 el Imperio Romano sufre una grave crisis económica. El emperador Valeriano empieza a mirar con ojos codiciosos los bienes de la Iglesia. Es entonces cuando el Papa Sixto II le encarga a su diácono San Lorenzo que proteja la reliquia. Janice Bennett ha encontrado un documento del siglo VI en la Biblioteca Nacional que «prueba que San Lorenzo envió el Santo Cáliz a Huesca. El manuscrito -escrito por San Donato y traducido por el religioso agustino Lorenzo Mateu- también revela que San Lorenzo nació en Valencia y no en Huesca como se cree, aunque sus padres sí eran oscenses». Es por tanto factible pensar que el diácono llevara el Grial a la casa familiar.

Durante la invasión musulmana, a partir del año 713, fue escondido en los Pirineos. «Los peregrinos que recorrían el Camino de Santiago escuchaban de boca de los trovadores historias acerca de una copa sagrada que se ocultaba en las montañas», añade Jorge Manuel Rodríguez, del Centro Español de Sindonología. Un documento del año 1071 menciona un precioso cáliz de piedra que se encontraba en el monasterio de San Juan de la Peña (Huesca). «En la iconografía medieval de la región abundan las representaciones del Grial -continúa Rodríguez-. Por ejemplo, la imagen de la Virgen que aparece en el pantocrátor de San Clemente de Tahull, en Lérida, sostiene un cáliz que refulge, aunque no lo toca directamente, sino a través del manto, detalle que simboliza lo sagrado del objeto. Creemos que la valiosa antigüedad que se conserva en Valencia es, además, el origen de las leyendas franco-germánicas sobre el Santo Grial. El Perceval describe la copa y San Juan de la Peña».

Presente y pasado.

La copa fue entregada en 1399 a Martín el Humano, rey de Aragón, que la tuvo en el palacio real de la Alfajería de Zaragoza y, más tarde, en el Real de Barcelona. Esta posesión se menciona en el inventario de sus bienes (Manuscrito 136 de Martín el Humano. Archivo de la Corona de Aragón). En 1424 fue trasladada a Valencia por Alfonso V el Magnánimo, y con motivo de la estancia del monarca en Nápoles, entregada junto a otras reliquias regias a la catedral en 1437, donde es venerada durante siglos. Durante la Guerra de la Independencia, entre 1809 y 1813, fue protegida de los invasores franceses en Palma de Mallorca. Finalmente en 1916 se instala en la antigua Sala Capitular, rebautizada como Capilla del Santo Cáliz.

Su exposición pública, fuera del relicario de la catedral, ha hecho posible que se divulgara su valor, aunque en opinión de Jorge Rodríguez «todavía hay muchos prejuicios al respecto, por no hablar de algunas «revelaciones» del cine que se toman como verdades.

Este experto espera que el Congreso celebrado en Valencia sea el comienzo de algo importante, y que los estudios no se detengan para convencer a los incrédulos. «Cada vez somos más los que pensamos que el Santo Grial no es el objeto más buscado de la historia. En realidad, sabemos dónde está».

Extraído de Hoy

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