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La resurrección de Orce.

Tras cuatro años de parálisis, este verano se excavará de nuevo en la cuenca Guadix-Baza La polémica ha dificultado la explotación de uno de los mejores yacimientos de Europa.

En 1982, el paleoan-tropólogo Josep Gibert desenterró cerca de Orce (Granada) un fragmento de cráneo de más de millón y medio de años. Poco después, él y su equipo atribuyeron el fósil a la especie Homo y en 1983 publicaron el hallazgo en Paleontologia i Evolució, la revista del Instituto de Paleontología de Sabadell. El descubrimiento ponía patas arriba las ideas sobre la llegada de los primeros humanos a Europa. Hasta ese momento, el resto más antiguo del continente tenía medio millón de años. En Atapuerca, donde ahora ya hay huesos datados en 1,3 millones de años, sólo se había llegado a los 300.000.

Había nacido el Hombre de Orce. En los medios de comunicación se hablaba de paleoantropología y la región donde se encontró el fósil, deprimida económicamente, vislumbraba días mejores. Pero la fiesta duró poco. Cuando se limpió la cara interna del cráneo para su mejor estudio apareció una cresta no descrita en los tratados de anatomía. Comenzaron las dudas, y muchos de los que habían recibido con alborozo al primer europeo recularon. Entre ellos, Jordi Agustí y Salvador Moyà Solà, los dos investigadores que habían firmado con Gibert el primer artículo sobre el fragmento. El nuevo rasgo hizo pensar a muchos que el Hombre de Orce era, en realidad, un caballo.

En 1995, Gibert organizó un congreso internacional en Granada en el que consiguió el apoyo de científicos como Philip Tobias, uno de los descubridores de Homo habilis o Clark Howell. Sin embargo, en los años siguientes, su posición frente a otros investigadores que trabajaban en Orce y, en particular, ante los responsables de la Junta de Andalucía que deciden quién excava en los yacimientos se fue deteriorando. El conflicto llegó al paroxismo cuando la Administración andaluza inició un expediente sancionador contra Gibert por, presuntamente, haber excavado sin permiso en el verano de 2003 y le impuso una multa de 60.000 euros. Desde entonces, el paleoantropólogo se vio inmerso en un contencioso administrativo con la Junta que le impidió volver a excavar en los yacimientos de Orce hasta su muerte en 2007.

Lastrados por los conflictos por el derecho a trabajar en ellos, los yacimientos de Orce, entre los mejores de Europa según los expertos, no han dado los frutos que se esperan de ellos. Este año, después de cuatro sin excavaciones sistemáticas, la Junta de Andalucía ha anunciado que se volverá a trabajar allí. Entre julio y agosto, un equipo de la administración dirigido por Beatriz Fajardo realizará, con un presupuesto de 60.000 euros, una evaluación de los yacimientos de Venta Micena, Barranco León y Fuentenueva 3. Después, entre septiembre y octubre, con un presupuesto de 200.000 euros, los equipos cuyas solicitudes sean aceptadas por la Junta excavarán en los dos últimos yacimientos.

"El patrimonio que hay allí es impresionante, sabemos que hay presencia humana [en torno a los 1,3 millones de años] por los utensilios líticos y son los mejores yacimientos de fauna del plioceno", afirma Bienvenido Martínez, investigador del instituto catalán de Prehistoria IPHES, uno de los científicos que aspiran a trabajar en Orce este año. "Pero ha habido polémicas que se deberían solucionar", añade. José María Bermúdez de Castro, codirector de Atapuerca, lamenta el potencial desperdiciado por estas polémicas y cree que un reparto equitativo y coordinado es posible. "Mi deseo es que pudiesen trabajar, porque en aquellos yacimientos hay sitio para todos, incluido Luis Gibert", agrega. El hijo del descubridor de Orce, geólogo, parece haber heredado el contencioso de su padre y aún no ha obtenido permiso para trabajar en los yacimientos granadinos. Pedro Benzal, delegado de Cultura de la Junta en Granada, afirma que el hecho de que su padre trabajase allí, "no da más derecho a Gibert". Durante la conversación, Benzal deja caer que Gibert no tiene la titulación necesaria para hacerse cargo de un proyecto y añade un argumento más por el que no pudo trabajar en Orce en el pasado: "Si tú me pones un contencioso, cómo te voy a dar algo".

Exclusión.

Gibert, que trabaja en el Centro de Geocronología de Berkeley, cree que, entre otras cosas, la exclusión de Venta Micena de las excavaciones es una muestra del intento de la Junta de dejarle fuera. "En los próximos meses se van a tomar decisiones que van a determinar lo que suceda en los próximos seis años y creo que sería un error excluirnos", apunta. El alcalde de Orce, Juan José Martínez, también cree que la Junta excluye el yacimiento en el que se halló el cráneo de Orce para no dejar a Gibert un espacio que se merece. Martínez, que se muestra satisfecho por la concesión de 200.000 euros para la campaña de este año, se lamenta de que la Junta siga tomando medidas "extrañas", como publicar las convocatorias para excavar en el Boletín de la Junta de Andalucía algo que "no se hace nunca".

Otra de las decisiones que ha extrañado a los científicos es la de realizar una evaluación en un yacimiento en el que ya se ha trabajado mucho. "El yacimiento está suficientemente contrastado. Puede haber errores en algunos niveles, pero en general ha trabajado allí gente muy buena. Se sabe mucho sobre ese sitio", asegura Bermúdez de Castro. Gibert lamenta que no se pida la información a su equipo, que ha trabajado allí durante años, y asegura que ese trabajo es una pérdida de tiempo y dinero. Otro paleontólogo que prefiere no dar su nombre critica la bisoñez de la directora de la evaluación, que ha principios de este año en actividades de la Junta como becaria de investigación.

Benzal asegura que desde la Junta trabajan para que "la normalidad llegue a Orce" y el yacimiento tenga la relevancia que se merece. Si esto es así finalmente, comenzará a verse en los próximos meses. Veintisiete años después del hallazgo del Hombre de Orce, a los yacimientos donde se encontraron sus restos aún les quedan promesas que cumplir.
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Extraído de Público

1 comentario:

sarah dijo...

¡Pues vaya sidral!

Lo más duro de trabajar siempre resulta hacerlo con humanos, con humanos de egos mu subidos de tono y con afanes de protagonismo y gloria.

En cuestiones científicas me resulta especialmente penoso. De todos modos, no sé de qué me sorprendo yo, si hasta en la asociación de padres del colegio de mi hijo hay batallas campales tan solo por hacer prevalecer la opinión de uno contra el resto, por aquello de "es mi idea".

En fin (emito un largo suspiro), deseo que la cordura regrese a los técnicos de la Junta de Andalucía.

Un abrazo.