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El eslabón pudo nacer en Asia.

La quijada fósil de un primate que vivió hace 38 millones de años cuestiona el origen africano de los antropoides.

Un fragmento de mandíbula con unos pocos dientes hallado en Birmania amenaza con arruinar una de las mayores campañas de marketing de la historia de la ciencia. A mediados de mayo, como si fuera la presentación de Cristiano Ronaldo con la camiseta del Real Madrid, un equipo internacional de científicos anunció en Nueva York el hallazgo de Ida, un primate fósil que vivió hace 47 millones de años en la región de la actual Fráncfort (Alemania).

Aquel ejemplar, perteneciente a una nueva especie, Darwinius masillae, fue vendido por sus descubridores como el equivalente "al arca perdida para los arqueólogos": el ancestro común de humanos y simios. Cuando la comunidad científica se enteró de su existencia, la BBC ya había rodado un documental sobre el fósil y decenas de miles de libros sobre Ida esperaban en la imprenta para ser distribuidos.

Hoy, otro equipo de científicos presenta un nuevo primate fósil que obliga a mirar con desdén al Cristiano Ronaldo de la paleontología. Según los investigadores, la quijada encontrada en Birmania perteneció a una especie de primate antropoide hasta ahora desconocido, Ganlea megacanina, que vivió hace 38 millones de años y cuya existencia, dicen sus descubridores, demuestra que el ancestro común de humanos, monos y simios surgió a partir de los primates asiáticos, no de los africanos como se pensaba hasta ahora.

Hasta fechas recientes, la mayor parte de los científicos creían que los primates antropoides (monos, simios y humanos) aparecieron a partir de otros más primitivos, los prosimios, el grupo al que pertenecen los lémures, característicos de la isla africana de Madagascar.

Sin embargo, una cadena de hallazgos en el sureste asiático hizo que la teoría se tambaleara. Y, en estas, apareció Ida, un fósil que, por sus semejanzas simultáneas con los lémures y los antropoides, devolvió la credibilidad al origen africano de humanos, monos y simios.

Pero el hallazgo del fragmento de mandíbula vuelve a sugerir que el ancestro de los seres humanos era asiático. "Una de las razones por las que creemos que Ganlea es tan próxima a los antropoides es por el inusual desgaste de sus colmillos inferiores", explica a Público el principal autor del estudio, Chris Beard, del Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsburgh (EEUU).

Según el investigador, los ejemplares de esta especie utilizaban sus colmillos para hacer palanca y poder abrir la dura cáscara de las frutas tropicales. Este comportamiento, nunca visto en los prosimios, sí es característico de algunos antropoides actuales, como los saki cariblancos, unos monos típicos de las selvas de Venezuela.

Beard, que publica su estudio en la revista Proceedings of the Royal Society B, cree que el fósil birmano oscurece el papel de Ida en el árbol evolutivo humano. "Ida pertenece al linaje de primates que condujo a los lémures, no al que llevó a los humanos".

A juicio de Beard, la separación entre chimpancés y humanos ocurrió en África pero, como demuestran fósiles como Ganlea megacanina, "si nos remontamos en el tiempo, nuestros ancestros comunes vivieron en Asia".
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Extraído de Público

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