Tito Livio: el maestro de la historia romana

¿Quién fue Tito Livio? Imagen meramente ilustrativa. Tito Livio fue un historiador romano que vivió entre el año 59 a.C. y el 17 d.C., aprox...

La Alhambra: la joya nazarí.

En el siglo XIII, la Colina Roja que domina Granada dejó de ser sólo un enclave defensivo para convertirse en una espléndida ciudad palatina, donde los sultanes nazaríes vivían en hermosos palacios rodeados de jardines. A sus pies, en la medina (la ciudad), residían los nobles y sus cortes, así como ricos mercaderes y hábiles artesanos. Todos ellos hicieron de Granada una ciudad fascinante.

Mientras los sultanes nazaríes embellecían sus palacios de la «Colina Roja», la ciudad a sus pies prosperaba bajo el impulso de los linajes nobiliarios y de las activas comunidades de mercaderes. El palacio de la Alhambra y la ciudad que se extiende a sus pies, Granada, están unidas por su mismo nombre. Al-Hamra es la Colina Roja, y Granada recuerda el fruto granate. Bajo su lema político-religioso «No hay más vencedor que Alá», el linaje de los Banu Nasr se mantuvo durante casi tres siglos al frente del que sería el último Estado andalusí: el reino nazarí de Granada. Este emirato aglutinó en torno a su capital de la Vega granadina los territorios islámicos del sureste peninsular, en rivalidad constante con otras ciudades de importancia económica y cultural, como Almería y Málaga. Fue un período en el que la Corona de Castilla expandía sus territorios, Aragón se abría al comercio mediterráneo y las repúblicas italianas conocían su máxima expansión mercantil, mientras el sultanato meriní de Fez dominaba el Magreb y el Oriente islámico entraba a formar parte del pujante mundo otomano.

En esta conyuntura internacional, el reino nazarí se debatió entre necesidades e intereses contrapuestos: vasallo y aliado de Castilla, fue también su más acérrimo enemigo, en constante alternancia de períodos de guerra, pactos y tratados oficiales; a la vez fue correligionario y rival político del sultanato de Fez. Entre los siglos XI y XI la Colina Roja se edificó como baluarte defensivo, formando la columna vertebral del espacio de la alcalzaba grandina. Pero poco a poco, y antes de que se instalara la dinastía nazarí, el lugar se convirtió en una entidad urbana, una medina, en conexión amurallada con el castillo.

Con la llegada de Muhammad I Ibn al-Ahmar y su investidura en 1238, la fortaleza fue reconvertida en ciudad palatina independiente, a fin de atender las necesidades públicas y privadas de los reyes nazaríes. La Colina Roja se transformó en sede del poder, centro de la administración y residencia de la familia real. Los sucesores de Muhammad irían organizando el espacio de la Alhambra y desarrollando sus múltiples funciones: defensiva, residencial, administrativa, protocolaria, comercial y artesanal. La fase de apogeo de la dinastía nazarí se sitúan en los años que van de 1333 a 1391, y fue entonces cuando se produjo la máxima efervescencia edificadora en el complejo palatino de la Alhambra y en Granada. Esta evolución se acentuó en la segunda mitad del siglo XIV, durante el largo reinado de Muhammad V. La labor diaria de gobierno se combinaba con las grandes celebraciones festivas pero también con las erupciones de violencia; no en vano entre sus muros fueron asesinados nada menos que seis emires. A pesar de los conflictos políticos, la población granadina hizo frente a su vida cotidiana según los usos, costumbres y reglamentos recogidos en parte en la ley islámica. Económicamente, Granada contaba con importantes recursos, que le permitían competir con las ciudades más pujantes del reino nazarí, como Málaga y Almería. Granada y la Alhambra se convirtieron también en meca de viajeros, sabios y expatriados musulmanes. Finalmente, entre 1482 y 1492, Boabdil, el último rey nazarí, entregó Granada a los Reyes Católicos.
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Extraído de Historiang

1 comentario:

Artistras dijo...

Preciosa! Tuve la suerte de ir a visitarla este verano en muyy buena compañía. Hay que repetirlo!! BsitOss