Investigadores aseguran que el hombre de Flores es una nueva especie humana.

Los investigadores no se ponen de acuerdo sobre los orígenes del hombre de Flores, el «hobbit» de un metro de altura que vivió hace 18.000 años en la isla indonesia del mismo nombre. Se han barajado varias posibilidades sobre los restos, desde que pertenecen a un pigmeo con microcefalia -su cerebro es especialmente diminuto- hasta que nos encontramos ante una especie separada de los seres humanos. Un nuevo estudio viene a sumarse a la polémica con la hipótesis más sorprendente: el homo floresiensis es una especie humana nunca antes identificada y no una versión genéticamente defectuosa de los humanos modernos.

Los restos de estos especímenes fueron descubiertos en 2003 por científicos australianos e indonesios en la remota isla de Flores. El hallazgo abrió un gran debate: ¿Quiénes eran estos seres de poco más de un metro, unos 25 kilos de peso, sin barbilla y un pequeño cráneo? Científicos del Centro Médico Stony Brook de Nueva York han realizado un análisis estadístico de los restos óseos bien conservados de una hembra para determinar que se trata de una especie distinta. Las conclusiones aparecen publicadas en la revista de la Royal Statistical Society.

Los investigadoes William Jungers y Karen Eaab estudiaron los restos óseos de una mujer, apodada la «señora de Flores» o «Flo», para confirmar el camino evolutivo de la especie. El especimen, muy completo, incluía el cráneo, la mandíbula, brazos, piernas, manos y pies. Medía 106 centímetros de altura, menos que los pigmeos, que alcanzan de adultos los 150 centímetros, y su capacidad craneal era de poco más de 400 cm, más similar al cerebro de un chimpancé. Las características del cráneo y la mandíbula son mucho más primitivas que las de cualquier ser humano actual.

Con la gran cantidad de restos fósiles disponibles, los científicos fueron capaces de reconstruir un diseño de cuerpo fiable que, según dicen, se diferencia de cualquier humano moderno. El fémur y la tibia son mucho más cortos que los nuestros, incluidos los pigmeos de África Central, los bosquimanos de África del Sur y los pequeños hombres de Andaman y Filipinas. Algunos investigadores, como el español Salvador Moyá, creen que este reducido tamaño puede tener que ver con una necesidad de reducir energiá al vivir en un medio, como lo es una isla, en la que los recursos son escasos. Para Jungers, esta teoría «tiene poco sentido».
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Extraído de ABC

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