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Fuente de Piedra: una necrópolis singular.

En 2006, los trabajos para la urbanización de unos terrenos al Sur de Fuente de Piedra sacaron a la luz los restos de una necrópolis orientalizante que fue intervenida de urgencia y que hoy se perfila como un yacimiento que permite estudiar ritos funerarios de los siglos VI y V a. C. y que da lugar a un paisaje poco frecuente en Andalucía. La Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía encargó los primeros trabajos a la empresa Arqueosur y posteriormente se realizó una prospección magnética y de geo-radar por parte del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada.

Ahora, una nueva intervención que comenzó en noviembre de 2009 y finalizó el pasado mes por parte del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica (CAAI) ha fijado los límites de este singular yacimiento del mundo orientalizante. Es decir, de «la cronología que va desde finales del siglo VII a principios del V a. C. y se extiende por todo el valle del Guadalquivir, comprendiendo la cultura tartésica y la de los íberos», explica el catedrático de la Universidad de Jaén y director del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica, Arturo Ruiz.

La mayor parte de la investigación del equipo de Ruiz se ha realizado en la necrópolis, con una cronología exacta de 50-60 años entre la segunda mitad del s. VI e inicios del s. V a. C., y en la que además de restos de este periodo se han localizado tumbas de inhumación romanas. El yacimiento, que recibe el nombre de La Noria, comprende así una necrópolis monofásica en la que «realmente no se ve una gran evolución en los ritos de la muerte» hasta que se abandona y posteriormente es ocupada en época romana. El yacimiento también registra huellas de campos de vid, según apunta Ruiz.

La Noria abarca una superficie aproximada de 150x100 metros y está formada por una decena de túmulos realizados por arcilla blanca, cuya altura fue eliminada por las máquinas que urbanizaban los terrenos. Alrededor de estos túmulos, bordeando su perímetro, se excavaron fosos que solamente se cortaban en algunos puntos para crear accesos a la parte superior de la colina funeraria. «Estos fosos fueron rellenados de una tierra anaranjada, en la que se practicaron rituales de ofrendas para quienes ocupaban con su tumba el espacio central del túmulo», matiza Ruiz. En ocasiones se realizaron enterramientos en las zonas del foso no excavadas, del mismo modo que también es frecuente encontrar tumbas fuera de los túmulos, si bien preferentemente rodeando el túmulo mayor, llamado por los investigadores Túmulo C. El catedrático explica que la mayoría tiene un diámetro medio aproximado de 12 metros a excepción del túmulo mayor, que alcanza los 22 metros.

Estos sepulcros tienen una tumba en el centro, con orientación siempre Este-Oeste, y una profundidad de hasta 1,5 metros. Dentro de esas tumbas se practicaba la incineración del fallecido (ritual de incineración 'in bustum'). Una vez realizada la cremación, se depositaba el ajuar sobre los carbones y los restos óseos mas pequeños, pues previamente seleccionaban los mayores y los extraían y las tumbas se rellenaban con tierra anaranjada, explica Ruiz, quien aclara que en el Túmulo C se realizó un doble enterramiento. «Es un ritual muy complejo que se reconoce en algunas zonas del bajo Guadalquivir», explica el experto, quien cifra en más de 30 las tumbas localizadas. El ritual, según Ruiz, es más tarteso que íbero, pero habría que destacar que la necrópolis podría situarse en el límite del espacio entre el mundo tartésico y el íbero.

Jerarquía en las tumbas.

«Los ajuares funerarios no son especialmente ricos, sin embargo sí se advierten ciertas diferencias de riqueza entre las tumbas. Valoramos la presencia de braserillos orientalizantes, que solamente aparecen en los túmulos o de una jarra de bronce recogida en el enterramiento central del túmulo C», puntualiza. Por ello, «parece que hay una jerarquía, pero la investigación nos tendrá que decir si es una jerarquía interna dentro de un linaje o es una jerarquía más política», afirma el catedrático para explicar que por primera vez existe una necrópolis del siglo V a. C. en el mundo orientalizante en el límite de la baja y la alta Andalucía en la que se pueden precisar bien los ritos funerarios. «La Noria se convierte en la pieza clave para entender el mundo de la muerte en la etapa orientalizante», sentencia. Además, el paisaje funerario que dibuja es «excepcional y extraordinario», además de «poco conocido en Andalucía».

La necrópolis pertenece a un poblado que su equipo ha descubierto en las inmediaciones y que correspondería a otro yacimiento arqueológico. «No está excavado, aunque creemos que debe ser un poblado importante y monofásico orientalizante. Seguramente estará fortificado porque se observan algunos elementos en sus límites», avanza Ruiz, quien detalla que se prevén próximas campañas para excavar el poblado y restaurar los túmulos de La Noria, que actualmente están visibles, pero que se van a tapar en un par de días para evitar su deterioro.
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Extraído de Diariosur

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