La secta china se rebeló entre 1898 y 1901 contra los europeos.
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El tráfico de drogas no siempre fue ilegal o mal visto por las grandes potencias europeas. Países como Reino Unido y Francia entraron en guerra para defender su derecho a comerciar con estupefacientes. Británicos y franceses querían fumar opio con tranquilidad y ganar mucho dinero con ello desde sus puertos de China. Tras las dos Guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860), perdidas por las autoridades de Pekín, la sociedad secreta Yi Ho Tuan Los Puños Justos y Armoniosos, en chino adoptó la violencia para echar del país a los extranjeros. Los británicos llamaban a esos milicianos Bóxers, en referencia al ritual de arte marcial que practicaban antes de los combates.
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Los Bóxers eran xenófobos y anticristianos. Eran un grupo de nacionalistas radicales que se rebelaron contra los intereses de las grandes potencias de la época. Esta es la versión de los europeos, mientras Pekín habla de un movimiento nacional patriótico que se levantó contra las fuerzas explotadoras. Porque la China de finales del siglo XIX era un país sometido a los deseos de Londres, París, Londres, Tokio y Moscú, que veían en la inmensidad del territorio chino la oportunidad para expandirse y comerciar en Asia. Es más: cuando terminaron los conflictos del opio, China tuvo que pagar compensaciones millonarias y dejar partes de su territorio, como Hong Kong, literalmente donado a los británicos.
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Fue en un contexto de humillación que se formaron los Bóxers, grupo decidido a devolver China a los chinos. Sus miembros eran gente de la clase popular, obreros, artesanos, campesinos, que primero vieron en la llegada de misioneros cristianos una amenaza a su cultura. En noviembre de 1897, cuando dos religiosos alemanes fueron asesinados, Berlín se apoderó del puerto de Qingdao, al norte del país. Las milicias se organizaron y salieron de la clandestinidad en marzo de 1898; se manifestaban con esos eslóganes: "Derrumbemos a los Qing. Destruyamos a los extranjeros".
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Los Qing era la dinastía que mandaba en la Ciudad Prohibida de Pekín. Bajo la influencia de intelectuales japoneses, el emperador Guangxu lanzó una época de reforma y de modernización, lo que no gustaba a los Bóxers. La secta fue ilegalizada en un primer momento, aunque para la emperatriz Tzu Hsi, la tía de Guangxu, la mujer que en realidad dirigía el país, había que reforzar la monarquía. Se alió con los militares para derrocar a Guangxu, lo encerró en el Palacio Imperial y respaldó las matanzas de cristianos y de extranjeros por los Bóxers, que llegaron en masa a Pekín. Eran casi 100.000 en todo el país.
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Los Bóxers saboteaban los ferrocarriles y cortaban las líneas telegráficas. Atacaban las delegaciones extranjeras y el embajador alemán en China, Klemens Von Kettelet, fue asesinado. En junio de 1900, las potencias europeas formaron una alianza para defender sus intereses: más de 50.000 soldados fueron enviados con el objetivo de marchar sobre Pekín y acabar con todos los miembros de la secta.
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Cuando llegaron a la capital china, los europeos ocuparon la Ciudad Prohibida y forzaron a Tzu Hsi a huir. La población civil fue duramente reprimida y muchos occidentales fueron acusados de saqueos y violaciones. Los Bóxers asesinaron a unos 30.000 chinos conversos y a un centenar de militares extranjeros. Los acuerdos de paz del 7 de septiembre de 1901 acabaron con el conflicto, aunque participaron en el fin, en 1911, del imperio chino.
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Extraído de Público
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