Un equipo de investigadores ha verificado que los caballos se desarrollaron mediante la selección natural, que fue un proceso lento, pero con momentos relativamente cortos de adaptación al medio.
Los científicos, entre los que están dos profesores de anatomía de la Universidad de Nueva York y unos investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), llegaron a esta conclusión después de examinar los dientes de 6.500 caballos fósiles que representaban 222 diversas poblaciones de más de 70 especies extintas del caballo.
Los fósiles, que se corresponden a los más de 55 millones de años de historia de esta especie, certifican que hubo un tiempo 'crítico' de retraso entre la evolución de los dientes y las modificaciones en su dieta que provocaban los cambios en el clima, que podía ser de hasta un millón de años, pero finalmente triunfaban los mejor adaptados a las nuevas circunstancias.
Los investigadores contaron para su trabajo con la gran cantidad de restos de caballos prehistóricos con los que cuenta el Museo de Historia Natural Americano. Como ha señalado Florent Rivals, del IPHES, gracias a ello han podido descubrir las respuestas de la especie frente a su entorno, algo que los biólogos no pueden hacer. "Elegimos los caballos porque no hay 'agujeros' en su historia", asegura.
Gracias a la metodología desarrollada por otro coautor, Nikos Solounias, correlacionaron la abrasión de los dientes con su alimentación, a la que se correspondía el desgaste. Descubrieron, así, que hace 55 millones de años, los caballos primitivos americanos, que vivían en una selva tropical, comían frutas y hojas blandas, por lo que sus molares eran cortos.
Hace unos 40 millones de años, la selva se convirtió en bosque templado, y un millón de años después las piezas dentales de los caballos ya eran más altas y complejas, lo que sugiere que hubo un proceso de selección natural muy intenso.
El tercer cambio tuvo lugar hace unos 18 millones de años, cuando el bosque se transformó en praderas de gramíneas, mucho más duras de masticar, y de nuevo los molares sufrieron una selección y aumentaron en altura, para soportar mejor el desgaste.
Es decir, que la selección se produjo en momentos muy concretos de cambio ambiental, provocando saltos evolutivos , fruto de mutaciones, que favorecieron a los caballos mejor adaptados al alimento disponible.
Eso sí, entre el cambio en el entorno y la dieta y las modificaciones transcurrió un millón de años o más. "Ese tiempo de retraso es crítico, reconocen los autores.
Los caballos extintos, recuerdan, siempre se han utilizado como modelo para explicar la selección natural. "Muchas veces nos han dicho que somos lo que comemos. Ahora sabemos que es verdad", ha señalado su colega Thomas Scandalis, también de Nueva York.
Extraído de El Mundo
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