Los ancestros conocidos hasta ahora
tenían una «dieta» más blanda: juncos y pastos.
Los homínidos africanos de hace dos
millones de años, a la hora de comer, en posición vertical, tenían una dieta
que se diferenciaba de la del resto de los antepasados humanos conocidos, según
un estudio dirigido por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en
Leipzig (Alemania), en el que ha participado también la Universidad de Colorado
Boulder, y que este miércoles publica la revista Nature.
El Australopithecus sediba -un
corto, desgarbado homínido que vivió en el sur de África- comía alimentos más
duros que otros anteriores: árboles, arbustos y frutos. Los ancestros
humanos analizados de África, incluido el Paranthropus boisei, llamado «el
Hombre cascanueces» por sus enormes mandíbulas y dientes, se
alimentaban de pastos y juncos, afirma Paul Sandberg, un doctorando
de la Universidad de Colorado coautor del nuevo estudio.
La dieta del A. sediba se
averiguó zapeando con láser los dientes fosilizados, afirma Sandberg. El láser
libera carbono del esmalte de los dientes, lo que permite a los científicos
identificar los tipos de plantas consumidas y los entornos en los que los
homínidos vivían. Las señales de carbono de los dientes se dividen en dos
grupos: plantas C3, como árboles, arbustos y matorrales preferidos
por A. sediba, y las plantas C4, como las hierbas y almendras
consumidas por otros muchos homínidos anteriores.
Los dientes de dos individuos A.
sediba analizados en el estudio tenían valores de isótopos de carbono
fuera del rango de los 81 homínidos previamente estudiados. «La falta de
cualquier evidencia de C4, y la evidencia del consumo de objetos duros, son las
que hacen inferir nuestra deducción sobre la dieta», sostiene Sandberg.
«Es un hallazgo importante porque la
dieta es uno de los aspectos fundamentales de un animal, que impulsa su
comportamiento y nicho ecológico. A medida que los entornos cambian con el
tiempo debido a los cambios climáticos, los animales generalmente se ven
obligados a moverse o a adaptarse al nuevo entorno», recuerda Sandberg.
Los investigadores concluyeron que la
corteza y otros alimentos resistentes a la fractura eran parte de la dieta al
menos durante alguna estación de los A. sediba. Mientras que
los tejidos de corteza y de madera no habían sido documentados como un
componente de la dieta de cualquier otro homínido africano antiguo, estos
alimentos son consumidos por muchos primates contemporáneos y contienen
proteínas y azúcares solubles. La dieta de los A. sediba se asemeja
a la de los chimpancés de hoy en día la sabana africana.
Un aspecto singular del proyecto fue el
análisis de partículas microscópicas, fósiles de tejido de la planta conocida
como fitolitos atrapados en el sarro, una forma endurecida de la placa dental,
sostiene otra autora del estudio, Amanda Henry, del Instituto Max Planck de
Antropología Evolutiva.
Entorno único.
«El hecho de que estos fitolitos se
conserven en los dientes de estos homínidos de dos millones de años es notable
y habla de la sorprendente preservación del lugar», dijo Sandberg.
«Los datos sobre fitolitos sugieren que los A. sediba evitaban
las hierbas que crecen en praderas abiertas, abundantes en la región en aquel
momento».
Una tercera línea independiente de
estudio - el análisis de hoyos microscópicos y arañazos en los dientes del A.
sediba, que revela lo que estaban comiendo en el momento
justo antes de la muerte - también confirmó que al menos uno de los
homínidos estaba comiendo alimentos más duros, dijo Sandberg.
El A. sediba es una
especie particularmente intrigante para los antropólogos. Los
dos primeros individuos fueron descubiertos en 2008 en la Cueva de Malapa, a
unos 30 kilómetros al norte de Johannesburgo. Eran un macho joven y una hembra
adulta. Al parecer cayeron en la fosa y murieron. Con postura erguida y brazos
largos, las curiosas criaturas parecen tener las características tanto de los
homínidos primitivos como de los modernos: un tobillo similar al humano, dedos
cortos y un pulgar largo para agarrar con precisión. El cerebro es
relativamente complejo en comparación con anteriores homínidos.
Los científicos no saben todavía donde
encuadrarlos exactamente. El A. sediba puede haber sido un
descendiente del A. africanus, al que representa Lucy,
que vivió hace unos 3 millones de años y es considerada por muchos como la
matriarca de la familia humana. Los científicos han calculado que el A.
sediba de Malapa vivió hace 2 millones de años.
Extraído de ABC
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