Hallan vigas de madera y "pallabarro" para enfoscar las cabañas del Monte do Castro.

El equipo de la Diputación, que dirige Rafael Rodríguez, encuentra materiales únicos que no existen en otros castros gallegos o del norte portugués.



Los arqueólogos de la Diputación empiezan a encontrar los secretos que mejor guardaba el Monte do Castro (Besomaño–Ribadumia) en sus entrañas y que terminarán por convertirlo en referente exclusivo de Galicia.


La aparición de primitivas "vigas de madera", alguna de un metro de largo, así como de una larga pared enfoscada con pallabarro han dejado boquiabiertos a los técnicos pues es la primera vez que se observa el uso de este material en los castros gallegos como del norte de Portugal.


La excavación, en su tercera fase, depara tantas sorpresas que hasta Patrimonio quiere constancia de cada cosa que se desentierra, muchas de ellas joyas que permitirán descifrar las claves de poblados como el de Besomaño, de hace casi 2.500 años o más.

Rafael Rodríguez, director de los trabajos en el yacimiento ribadumiense, se muestra estupefacto por los descubrimientos de este primero de los seis meses que va a durar esta tercera etapa.

Ayer todavía seguía sin dar crédito a los hallazgos por la relevancia que tendrán en su día para el estudio de los castros gallegos.

En el caso de Ribadumia se da por sentado que el castro de Besomaño estuvo habitado, cuando menos, desde el siglo V antes de Cristo y fue asolado en el II después de esta Era mediante un incendio de tremendas proporciones.

Ese fuego salvó la historia que seguramente se guardan bajo los escombros de las casas o cabañas derrumbadas, mejor dicho, desplomadas.

Queda ahora hurgar de forma no solo metódica sino muy minuciosa y además a contrarreloj pues solo quedan cinco meses por delante y una tremenda extensión de terreno por explorar.
"Ahora estamos con cepillo y pincel porque no podemos permitirnos el lujo de que se estropee ni el más mínimo centímetro cuadrado del lugar", indica Rodríguez, convencido de que todavía queda mucho por descubrir, en especial cuando se abra la cuadrícula perteneciente a la croa del Monte do Castro.

También queda hacer estudios y cotejar con otros castros. "Pero no hay paralelismos y vamos a tener que analizar poco a poco cada una de las etapas", explica el arqueólogo provincial. Tal compromiso es absolutamente cierto. El equipo de 20 personas que a día de hoy trabaja en el castro ribadumiense busca cada detalle para aportar luz y recomponer ese puzzle que no ha borrado el paso del tiempo.

La principal ocupación de los expertos consiste en saber cuál era el uso de las vigas encontradas en el subsuelo porque "podían ser empleadas para hacer la cubierta o como columnas maestras.

Respecto del "pallabarro", utilizado en construcciones modernas. también aparece por vez primera en un castro.

Un trabajo sobre planos, cada vez más minucioso.

Arqueólogos y restauradores son extremadamente puntillosos en estos momentos de la excavación pues tienen que sacar la máxima información de unos materiales que han soportado el paso de más de 25 siglos y por tanto muy delicados.

Todo se hace de forma muy meticulosa, sobre planos exactos de cada una de las edificaciones y de lo que aparece en cada capa que se extrae.

Cuando se comenzó con esta excavación hace año y medio, muy pocos pensaban que se iban a encontrar tantos vestigios y de tanta importancia, que con seguridad revelarán datos importantes de la vida de estos primeros pobladores de la comarca.

Durante este tiempo, los arqueólogos han desenterrado nada menos que trece cabañas, una casa–patio singular en los castros celtas gallegos, graneros y hornos existentes en la época.

Se estima que el poblado de Besomaño tiene una antigüedad que podría rondar el siglo V antes de Cristo, pero podría ser incluso anterior.

Arrasado.

Si se sostiene que fue arrasado alrededor del siglo II después de Cristo, en una invasión de los romanos, ya que apareció una "dolabra" –especie de machete– que algún soldado del emperador se dejó atrás en la invasión.

Se sabe que el poblado fue incendiado porque aparece una capa de tierra quemada al mismo nivel, lo que denota el siglo en el que se registró dicho acontecimiento histórico.



La lluvia, gran enemigo de los trabajos del castro.


Las lluvias de los últimos días se han convertido en uno de los principales problemas del equipo de arqueólogos asignado a Besomaño.

Los recientes hallazgos son extremadamente delicados y el paso del tiempo ha influido en su conservación, por lo que es preciso extremar los cuidados.

De ahí que se empleen lonas para proteger las zonas descubiertas, muchas de ellas de enorme interés científico por ser únicas en el norte peninsular.



Hallan un hacha de cubo en bronce, una pieza única.


La tercera fase de excavaciones obliga a una extrema meticulosidad con el fin de descubrir el mayor número de secretos enterrados en el monte do Castro. En la fotografía, Xan Santos recoge fragmentos de una pared que hace 2.500 años recebaron con "pallabarro" los pobladores de este lugar. Son piezas llamativas que demuestran que además de buscar un techo se preocupaban por el interior.


Extraído de Faro de Vigo

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