El mismo arquitecto que ejecutó la Alhambra fue
el elegido para, primero, escoger la ubicación de este castillo y, después,
planear su construcción, proveyéndolo de todo lo necesario para convertirse, en
caso de asedio cristiano, en una fortificación inexpugnable. Los Reyes
Católicos mandarían construir en su interior una iglesia en la que el
genial Diego de Siloé combinaría con maestría el imaginario gótico, mudéjar y
renacentista.
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