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Los ‘padres’ de la humanidad se separaron hace 100.000 años.

Un estudio que ha analizado el genoma de 11 poblaciones africanas pone fecha a la primera división en el árbol de familia de los humanos modernos.
La primera división en los humanos modernos se produjo hace más de 100.000 años.
Usted le debe mucho a los aborígenes de África. Hace decenas de miles de años, ellos fundaron la familia humana que ha crecido hasta cubrir todo el planeta. Todos los humanos actuales son sus parientes. Durante años, la ciencia ha intentado recomponer el frondoso árbol de familia  que lleva hasta la cuna africana, pero cuanto más se acerca al origen, más borrosas se vuelven sus formas.

Un nuevo estudio genético publicado hoy ha determinado cuándo se separaron las dos primeras ramas de ese árbol. Según el trabajo, que ha analizado el genoma de más de 200 personas, aquella primera división entre tribus sucedió hace más de 100.000 años. El análisis de los dos linajes resultantes aporta interesantes pistas sobre qué hace humanos a los humanos de hoy.

La división “es la más antigua entre todas las personas vivas y sucedió mucho antes de que los humanos modernos emigraran fuera de África”, explica Carina Schlebusch, investigadora de la Universidad de Uppsala (Suecia) y coautora del estudio, publicado en Science.

Tras la separación, una rama continuó avanzando hacia el norte, dando lugar luego a otras ramas que poblarían el centro, el este y el oeste del continente (ver diagrama) . Unos 30.000 años después, algunos descendientes de estos grupos salieron de África y conquistaron el resto del mundo dando lugar a todas las razas y pueblos no africanos que se conocen.

La segunda rama original siguió viviendo de forma muy parecida a sus ancestros en el continente negro. Sus representantes actuales son los khoesan que habitan el desierto del Kalahari y cuyo genoma ha permitido aclarar la fecha de aquella primera gran división de la familia humana.

Los khoesan son una estirpe de cazadores-recolectores y ganaderos. Son uno de los pueblos más antiguos que se conocen y también de los más variados desde el punto de vista genético (un español y un chino son mucho más parecidos genéticamente que dos khoesan). En total, el estudio ha analizado el genoma de más de 200 personas de 11 grupos étnicos de África.

Además de ponerle fecha  a la primera divergencia entre humanos modernos, el análisis ha permitido buscar regiones genéticas claves que se han conservado en todos los humanos desde hace más de 100.000 años. Esa conservación apunta a que se trata de cambios esenciales, característicamente humanos. Entre ellos destacan genes relacionados con el desarrollo del esqueleto que podrían explicar la fisonomía de la gente de hoy en comparación con otros homínidos que se extinguieron, como los neandertales o el hombre de Atapuerca.

“En concreto hay un gen en el que, si tienes mutaciones, tendrías un arco superciliar y un tórax más abultados”, explica el coautor del trabajo Mattias Jacobsson, que también trabaja en la Universidad de Uppsala. “Creemos que esta estrategia nos puede ayudar a entender el origen de los humanos anatómicamente modernos”, añade.

Su trabajo también ha encontrado cambios importantes en el desarrollo muscular que mejora el rendimiento atlético y, sobre todo, regiones genéticas relacionadas con el sistema inmune que podrían ser esenciales en la lucha contra las enfermedades. El trabajo ha analizado en total 2,3 millones de pequeños cambios en la cadena del genoma, que tiene 3.000 millones de eslabones.

Pero los cambios genéticos que este y otros estudios resaltan como claves de la humanidad son sólo una misúscula minoría entre todos los factores bilógicos que diferencian a los humanos modernos de sus parientes vivos más cercanos, como el chimpancé, y los extintos, como el neandertal.

La cuna no aparece.

“Es la primera vez que un estudio de este tipo analiza tantas poblaciones y varios individuos de cada una”, resalta David Comas, un experto en genética de poblaciones de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona que no ha participado en el estudio pero trabaja en este campo. “Nos muestran cuándo sucedió la sepración más antigua, pudo haber otras anteriores pero no han llegado hasta nuestros días”, añade.

La asignatura pendiente de este tipo de trabajos es localizar la cuna de la humanidad, es decir, el lugar en el que vivió el primer grupo humano del que descienden los 7.000 millones de habitantes del planeta. Es una tarea muy complicada y los autores de este estudio “no se han atrevido a hacerlo”, explica Comas. Los khoesan viven en zonas de Suráfrica, pero también hay miembros de esta etnia en el este del continente. Cualquiera de esas dos localizaciones podría ser el origen. Además, las constantes migraciones de los pueblos que vivieron hace más de 100.000 años lo complica todo aún más. “Aquellas gentes ocupaban territorios muy amplios y es muy difícil hacer proyecciones de este tipo”, concluye Comas.

Extraído de Es Materia

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