Egipto
abre al público por primera vez seis nuevas tumbas de nobles, especialmente la
de Meresanj III, bellamente decorada. Un nuevo atractivo para la zona.
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Vista de la escultura del faraón Jansen en su tumba situada en la pirámide de Kefrén, en Giza. |
Tras tres años de restauración, los
turistas han vuelto a invadir la última morada del faraón Kefrén, y
han podido descender a las profundidades que albergan la tumba de este monarca
del Antiguo Reino, posiblemente la pirámide más fotografiada del mundo. Pero
las novedades en la meseta de Guiza no acaban ahí. Egipto quiere recuperar a
toda costa el turismo perdido por la inestabilidad política que ha arrastrado
la revolución, y el ministerio de Antigüedades ha abierto hoy por primera vez
al público seis tumbas de nobles en la explanada que alberga
las pirámides.
“Cada
año, las pirámides atraen a miles de turistas, y muchos más vendrán con la
reapertura de la de Kefrén”, augura el ministro de Antigüedades, Mohamed
Ibrahim Ali. Las nuevas tumbas de la necrópolis de la meseta de Guiza,
especialmente la de Meresanj III, suponen “un nuevo atractivo para la zona” ya
que los visitantes podrán ver por primera vez algo que hasta ahora ha estado
reservado a los investigadores, ha explicado el ministro.
400 mastabas.
Meresanj III, cuyo nombre significa
“Ella ama la vida”, fue nieta de Keops y esposa de Kefrén. Su tumba, bellamente
decorada con escenas de la vida cotidiana y con altorrelieves de
la propia reina, “es una de las más de 400 mastabas de la vasta necrópolis de
la explanada de las pirámides, donde aún quedan muchas tumbas por excavar”,
señala el director de la meseta de Guiza, Ali al Asfar. Los nobles
y burgueses de del Antiguo Reino (tercer milenio a.C.) consideraban al rey como
el “buen dios”, y querían ser enterrados cerca de los faraones con la esperanza
de resucitar con el rey y formar parte de su corte en el más allá.
Muy pocas de las mastabas o pirámides
truncadas de este enorme cementerio están abiertas al público, y la mayor parte
de los turistas se contenta con visitar a sus “hermanas mayores”, las pirámides
de los faraones Keops, Kefrén y Micerinos y la esfinge. “Hemos
hecho un esfuerzo por señalizar mejor las tumbas que están abiertas, sobre todo
para que los turistas que viajan sin guía no se pierdan por el laberinto de la
necrópolis”, explica Al Asfar.
Kefrén (aproximadamente 2650-2480 a.C.),
también conocido como Jafra en árabe, fue uno de los grandes reyes de Antiguo
Reino, pero poco se conoce de su historia salvo lo escrito por el viajero e
historiador Herodoto, que lo describió como cruel. La restauración del interior
de su tumba, la segunda mayor pirámide de la explanada y la única aún coronada
por el revestimiento original de piedra caliza, ha durado tres años y ha consistido
principalmente en la limpieza de los túneles y cámaras funerarias,
sucias por el manoseo de millones de turistas a lo largo de los años. También
se ha dotado a las estancias de una mejor ventilación.
Extraído de ABC
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