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‘Las esferas son símbolos de poder, pero de poder crear’.

La arqueóloga costarricense Ifigenia Quintanilla ha estudiado las esferas precolombinas por unos 20 años.

La arqueóloga Ifigenia Quintanilla.

La arqueóloga costarricense Ifigenia Quintanilla, experta en escultura precolombina, confiesa que las esferas de piedra del Pacífico sur de Costa Rica son su desvelo y que, por eso, se han convertido en el centro de su investigación científica desde hace 20 años. Quintanilla reside en España desde 1998 y actualmente trabaja en la tesis de su doctorado en Arqueología Prehistórica en la Universitat Autónoma de Barcelona.

La arqueóloga estuvo de visita en el país el mes pasado para analizar varias piezas de piedra y cerámica halladas en excavaciones realizadas por el Museo Nacional en la zona sur.

El pasado 27 de setiembre esa institución presentó ante la Unesco el primer borrador de la candidatura de los sitios con esferas de piedra para declararlos patrimonio de la humanidad.

- ¿Si usted tuviera que presentarle a alguien las esferas precolombinas, a alguien que no las conoce, ¿cuál sería esa tarjeta de presentación?

Las esferas son un caso excepcional en la arqueología mundial de cómo un concepto abstracto como el de la esfera se materializó en piedra no una, sino cientos de veces. Su fabricación refleja un alto nivel de desarrollo tecnológico por la destreza en la talla, el manejo de volúmenes variados y el dominio técnico sobre la piedra. Su producción en masa implicó una organización del trabajo colectivo muy bien estructurada en una sociedad precolombina.

- A pesar de las investigaciones, todavía existe mucho misterio en torno al verdadero significado de las esferas...

Se trata de una producción local de objetos de alto contenido simbólico para un consumo también local. Sin embargo, no soy partidaria de asociar su significado con eventos astronómicos o astrológicos, pues, para mí, su valor está en que son un ejemplo único de la capacidad humana de crear. Son esculturas de piedra en forma de esfera fabricadas en serie a lo largo de más de mil años. Se enmarcan en un contexto social, político y económico que las hizo extraordinarias.

- Y ¿qué pasa con los estudios arqueológicos que sostienen que las esferas son símbolo de poder?

Pues yo defiendo que son símbolo de poder, pero de poder crear. Son un ejemplo de cómo una sociedad alcanza un nivel de planificación y organización que le permite contar con todos los recursos necesarios para fabricar, transportar y colocar en sitios específicos estas obras en piedra de grandes dimensiones. Estas personas se aseguraron de tener fuerza de trabajo, artesanos especializados, alimentación para los trabajadores y medios para transportar las esferas en medio de un ambiente natural adverso.

- ¿Cuántas esferas fueron fabricadas por estos grupos?

Según el inventario que he realizado, se tallaron más de 300 esferas que fueron utilizadas como esculturas públicas a lo largo de casi un milenio, desde el 500 d. C. hasta el 1500 d. C., aproximadamente. La zona de producción es lo que arqueológicamente se conoce como Delta del Diquís, es decir, gran parte del cantón de Osa en Puntarenas.

- ¿Le ve usted futuro a la candidatura de los sitios con esferas de piedra de Costa Rica como patrimonio mundial de la Unesco?

Es un asunto delicado y complejo. Creo que hay un grave problema de enfoque, pues una candidatura no es solamente completar un formulario. En cualquier declaratoria de patrimonio arqueológico hay dos aspectos básicos: la autenticidad y la integridad. Hay que demostrar que esos objetos son únicos e íntegros. Es necesario desarrollar una estrategia integral que contemple legislación y una política de conservación y restauración del patrimonio arqueológico in situ, incluidas las esferas. Si Costa Rica quiere obtener esa declaratoria, implica una serie de compromisos por parte del país, no es solo un título”.

Extraído de La Nación

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