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Gaza, arqueología entre el mar y las bombas.

La definición periodística al uso sobre Gaza es la de "una franja de 40 kilómetros de largo por 15 de ancho, en la que viven encerrados entre el mar y los tanques israelíes un millón y medio de personas". Pero si coge un mapamundi, vea que la única ruta terrestre entre Asia y África pasa por aquí. Y eso significa siglos y siglos de caravanas con destino a El Cairo, a Alejandría, o a los otros puertos del Mediterráneo. Los restos de todo aquello forman un patrimonio arqueológico de primera, que un grupo de arqueólogos y aficionados intenta proteger.
Cada vez que un temporal hace que las olas azoten con más fuerza de lo normal las playas de Gaza, gente como Marwan Shahwan sabe que es buen momento para salir de paseo. La arena, que ha hecho de celosa protectora durante años, deja salir de entre sus ondulaciones restos de capiteles romanos, trozos de vasijas bizantinas, monedas del periodo califal, y a veces piezas más preciosas.
Marwan, un ebanista de Khan Yunis, lleva 25 años recopilando todas estas cosas en el sótano de su casa. Un tesoro de varios cientos de piezas, que enseña a unos pocos privilegiados. "No puedo dejar que entren visitas -dice- porque esto no tiene las condiciones mínimas, es pequeño y no podría garantizar la seguridad de las piezas".
Las playas de Gaza son el origen de la mayoría de piezas, aunque él sólo ha recogido personalmente algunas. Otras las recupera de los mercadillos o anticuarios, y hay quienes, conocedores de su afición, vienen directamente a vendérselas. Nunca, según él, a comprarselas: "Mucha gente me lo ha ofrecido, pero yo siempre me he negado. Dedico casi todo lo que gano a mantener esta colección y espero poder enseñarla algún día en un museo".
Los efectos de la ocupación en la Arqueología.
Gaza tiene un riquísimo patrimonio histórico, pero ningún museo para guardarlo y enseñarlo. Lo que gente como Marwan hace va contra las buenas prácticas en preservación arqueológica, pero en la situación de Gaza son casi una bendición, nos cuenta la arquitecta Haifa Al Shurafa, del centro para la preservación del patrimonio IWAN. Como en cualquier sociedad moderna, la construcción residencial se lleva por delante casas históricas, y gran parte de los restos arqueológicos acumulados debajo.
A esto se une el efecto de los ataques israelíes, como pasó en las guerra de 2008 y 2012. "Los bombardeos afectan muchísimo a las estructuras antiguas, incluso aunque no las toquen directamente", dice el director del IWAN Mohamed Kahlout.
Aunque su compañera en IWAN, la doctora Al Shurafa, cuenta un aspecto mucho más dañino de la ocupación, y es cómo durante décadas han sido los israelíes quienes han controlado los yacimientos. "En el de San Helarion, los israelíes se llevaron muchos de los restos". Se refiere a los restos de un monasterio de época bizantina a 12 kilómetros de la ciudad de Gaza, con uns magníficos mosáicos. "El equipo francés que vino a colaborar en las excavaciones tiempo después, se encontró con que se habían llevado muchos de los restos a museos en Israel", dice Al Shurafa.
Ese control de los yacimientos por parte de Israel sigue en Cisjordania. No en Gaza, donde el aislamiento, la falta de medios y los bombardeos pasan factura al patrimonio, junto con la falta de sensibilización entre mucha gente, la presión urbanizadora y la falta de fondos para estudiar y mantener este patrimonio.
El ingreso de Palestina en la UNESCO, el organismo de la ONU para la Cultura, va a facilitar que se redacte la Carta Palestina sobre preservación de patrimonio, el primer paso oficial para que el trabajo que hace gente como Marwan quede en manos de arqueólogos profesionales.
Vía: Cadena Ser

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