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Se revelan nuevos hallazgos en El Tajín, en México.

El arqueólogo Arturo Pascual Soto publica ''Arte y política en El Tajín del Epiclásico. Los murales del edificio 40''.


Se trata de vestigios de gran valor artístico que dan cuenta de
transformaciones políticas y sociales que sufrió la ciudad El Tajín.
Los detalles, significados y orígenes de los murales que recientemente fueron descubiertos en el sitio arqueológico El Tajín son dados a conocer en el número 119 de la revista bimestral "Arqueología Mexicana", del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Se trata de vestigios de gran valor artístico que dan cuenta de las transformaciones políticas y sociales que sufrió la ciudad de El Tajín, asegura el Arturo Pascual Soto en el artículo "Arte y política en El Tajín del Epiclásico. Los murales del edificio 40".

El doctor en Antropología y en Historia del Arte por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explica que bajo el piso de un edificio del sitio arqueológico quedaron sepultados cientos de fragmentos de antiguos murales, arrancados de las paredes y usados como escombre en épocas pasadas.

Durante el período Epiclásico en Mesoamérica, que se caracterizó por la transformación de las instituciones políticas del Estado, con modelos donde la figura del gobernante era suprema y centro indiscutible de las relaciones sociales de la época, también se dieron modificaciones en las construcciones, para simbolizar al nuevo sistema, señala.

A raíz de estos cambios, se crearon las construcciones que se pueden apreciar hoy día en el punto más alto de la antigua ciudad de El Tajín, entre ellas, el Edificio de las Comunas con todo su conjunto arquitectónica.

Es un edificio único en la región, del que sobresale un patio central que luego de varias reformas constructivas terminó por adquirir su actual aspecto, hacia el siglo X d. C., un patio hundido delimitado por varios grupos de aposentos.

Una de las escaleras del complejo arquitectónico conducía a un pórtico formado por grandes columnas de piedra, esculpidas con escenas históricas, murales en que se muestran escenas de varios personajes.

En una de las columnas, dice, se representa a un gobernante de nombre 13 Conejo, sentado en un banco, con la cabeza sin vida de uno de los prisioneros entre las piernas. Mientras que otros dignatarios caminan a su encuentro.

A través de estas representaciones, los especialistas pudieron deducir que los actos del gobernante, durante esta nueva etapa, pretendían armonizar la existencia humana con el orden sobrenatural.

Se demuestra, además, como la guerra había transformado el universo político del periodo Epiclásico y en el Edificio de las Columnas se plasmaron los rasgos de las ideologías del grupo dominante.

En el nuevo orden establecido se resaltaba la imagen del Dios Tláloc y de Tlahuizcalpantecuhtli, quienes probablemente tendrían su propia morada en otro lugar, denominado Edificio 41.

Igualmente, entre las construcciones, se encontró un basamento de dimensiones más modestas, compuesto por una serie de aposentos alineados a modo de galería que surgen en lo alto de una plataforma de cerca de cuatro metros de altura, éstas pudieron ser visibles aún en el año 950 d.C.

Sin embargo, al reformarse la construcción, alrededor de la primera mitad del siglo XI d.C., el área porticada desapareció y los cuartos se volvieron más espaciosos. Durante esta modificación se rellenó el lugar con escombros, por lo que la plataforma adquirió la altura que actualmente tiene.

Ante dichos cambios, quedaron sepultadas bajo el piso cientos de fragmentos de antiguos murales que alguna vez recubrieron las paredes de los recintos que se cancelaron.

Actualmente, producto del trabajo de arqueólogos, se descubrieron estos restos que conforman una capa casi uniforme, a una profundidad considerable en la base de los antiguos muros.

En el interior de los cuartos, antes de su remozamiento, las paredes y los techos cuentan con grabados sobre escenas de guerreros con la misma lógica de composición de los relieves escultóricos hallados en el Edificio de las Columnas.

Los personajes que se visualizan en los fragmentos del muro aparecen probablemente formando procesiones o grupos, vestidos con yelmos de jaguar y con el cuerpo pintado de amarillo y  manchas rojas, simulando la apariencia del pelaje de este animal.

Las figuras se organizaron en dos grupos, el primero reúne a personajes de un tamaño muy cercano a la mitad de la escala humana, mientras que en el segundo se ven a individuos cuya altura no sobrepasa la cuarta parte de la misma escala. Se cree que la perspectiva pudiera ser simbólica.

Los guerreros representados suelen hallarse parados sobre bandas pintadas de color azul y amarillo, bajo éstas pueden observarse las deidades, entre ellas, una versión de Tláloc estrechamente relacionada con las expresiones dinásticas de los gobernantes.

Estos hallazgos son relevantes ya que son registros del lenguaje de las élites y de las transformaciones en la cosmogonía de la última etapa de El Tajín.


Vía: Informador

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