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Los gladiadores, prisioneros solitarios compensados con grandes comodidades.

Los gladiadores, prisioneros solitarios compensados con grandes comodidades.
Eran prisioneros que arriesgaban la vida en la arena, pero a cambio llevaban una vida con comodidades al alcance de pocos: la reconstrucción virtual en Austria de la mayor escuela de gladiadores hallada fuera de Roma permite aproximarse a la vida dura y solitaria de estos guerreros.

La escuela, en realidad una fortaleza, estaba situada en la antigua ciudad romana de Carnuntum, capital de la provincia de Panonia, a 40 kilómetros de Viena, y el hallazgo se debe al equipo de arqueólogos del Instituto Ludwig Boltzmann de Prospección y Arqueología Virtual de la capital austríaca.

La reconstrucción tridimensional del lugar, con un vídeo incluido, se ha podio hacer gracias a un moderno radar de penetración subterránea, cuyos resultados se han publicado recientemente en la revista especializada “Antiquity”.

“Los gladiadores eran esclavos o prisioneros de guerra, a veces también ciudadanos romanos”, explica a Efe el arqueólogo austríaco Wolfgang Neubauer, que dirigió el estudio.

La escuela de gladiadores, de unos 1.800 años de antigüedad, está dentro de un complejo fortificado de 11.000 metros cuadrados y a escasos metros de un coliseo con capacidad para 13.000 personas.

El espacio para los guerreros está organizado alrededor de una arena circular en la que entrenaban, rodeado de galerías con celdas de entre tres a siete metros cuadrados y con capacidad para hasta cuatro personas, aunque los gladiadores solían estar solos.

La escuela contaba también con unos baños, un centro médico, letrinas, cocina, un refectorio e incluso un sistema de calefacción a través del suelo que ayudaba a combatir los hasta 25 grados bajo cero que se podían alcanzar en la región.

Unos 75 gladiadores vivían de forma permanente en las instalaciones de la escuela, que contaba con dos plantas: en el ala sur del edificio se encontraban las celdas de los gladiadores comunes y el sector oeste albergaba a luchadores estrella y a algunos de los entrenadores.

Neubauer destaca que “lo importante es que tenemos toda esta información sin haber destrozado nada a través de métodos no invasivos”, gracias al uso de las últimas tecnologías.

El trabajo arqueológico revela que los gladiadores no gozaban de libertad, eran prisioneros que vivían en los centros de entrenamiento sometidos a una dura rutina y, al contrario de lo que expone la película “Gladiator”, de Ridley Scott, no hacían giras por distintos lugares del Imperio.

Por lo común eran presos quienes luchaban en la arena, sin embargo había también casos, como el del emperador Lucio Aurelio Cómodo (161-192), que participó en los juegos de gladiadores por voluntad propia, añade el director del Instituto.

Los acaudalados propietarios de la escuela, conocidos como “lanistas”, eran los responsables de reclutar a los gladiadores, de su entrenamiento y, llegado el momento, de venderlos.

Los “lanistas”, que eran empresarios que se guiaban por los grandes beneficios económicos del negocio, tenían un poder absoluto sobre la vida de sus gladiadores.

El director del proyecto indica que el tiempo que tenían para prepararse para los combates dependía de si los empresarios que organizaban los juegos los seleccionaban para aparecer en el anfiteatro.

Los entrenamientos diarios en la escuela eran duros e incluso a veces los reclutados entre quienes habían cometido delitos menores, y que no estaban físicamente tan preparados, morían de agotamiento.

A diferencia de lo que se acostumbra a ver en las películas romanas, los gladiadores suponían una inversión muy alta para el “lanista”, por lo que se encargaba de ofrecerle grandes comodidades para preservar su salud.

A cambio de los duros entrenamientos, los gladiadores obtenían buenas dietas, masajes y cuidados médicos diarios, algo al alcance de muy pocos en la época.

Gracias al estudio que llevó a cabo otro grupo de arqueólogos austríacos en Efeso (Turquía), al analizar los huesos de un cementerio de gladiadores se sabe que su dieta se basaba sobre todo en legumbres y cereales, lo que les daba una gran corpulencia.

Diferentes relatos encontrados en textos antiguos apuntaban ya a que estos luchadores se alimentaban muy bien y se sometían a un régimen especial para acumular mucho peso.

Durante los espectáculos que se realizaban en el coliseo, situado a 80 metros de la escuela, Neubauer aclara que “algunos gladiadores morían en el primer combate, otros sobrevivían 50 o incluso más, y entonces tenían la posibilidad de ser de nuevo libres”.

Las oportunidades de sobrevivir no eran altas pero hubo gladiadores que consiguieron su libertad y llegaron a conseguir incluso protección imperial.

Aunque se construyeron más de 100 escuelas de gladiadores en todo el Imperio Romano, los únicos restos conocidos están en Roma, Carnuntum y Pompeya.

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