Revelan historias de vida de hace 3000 años a través de los huesos.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia dio a conocer una de las imágenes.
El antropólogo físico Jorge Cervantes Martínez, descubre historias de vida de hace 3000 años, a través de los huesos de 22 colecciones de diversas regiones del estado de Guerrero (México), con un total de 198 individuos de la época prehispánica, en los que identificó sus condiciones de salud, dieta, patologías, modificaciones corporales y costumbres funerarias.

En un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se informó además que con esos análisis de osteología ya realizó el inventario, catalogación y restauración del material óseo de esos antiguos pobladores de guerrero, tanto de la Costa Chica como de la Costa Grande, la Montaña, las regiones Norte, Centro y la ciudad de Chilpancingo, que está resguardado en el Centro INAH Guerrero.

Refiere el comunicado que desde hace más de 10 meses, Cervantes Martínez realiza el estudio catalogación y recuperación de materiales óseos del estado de Guerrero, producto de excavaciones realizadas en los años 80 -cuando la capital del estado comenzó a crecer y se hicieron rescates arqueológicos- y en los albores del siglo XXI. Por lo que la mayoría de los restos óseos proceden de Chilpancingo.

Cervantes también realiza un proyecto de aproximación facial a partir de dos cráneos hallados en el Valle de Tixtla en el año 2000, por el arqueólogo Antonio Porcayo, durante un rescate arqueológico con motivo de la instalación de cableado de luz.

Las piezas, en buen estado de conservación, corresponden a dos personajes, uno adulto medio (alrededor de 35 a 40 años) y otro más joven, que presentan un tipo de deformación cefálica intencional; el primero de tipo tabular oblicua y el segundo tabular erecta, los restos tienen una antigüedad de 3,000 años según las antropólogas físicas Lourdes Couoh y Gabriela Hernández.

Sobre la antigüedad de los restos, obtenida por el tipo de cerámica encontrada, señaló que los procedentes de la Costa, datan del periodo Preclásico (1200-200 a.C.), y pertenecen al grupo cultural denominado yopes. Los recuperados en el centro de Chilpancingo son del Clásico Temprano (200 – 650 d.C.) y corresponden a los cohuixcas.

Paralelo al análisis osteológico que permitió ver aspectos de modificación corporal en varios individuos (deformación craneal y limado dental), se practicó un estudio bioantropológico, para confrontar la información de tipo óseo con la arqueológica y etnohistórica, el referente histórico fue el Códice Tudela (siglo XVI).

Al respecto, Cervantes Martínez, se refirió a cinco entierros que proceden de la Zona Arqueológica de Ixcateopan, dos de los cuales presentan exposición al fuego, lo que significa que fueron incinerados, costumbre funeraria característica del Posclásico Tardío (1200–1521 d.C.) y de influencia mexica, pero también se encontraron varias tumbas de tipo sótano, parecidas a las tumbas de tiro de Occidente.

Sobre las características de sexo y edad, 52% de los restos óseos corresponden a mujeres y 48% a hombres, y de edad, sólo un individuo tiene entre 35 a 40 años, lo que significa que la esperanza de vida no iba más allá de los 40 años de edad.

Las condiciones de vida y salud de estas poblaciones eran similares a las actuales en cuanto al clima, con temperaturas altas y sequía, lo que provocaba escasez de agua y el surgimiento de infecciones gastrointestinales, lo que quedó marcado en las tibias, huesos indicadores de un estrés episódico caracterizado por estrías en la superficie ósea.

También se identificaron enfermedades relacionadas con el patrón nutricional, ya que el alto consumo de maíz en las regiones del Norte y Centro generó la presencia de caries, mientras que en los habitantes de la Costa es mucho mayor la concentración de cálculo dental debido a la ingesta de proteína de tipo animal, como peces y mariscos, y las propiedades minerales del agua que consumían.

Un dato curioso fue la identificación de un caso de gota en un individuo del sitio El Embarcadero, ocasionado probablemente por el excesivo consumo de alimentos marinos, lo cual resulta interesante ya que a la fecha ha sido escasamente detectada esta enfermedad en restos óseos.

No se encontró alta frecuencia de enfermedades, sólo algunos traumatismos en cráneos y fracturas en extremidades superiores, que tuvieron que ver con actos de defensa, y propiciaron infecciones. Otro caso común han sido las infecciones localizadas en talón y peroné, heridas provocadas en caminatas por terrenos difíciles.

Vía: Pulsoslp

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