Tito Livio: el maestro de la historia romana

¿Quién fue Tito Livio? Imagen meramente ilustrativa. Tito Livio fue un historiador romano que vivió entre el año 59 a.C. y el 17 d.C., aprox...

La sangre del rey Luis XVI no estaba en la calabaza.

El individuo de la muestra era bajito y con los ojos marrones. Luis XVI era muy alto y con ojos azules.

La calabaza analizada y el investigador Carles Lalueza-Fox.
Científicos españoles ponen fin al enigma de la sangre del rey Luis XVI supuestamente contenida en el interior de una calabaza y recogida tras su decapitación durante la Revolución Francesa. El análisis del genoma completo a partir de las muestras de sangre indica que el propietario no era el Borbónsino un individuo con rasgos muy diferentes.

La historia de la calabaza y la sangre de Luis XVI daría para una novela de ambiente histórico. A mediados de 2009, un colega italiano contacta con el científico español Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva, en Barcelona, con un extraño encargo. Dos hermanos italianos, miembros de la alta sociedad de Bolonia, se han puesto en contacto con él para comprobar si la reliquia de la que son poseedores - custodiada en secreto en la cámara acorazada de un banco - es auténtica.

Puede que se tratara de una falsificación
para conseguir dinero.
La reliquia es una calabaza ricamente adornada mediante técnica pirográfica, que lleva en posesión de una familia de Bolonia desde hace más de un siglo. Sus propietarios estiman que vale más de dos millones de euros y su verdadero valor está en su contenido: un pañuelo supuestamente impregnado con la sangre del rey Luis XVI, recogida a los pies de la guillotina donde fue ejecutado el 21 de enero de 1793. En el exterior de la calabaza aparecen retratados varios protagonistas de la revolución francesa, como Danton o Robespierre, y en una inscripción se explica que Maximilien Bourdaloue, testigo de la ejecución, mojó su pañuelo en la sangre del rey, lo metió en la calabaza y ordenó a un artista parisino su decoración.

"Acepté el desafío porque me interesaba como problema científico, no porque estuviera interesado en los avatares de la familia real francesa", explica Lalueza-Fox a Next. "En un primer momento a mí me envían un pequeño sobre con una especie de sustancia marrón y lo analizamos". El estudio preliminar del contenido de la calabaza se publicó en 2010 y ya entonces atrajo la atención de los medios. Aunque se supone que contenía un pañuelo, lo que hay en su interior hoy día es una pasta oscura del que Lalueza-Fox recuperó el ADN mitocondrial y halló el cromosoma Y del individuo. "Lo que dijimos en aquel momento es que la muestra analizada se correspondía con un varón europeo cuyos datos genéticos procedían de linajes difíciles de encontrar en las bases de datos actuales", explica el investigador. "No dijimos que fuera el rey".

En aquel momento no tenían muestras genéticas de miembros de la familia de Luis XVI con quien comparar, pero en 2013 un equipo francés y belga pidió muestras a tres borbones actuales de dos ramas de la familia distintas y comprobaron ya que que el cromosoma Y no coincidía con el hallado por los científicos del CSIC en la calabaza. "Para clarificar el asunto", explica Lalueza-Fox, "nos dijimos: hagamos el genoma completo y miremos más cosas". Y eso es precisamente lo que hicieron y los resultados que publican en la revista Scientific Reports este jueves.

La calabaza analizada y el investigador Carles Lalueza-Fox.
"Hemos hecho un análisis funcional global del genoma", nos cuenta el investigador, "que consiste en mirar rasgos externos de la persona, características físicas, la susceptibilidad a enfermedades... y hemos llegado a la conclusión de que probablemente no es Luis XVI el que está dentro de la calabaza". Además de comprobar que los rasgos genéticos generales difieren, Lalueza-Fox ha encontrado discrepancias físicas que descartan que el propietario de la sangre de la calabaza fuera el rey. "Hemos buscado rasgos que según las crónicas o los testigos tuviera el rey", apunta, "y había dos muy remarcables: uno era la estatura, todos decían que era el hombre más alto de la corte, variantes genéticas y nuestros datos indican que el propietario de la sangre era un individuo el promedio de estatura de la época, bastante bajo".

El otro rasgo definitivo es el color de ojos. "El rey, según es sabido, los tenía azules y nuestro sujeto tiene un 10% de estos marcadores en el mejor de los casos. Claramente era un individuo de ojos marrones". También hay una discrepancia que tiene que ver con los ancestros del rey y los de la muestra en la calabaza. "Hemos modelado un genoma de Luis XVI y nos da un ascendente centroeuropeo, entre Alemania y Polonia, a pesar del origen francés de los borbones. Cuando lo comparamos con los marcadores de la calabaza, vemos que pertenecen a un individuo con una ‘ancestralidad’ distinta, seguramente del norte de Italia".

¿Quién era entonces el poseedor de la sangre contenida en la calabaza? ¿Se trató de una confusión, o de una falsificación?  Los resultados  indican que no hay restos de una sola persona, hay una muestra mayoritaria que representa el 75%, pero el otro 25% contiene los restos de otros tres individuos. "Date cuenta de era un pañuelo en enero en París", bromea  Lalueza-Fox, "y en aquellas condiciones de higiene puede que tuviera muestras de varios individuos". Por otro lado, durante las ejecuciones había sangre mezclada de muchas personas, por lo que pudo haber una confusión. "El cadalso echaba humo en aquellos días", explica el científico, "Hubo una jornada en que los girondinos decapitaron a 23 personas en una hora".

Aunque el análisis indica que el objeto es efectivamente de aquella fecha, podría ser que se tratara de una falsificación realizada a posteriori para vender a alguien bien posicionado, se cree que al joven Napoléon. "En otra parte de la calabaza hay un recuadro que explica lo quiere vender por 300 francos", explica Lalueza-Fox, "con lo que la sospecha de la veracidad está justificada; podría ser un objeto mercantilista y se sabe que en la época circularon falsificaciones".

En cualquier caso, resaltan los autores del trabajo, la conclusión más interesante es la capacidad de utilizar nuevas herramientas en este tipo de investigaciones históricas. "Es un paso más en los estudios de genética forenses", sugiere el investigador del CSIC. "Pasamos a recuperar genomas completos, en vez de estar recuperando marcadores, y esto nos permite construir un retrato robot del propietario y su apariencia física, que es la parte científicamente más interesante".

El trabajo habitual de Lalueza-Fox es la biología evolutiva y ha utilizado estas técnicas de análisis genético para estudiar los restos de neandertales en la cueva del Sidrón, o los individuos de La Maraña, en León. Pero desde que empezó a participar en el análisis de la genealogía de Luis XVI se está viendo desbordado. "No hago más que recibir cartas y correos de gente que me explica historias familiares, de los hijos de no sé qué rey y algunas son realmente raras". Recientemente, nos confiesa, le llegó una carta que contenía las uñas de los pies de un individuo para que las analizara. "La gente quiere ser alguien que no es. Piensan que si alguien les demuestra que su familia viene de un rey se van a sentir realizados", concluye. "No tiene sentido".

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