En 1951 se encontraron en Rusia una serie de escritos hechos por gente de la ciudad de Novgorod entre los siglos XI y XV. Se trataba de grabados hechos con un punzón en corteza de abedul, un árbol abundante durante esa época y de fácil acceso. Por esta razón, los escritos no correspondían a grandes líderes políticos ni religiosos, sino a personas comunes que podían conseguir esta corteza y escribir cartas de amor, documentos con deudas personales, listas de objetos, entre otras cosas. Por las características del suelo de la zona, estos escritos se preservaron y podemos conocerlos hoy.
Una de las colecciones de escritos más interesantes, perteneció a un niño llamado Onfim, quien a sus 7 años, se cree estaba aprendiendo a leer y escribir.
Se piensa que durante las lecciones de escritura, Onfim se aburría y dejaba volar su imaginación haciendo dibujos de sí mismo viviendo las aventuras de un guerrero o convirtiéndose en una bestia salvaje.
Le gustaba también dibujar situaciones de la vida cotidiana, como unos niños jugando a esconderse detrás de un árbol, o un retrato de sus papás.
Vía: Soy Educadora
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