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Ocho años que situaron al Paleolítico lucense en la vanguardia de la arqueología.

En la primavera del 2006 arrancó el proyecto de estudio de la prehistoria remota que continúa desarrollándose hoy.

Ocho años que situaron al Paleolítico lucense en la vanguardia de la arqueología.
Hace ahora ocho años, entre abril y mayo del 2006, se realizó en Monforte la primera búsqueda sistemática de rastros arqueológicos del Paleolítico encuadrada en el proyecto «Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno de la cuenca media del Miño», que coordina la Universidade de Santiago. Fue el inicio de un largo plan de investigación que siguió desarrollándose desde entonces de forma continuada en el valle de Lemos, Triacastela y Becerreá y que hizo que la provincia lucense se colocase en la vanguardia del estudio de la prehistoria remota de Galicia.

Aquella primera campaña, en la que participaron investigadores del Proyecto Atapuerca, se emprendió a raíz del hallazgo de numerosos útiles prehistóricos dispersados por la superficie del terreno por parte del aficionado monfortino José Antonio Peña. Los investigadores efectuaron un extenso rastreo por los alrededores de Monforte que dio unos resultados prometedores, ya que se pudieron recoger muchos otros artefactos líticos.

Excavaciones en cuevas.

Búsqueda de útiles líticos en Monforte en abril del 2006.
Al año siguiente se decidió extender la investigación a dos cuevas de las sierras orientales. Los hallazgos se fueron multiplicando en sucesivas campañas, culminando con el descubrimiento del mejor yacimiento neandertal del noroeste y de las primeras muestras de arte paleolítico rupestre de Galicia, ambos en Cova Eirós, en Triacastela.

Aunque la campaña del 2006 fue alentadora, los arqueólogos no imaginaban aún todo lo que vendría después. «Las piezas que encontró José Antonio Peña ya prometían mucho y en las primeras prospecciones hallamos otros materiales del mismo tipo, relacionados con las ocupaciones más antiguas, del Paleolítico Inferior», señala Arturo de Lombera, codirector de los trabajos. «Lo que nos sorprendió fue encontrar después en la misma zona rastros del Paleolítico Medio y del Superior, y esa concentración de industrias de periodos muy diferentes en un espacio reducido, que es algo muy poco común, hizo que el proyecto se volviese interesantísimo».

A estos hallazgos se sumaron los que se fueron realizando después en las cuevas de Becerreá y Triacastela, muchos de ellos de un carácter único en Galicia, que en conjunto abarcan periodos de cientos de miles de años. Aunque la crisis y los recortes afectan seriamente al proyecto -que este año tiene un presupuesto de 10.000 euros, el más bajo desde sus inicios-, la investigación seguirá en agosto con dos semanas de excavaciones en Cova Eirós.

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