Los romanos creían que si los ritos funerarios no se celebraban correctamente los difuntos vagarían perdidos a las orillas del Estigia durante mil años. Además pensaban que el fuego y las almas eran de similar naturaleza, por lo que creían que la cremación permitía una llegada más rápida de las almas al otro mundo. Según los relatos de Plinio, asimismo, estaba terminantemente prohibido cremar a un niño que no tuviera la dentadura completa.
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