´Todo mito lleva asociado detrás algo que no es estrictamente inventado´.

La arqueóloga Carmen Aranegui concilia en la Fundación Cañada Blanch la leyenda de Hércules y las manzanas de oro del “jardín de las Hespérides” con el yacimiento de Lixus (actual Larache).
yacimiento
´Todo mito lleva asociado detrás algo que no es estrictamente inventado´.
El mito y la historia tienen mucha relación y, al mismo tiempo, grandes diferencias entre sí. Su conciliación no es tarea sencilla, pero Carmen Aranegui, catedrática de Arqueología de la Universitat de València, intenta concertar el mito y la historia antigua documentada por la arqueología. Tras 14 años de excavaciones en un yacimiento de la actual ciudad marroquí de Larache, la profesora Aranegui consigue entrelazar el mito de Hércules, el mayor de los héroes mitológicos griegos, con una parte de la historia de la antigua Lixus, ciudad fundada por los fenicios en la costa atlántica africana.
Durante su conferencia “Lixus (Larache), ¿el Jardín de las Hespérides?” -con la que la Fundación Cañada Blanch abrió el tercer ciclo de charlas científicas “ConecTalks” que dirige Vicent J. Martínez, catedrático de Astronomía y Astrofísica de la Universitat de València- Carmen Aranegui expuso su visión de un mito de la antigüedad como es el “jardín de las Hespérides”, que la mitología grecolatina sitúa en Lixus. Un lugar a orillas del Océano, al que llega Hércules para recuperar las manzanas de oro del árbol que Hera, la esposa de Zeus, había mandado plantar. Con la ayuda del gigante Atlas y también de las tres ninfas llamadas Hespérides, Hércules vence al dragón que vigilaba las manzanas de oro, lo expulsa al firmamento y lo convierte en la constelación del dragón.
Los hallazgos de Lixus.
En el yacimiento de Lixus, en el que Carmen Aranegui realizó excavaciones entre 1995 y 2009 junto con un equipo marroquí y valenciano, se han descubierto sectores de la época fenicia y de la posterior mauritana y dentro de esos hallazgos existe una propuesta de identificación de un santuario en el que se observa que la distribución de los edificios está alrededor de un enorme jardín, que se cree correspondería a lo que quizá fuese el último exponente del “jardín de las Hespérides”.
Entre los hallazgos de Lixus figuran pequeñas esculturas de Hércules, una de las cuales representa la lucha de Hércules y el gigante Anteo, “de donde se deduce que la propia ciudad asumió el mito del héroe griego”, señaló la catedrática de Arqueología. Un mosaico y una máscara de bronce de gran calidad con una enorme representación de lo que en iconografía clásica es la cabeza del dios Océano, el titán de las aguas, son otras dos muestras de que hubo un mito asociado a este lugar del actual Marruecos.
La realidad de un mito.
Durante su disertación, la catedrática de Arqueología explicó la posibilidad de que el mito esconda algo de realidad. “Hay un mito, -afirmó- que es algo que está dentro de las ideas de una sociedad, pero la historia, que es lo que nos da los hechos, puede a veces cruzarse y aproximarse al mito que se sitúa en una determinada localidad”. En este sentido, afirmó que “todo mito lleva asociado algo que no es estrictamente inventado, algo que ha sido trasmitido desde lo más antiguo y que ha sido deformado, porque el mito deforma y convierte los hechos en prodigios, como en este caso con las manzanas de oro, pero tiene una localización y unos actores que a veces aceptan el propio mito del que han sido objeto, es decir, reproducen esa mitografía en alguna medida”.
La profesora Aranegui contextualizó sus afirmaciones con el descubrimiento del Atlántico por parte de los fenicios y su llegada a Lixus, todo un reto para la época. El hecho de desplazarse los fenicios a un espacio desconocido como es el Atlántico, el necesitar unas bases portuarias, con los riesgos enormes que supone atravesar el Mediterráneo y salir al Atlántico, va acompañado de una serie de espacios sagrados en los que se conserva información de por dónde y cómo navegar, pero también se realizan prácticas rituales a favor de un buen retorno.
Una tipología de santuario.
La creación de un santuario en un puerto internacional para la época como era el de Lixus es un hecho muy repetido ante navegaciones durísimas frente a las que la gente del mar realiza ofrendas e implora regresar a casa. “En definitiva –explicó Carmen Aranegui- hay una tipología de santuario que tiene una parte construida, que son los templos y otra que es ajardinada. Entonces, puede haber un fósil que pueda hacer converger lo que fue un mito exagerado, ideado, misterioso, prodigioso como son un manzano que da manzanas de oro, tres hespérides, un dragón que lo cuida? todo ese tipo de escenografía mítica es simplemente ideada, pero en apoyo de esto está la necesidad de tener un espacio de avituallamiento, pero también de refugio para realizar prácticas religiosas con las que lograr volver a salvo al país de origen”.
Carmen Aranegui quiso resaltar que la mitología y la arqueología tienen sus propios especialistas y que su especialidad no es el estudio de los mitos: “Simplemente me encontré excavando en un lugar con nombre antiguo y que tiene un mito asociado y en los resultados de los trabajos arqueológicos hay un conjunto arquitectónico que proponemos que sea un santuario con un jardín. De ahí vendría esa posibilidad de que ese jardín fosilice algo que algún autor antiguo, en especial Plinio, interpretó como una de las escenografías de los Trabajos de Hércules”.

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