La
arqueología demuestra que los primeros agricultores de Europa fueron también
los primeros carpinteros.
Estructura neolítica de madera para un pozo de agua. Imagen: Tegel W, Elburg R, Hakelberg D, Stauble H, Buntgen U / PLOS ONE |
La carpintería fue,
en el pasado remoto, una tecnología mucho más avanzada de lo que se creía. ¿Por qué?
El arqueólogo Willy
Tegel, y sus compañeros de la Universidad de Friburgo en Alemania, hizo en 2013
un descubrimiento que le convenció de la sofisticación a la que llegaron los
artesanos del Neolítico. Durante unos trabajos de construcción que se
realizaban en Altscherbitz, en las cercanías de la ciudad de Leipzig, al este
de Alemania, se halló una caja de madera en el fondo de un pozo. La caja estaba
enterrada a más de 20 metros de profundidad y se conservó durante 7000 años
gracias a las condiciones propicias de humedad, frío y poca oxigenación de la
tierra. Se comprobó que, más que una caja, era una estructura de madera de
roble intacta elaborada para encajonar un pozo de agua. Se convirtió, por
tanto, en la estructura de este material más antigua que se conoce en el mundo.
El hallazgo revela
que los primeros agricultores europeos eran unos carpinteros experimentados,
que trabajaron la madera con maestría mucho tiempo antes de la utilización de
las herramientas de metal. Se rompe así con la creencia común de que era necesario
el uso de herramientas metálicas para la elaboración de estructuras más complejas
de madera.
El arqueólogo
Rengert Elburg y su equipo, por otro
lado, han desplazado el antiguo pozo, en un solo bloque de 70 toneladas, del Departamento
de Arqueología del Estado Sajonia, donde se encontraba, a su laboratorio en
Dresde para practicarle una cuidadosa excavación, documentación y preservación.
Allí se han recuperado 151 piezas de madera del pozo que, durante el Neolítico,
abasteció de agua a un gran asentamiento de unas cien casas largas de madera. Su
detallado análisis, y gracias al extraordinario estado de conservación del pozo,
ha dado también a los investigadores pistas sobre las herramientas y técnicas que
los antiguos artesanos utilizaron. Se observa, por ejemplo, que aprendieron a reforzar
el fondo del pozo con piezas de madera de roble más envejecida y de mayor
espesor, y a hacer las paredes del encajonamiento más resistentes mediante el
ensamblaje de las piezas con espiga y mortaja, una técnica que no vuelve a ver
de nuevo hasta el Imperio Romano, cinco milenios más tarde.
Los primeros
agricultores de Europa central emigraron, hace aproximadamente 7500 años, desde
la Gran Llanura Húngara hasta el viejo continente, dejando todo un sendero
arqueológico de huellas de asentamientos, cerámica y herramientas de piedra por
todas las regiones fértiles del continente.
No obstante, como
se demuestra, se desconoce muchos factores del estilo de vida de estos antiguos
colonos, incluso el clima en el que vivieron y la tecnología o los métodos que
utilizaron para adaptarse a su entorno.
Según se desprende
de los resultados del estudio, las maderas de roble que se analizaron fueron también
un nuevo y valioso archivo de datos medioambientales. Los anillos de
crecimiento anual de los árboles dan pistas del medio ambiente de la época.
Este archivo de la madera podría contar una historia fidedigna, año por año,
del clima en que vivieron estos colonos del Neolítico.
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